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TERESA GURZA
Aún en estos tiempos complicados por el cambio climático, por criminales como Trump, Putin y Netanyahu, que destruyen vidas y esperanzas de millones y por gobiernos ineficientes y corruptos como el de México, que sigue sumando fracasos que terminan en impunidad, es posible encontrar buenas noticias para empezar el año.
Un artículo de Ana Puentes para El País del 23 de diciembre, enlistó diez.
El acuerdo entre Unitaid y Fundación Gates para garantizar a 120 países pobres, acceso al fármaco lenacapavir; que revolucionará la prevención del VIH porque se aplica solo dos veces al año y su precio bajó de 28 mil dólares anuales por persona, a 40.
La aprobación de los países miembros de la Organización Mundial de la Salud, OMS, de un tratado de pandemias para que los menos desarrollados puedan beneficiarse de investigaciones financiadas con dinero público y una red de distribución de medicamentos rápida y equitativa.
La misión secreta que sacó de Sudán, mil 884 semillas de sorgo, mijo perla, cacahuete, sésamo, sandía y melón Vigna y las llevó al Banco Mundial de Semillas de Svalbard, Noruega, para salvarlas de la guerra.
La formación de clubes de lectura, que prestan libros a mujeres y niñas afganas que resisten al Talibán y el apoyo psicológico que la red Begum TV les da desde Paris, con música y entretenimiento.
La integración de 16 países en una Agencia Espacial Africana, AfSA, para crear herramientas que ayuden a su economía y medio ambiente.
La electrificación de los tuctucs, popular opción de transporte en la India.
La construcción de sistemas de riego alimentados con energía solar, para prevenir hambrunas en zonas de extrema sequía de Malaui.
La protección que la Red de Mujeres bolivianas en Defensa del Lago Titicaca, logró para el lago navegable más alto del mundo.
El avance en Nigeria, de la Gran Muralla Verde Africana que ya tiene 8 mil kilómetros de largo y 15 de ancho.
El aprovechamiento en Granada, del sargazo de sus playas caribeñas para hacer cosméticos.
El uso de Inteligencia Artificial que está convirtiendo en España microscopios convencionales, en dispositivos capaces de detectar en segundos enfermedades parasitarias, como la malaria.
Por notas de la BBC, me enteré que los abrazos reducen la inflamación.
Y que investigaciones en el Hospital Real de Edimburgo, permitirán contar a corto plazo con medicinas para retrasar y detener las demencias,
según declaró la doctora Claire Durrant, experta en Alzheimer de la Universidad de Edimburgo y cuyo laboratorio está estudiando por qué se acumulan las proteínas tóxicas amiloide y tau en el cerebro de personas que sufren esta enfermedad, impidiendo las conexiones entre neuronas.
Hay también buenas noticias para los cientos de millones de insomnes del mundo.
Se ha descubierto que el kiwi, el jugo de cerezas ácidas y la leche tibia ayudan a dormir bien por sus cualidades antioxidantes y su contenido de tryptophan, precursor de la serótina que se convierte en melatonina y regulariza el ciclo “dormir-despertar”.
Nuestros cuerpos producen melatonina todas las tardes al empezar a oscurecer y también cuando comemos frutas, vegetales de hojas verdes, granos enteros, nueces, pescado y huevos.
Por lo que, siguiendo durante al menos dos meses una dieta que los contenga y cenando en sitios poco iluminados horas antes de acostarnos, nuestro sueño mejorará notablemente.
Y como esos alimentos también contienen magnesio, que reduce la hormona del estrés que es el cortisol, calman el sistema nervioso y disminuyen la depresión; que está relacionada con el mal dormir.
New York Times publicó esta semana consejos de ocho neurólogos para cuidar el cerebro; enfatizando que nunca es tarde para convertirlos en hábitos.
Entre ellos, usar anteojos y auxiliares auditivos tan pronto se empiece a ver o escuchar mal.
Caminar diariamente, aunque sea 20 minutos.
Usar hilo dental porque la demencia está relacionada con enfermedades de las encías.
Cuidar no lesionarse el cuello, abrochándose el cinturón al ir en automóvil.
Reunirse para leer y comentar libros.
Descansar la mente durmiendo bien.
Otras investigaciones han ratificado que cultivar plantas, atender mascotas y preservar la propia autonomía en las actividades diarias, mejora la salud, la destreza manual y la memoria.
Y por último un artículo publicado en European Journal of Ageing este septiembre, sostiene que las ideas que tenemos sobre la vejez inciden en la forma cómo envejecemos.
Para los que se sienten viejos, la vejez empieza antes y como reducen su actividad, aumentan su fragilidad y riesgo de caídas, padecimientos graves y pérdida de autonomía.
Y quienes se piensan más jóvenes que la edad que tienen, retrasan su vejez y conservan su independencia durante más años.
