HOMO POLÍTICUS/ Marcha cívica vs mitin del tigre

 

 “No hay guerra más hiriente, que entre hermanos y parientes.” Sabiduría Popular

JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO

En menos de 22 días se confrontaron públicamente dos Méxicos, una marcha y un mitin con expresiones adversas que parecen irreconciliables.

MARCHA CÍVICA, 15 DE NOVIEMBRE.

Organizada por quién se hizo llamar generación Z, aconteció en diferentes plazas del país, la más representativa en la capital que partió del Ángel de la Independencia al Zócalo con muchos contingentes, periodistas y observadores.

Sus notas distintivas fueron:

Presencia espontánea de ciudadanos de todo tipo, no hubo acarreados.

Sin liderazgos visibles ni partidos políticos.

Sin patrocinios, ni dinero, sin templetes, ni mitin, solo caminantes protestando.

Hubo violencia severa entre policías y un grupo encapuchado, no identificado con marchistas.

El gobierno utilizó vallas metálicas de aproximadamente 3 metros de altura para atrincherar el Zócalo, resguardadas con policías acorazados.

El gobierno no izó la bandera nacional.

Las protestas fueron contra el oficialismo, la narcopolítica, el homicidio de Carlos Manzo, la violencia, la antidemocracia y la presidente Claudia.

EL MITIN DEL TIGRE, 6 DE DICIEMBRE.

Organizado y bautizado por el oficialismo, usando ese nombre que amenaza reaccionar masivamente con fuerza para sostener al gobierno.

Sus notas distintivas fueron:

Asistencia controlada, la mayoría de acarreada, (redes sociales exhibieron miles de autobuses acarreadores).

Las proclamas apoyaban al movimiento López obradorista y a la presidente Claudia, desde luego, el gobierno no ejerció violencia contra ellos, ni siquiera puso vallas ni policías antimotines.

Se patrocinó con enormes sumas de dinero, hubo templetes, bocinas, altavoces, miles camiones, megáfonos, decenas de grupos musicales, lonches para miles, gorras, playeras, pancartas, puestos de hidratación.

Su principal oradora fue la presidente Claudia ensalzando a su predecesor y afirmando que no la derrotarán.

El gobierno izó la bandera nacional.

¿QUÉ MOSTRARON?

Se pueden hacer varias lecturas, le comparto algunas que creo relevantes:

1.-          La sociedad mexicana está severa y sensiblemente polarizada, cada una con agentes dispuestos a conducir sus emociones políticas, tope donde tope.

2.-          El gobierno no escatimó recursos y sofocó con violencia a sus rivales, este dato hace evidente que está decidido a todo para sostenerse.

3.-          En ambas, la gran ausente fue la construcción de planteamientos objetivos y actitud de diálogo, en la marcha cívica se puede explicar por su convocatoria acéfala, concurrencia espontánea y plural que reflejó enojos.

Pero en el oficialismo su discurso es de adoratorio a sus líderes y linchamiento a quiénes les precedieron o piensen diferente, ni diálogo ni concertación y el enojo no es por situaciones que padezcan, sino en defensa por la idolatrar a sus líderes.

Es evidente que se radicalizan sus encontradas posiciones.

CONCLUSIÓN.

El encono de la sociedad es mal presagio, parece que las pasiones animadversas no están dispuestas a ceder, no se ven umbrales intermedios que les permitan aproximarse, su repudio mutuo es radical y creciente.

Se está gestando un caldo de cultivo explosivo en el que no se perciben válvulas de despresurización social y eso es muy peligroso.

Cada quién con razones o sin ellas, desbordan sus pasiones, se agrupan y cabalgan a extremos indeseables e inciertos.

En estas pugnas prevalece la desinformación, oportunismo y manipulación de grupos; es evidente que hay intereses agazapados que manipulan sin límites ni escrúpulos.

El gran ausente es el ánimo de conciliar, armonizar, razonar, dialogar con orden y mesura, al parecer ambos segmentos sociales se perciben agotados y fracasados en intentos previos; llegaron al punto de hacer manifestaciones masivas de fuerza sustitutivas de espacios de diálogo.

Este ambiente de tensión, es mal presagio, si no logramos reencontrarnos como sociedad, la pugna política se resolverá conforme la ley de la selva, no la del estado de derecho ni la razón.

José Carlos González Blanco.

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