Agustín Yáñez; la formación política

FLORENCIO SALAZAR

SemMéxico, Chilpancingo de los Bravo, Guerrero. Frente a las elecciones del 2024, que serán históricas por lo que está en juego, el actual debate político es una miseria de ideas. Hoy, no se advierte en los partidos el peso de la discusión ideológica. Si bien las propuestas programáticas definen una manera de ver la realidad y, por la tanto, tienen una carga ideológica, no hay ideas políticas, no hay debate, hay verbosidad: descalificaciones y arrebatos. Nuestra política palidece; por ello, se extrañan figuras como la de Jesús Reyes Heroles, Horacio Labastida, Enrique González Pedrero, Vicente Fuentes Díaz, José Francisco Ruiz Massieu, Othón Salazar, Porfirio Muñoz Ledo, Heberto Castillo, Valentín Campa, Manuel Clouthier, Carlos Castillo Peraza, Alonso Lujambio, Juan Molinar Horcasitas… Ahora todo es pragmatismo o lo que se entienda por ello. La acción sin ideas suele crear más problemas de los que pretende resolver. El político, para ser eficaz, debe tener conocimiento para actuar: ideas en acción.

Por lo anterior en esta, y en sucesivas colaboraciones, presentaré a la consideración de los lectores –con mi agradecimiento a El Sur– notas sobre la política y su amplísimo entorno, con el propósito de contribuir a la orientación de tan importante e imprescindible tarea cívica; quizá algunos lectores se interesen en abrevar en sus fuentes y reflexionar sobre la importancia de salir de esta aridez, que al carecer de orientación y objetivos, va a contra corriente de lo que exige una democracia.

Las siguientes notas proceden del “librito extraordinario”, como lo llama Miguel González Avelar, La formación política de Agustín Yáñez*. Dan contenido al texto tres conferencias que el destacado novelista y político dictó en el PRI del DF en 1963. Más allá de sus destinarios, el entonces subsecretario de la Presidencia de la República establece un método pedagógico, que puede ser útil para cualquier partido en las tareas de capacitación política.

Nación. Hace referencia al nacimiento, y apunta a la existencia de un grupo humano, de una población, cuyos componentes tienen comunidad de origen y de cultura. Las naciones son grupos humanos con la misma lengua, con las mismas tradiciones, con el mismo estilo de vida; todo eso lo englobamos en la idea de comunidad cultural, conjunto de pensamientos, de sentimientos, de creencias, que a la vez determinan peculiares estilos de vida.

Estado. En la idea de Estado se unen los elementos de nación, los de un territorio sobre el que la comunidad constituida en el Estado ejerce soberanía, establece un gobierno y adopta leyes que dan forma definitiva a una nación. Estos elementos constitutivos de gobierno, legislación, territorio sobre el cual ejerce soberanía, trasciende el orden cultural de la nación al orden jurídico del Estado.

Democracia. Más que ningún otro sistema, exige que la conciencia cívica tenga una fuerte formación política que haga posible el ejercicio de los derechos y responsabilidades recíprocas; en primer lugar, el elegir y ser electo, función original de la soberanía en la democracia (…) abre las puertas para el ejercicio del poder a todos los individuos, sin distinción, pero que, por elementales razones, debe preferir a los más aptos y mejor preparados para el desempeño de la función pública.

Conciencia política. Mucho más concreta son las tareas del Partido en la educación cívica y policía de sus militantes y de sus cuadros dirigentes; a los primeros, en cuanto están ligados con el Partido por la aceptación de sus principios, por la disciplina que dentro del Partido deben mantener y la convicción del por qué soy miembro del Partido, se afirma en la medida que se hace más sólida la educación cívica y política de los afiliados, ya por medio de conferencias, de actividades políticas y de diversas circunstancias en que se ponga en práctica la teoría del civismo.

En víspera de elecciones. El Partido difunde instructivos precisos acerca de cada uno de los aspectos del proceso electoral: padrón, integración de casillas, incidentes legales, cómputos, etcétera, que sirven para normar el trabajo de los afiliados, en especial de los que han recibido comisiones. Igual cosa debe hacerse respecto a procedimientos que de modo permanente afectan a nuestros correligionarios en los varios campos de la actividad.

Civismo. Estriba fundamentalmente en la convicción de que la convivencia humana es una relación recíproca de derechos y obligaciones; que los derechos humanos son los derechos del hombre como persona individual, en concierto con los derechos del hombre como miembro de una colectividad o los derechos sociales, en que nuestra Constitución pone tanto énfasis.

Educación cívica y política. La debe impartir el Partido a sus dirigentes, para que estos la difundan en los grupos en que opera la organización, comprende dos aspectos: uno teórico, en el que con mayor claridad posible se trasmiten las nociones de civismo: qué es la sociedad, qué función política corresponde al individuo y a los distintos grupos sociales; qué son los ayuntamientos y como se insertan en el sistema político; cuál es la organización política de la República y cuáles son los preceptos básicos y tendencias de la Constitución general.

Espíritu cívico. Ni con mucho basta si falta el segundo aspecto de la educación cívica y política encaminada a convertir el espíritu cívico en conducta cívica, mediante la formación la de hábitos que hagan operante las nociones teóricas para la diestra marcha de nuestro organismo político, y a través de él, sirvan a los altos intereses de la Patria.

* Tuve oportunidad de recuperar este texto de su versión estenográfica y, después de haber procedido a elaborar la tabla de contenidos y corregir la sintaxis (Agustín Yáñez no escribió sus conferencias y tampoco las revisó), se publicó en 1966. Posteriormente, el mismo texto, ha sido reeditado por la Fundación Colosio y Miguel Ángel Porrúa.

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