A L F A   O M E G A/ Adolfo Ruiz Cortines y Jorge Negrete, Militares

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JORGE HERRERA VALENZUELA

Dos aniversarios luctuosos en este diciembre. Hace 14 años, el día 3, falleció el campechano Rafael Rodríguez Barrera, uno de los últimos políticos mexicanos intachables. El día 3, en 1970, murió uno de los forjadores del México moderno, extraordinario político, el hidalguense Javier Rojo Gómez.

El comentario periodístico, en esta ocasión, es para enterarles de dos mexicanos que hicieron historia. Uno, fue el último Presidente de México que nació en el Siglo XIX. Otro, quiso ser cantante de ópera, pero su destino lo llevó a interpretar la música ranchera.

Ambos tuvieron grados militares. El que consolidó su carrera política, estuvo en los campos de batalla durante el Movimiento Armado de 1910. El triunfador en los espectáculos estudió en el Heroico Colegio Militar y terminó como Capitán Segundo.

Les comentaré detalles y anécdotas del veracruzano Adolfo Ruiz Cortines. El último presidente nacido en el Siglo XIX y bautizado con los nombres de Adolfo Tomás. Murió el 3 de diciembre de hace 52 años. Iba a cumplir 84 años, el 30 de ese mes.

El guanajuatense bautizado como Jorge Alberto Negrete Moreno, conocido artísticamente con el nombre de Jorge Negrete, falleció en Los Ángeles, California, el 5 de diciembre de 1953. Apenas de 42 años de existencia.

SIEMPRE DISCRETO, TRIUNFÓ

En el evento de la inauguración de esa fuente, a donde llega el agua del Río Lerma, solo había dos “estrellas”, el Presidente Miguel Alemán y el Regente Fernando Casas Alemán, quien era “el hombre del momento y –decían– el futuro sucesor presidencial”.

Ese día, a un discreto veracruzano, de usual corbata de moñito y sombrero en mano sobre el pecho, nadie lo apapachaba. Era el secretario de Gobernación, don Adolfo Ruiz Cortines.

Discreto, como siempre, el gran jugador de dominó, afición que comenzó a practicar en La Parroquia, cerró su jugada ahorcando la mula de seises. Tal vez ya presentía que su paisano le dejaría la silla.

En esos días, se hablaba de la posible reelección de Alemán Valdés. Al ser interrogado, por los reporteros, el secretario de Gobernación les contestó, tras de ajustarse el moñito de la corbata: “…después de una Cocacola, que bien sabe otra Cocacola”. Sonrió y regresó a su escritorio. Sabio en su respuesta.

Así es la política, a la que ingresó un jovencito auxiliar de contaduría y que engrosó las filas militares. Entró varias veces, como combatiente, al campo de batalla y alcanzó el grado de Mayor del Ejército Mexicano; renunció a la milicia en 1926. En la Revolución Mexicana, estuvo a las órdenes del ingeniero militar Alfredo Robles Domínguez.

Después colaboró, con los generales Heriberto Jara y Jacinto B. Treviño, en tareas administrativas. Ambos carrancistas de corazón.

CUIDÓ EL TESORO NACIONAL

El mayor, de 30 años de edad, fue comisionado para rescatar el oro que Venustiano Carranza llevaba para establecer el gobierno en el Puerto de Veracruz. Ciento cincuenta millones de pesos, guardados en bolsas y cajas de seguridad.

Ruiz Cortines custodió el tesoro nacional, depositado en un vagón del Tren Olivo, ferrocarril presidencial, desde el pueblito San Francisco Aljibes, Puebla, hasta la Capital Mexicana y lo puso en manos del presidente interino, Adolfo de la Huerta. No faltaba ni una moneda.

Ese detalle de honradez motivó que en la campaña político electoral de Manuel Ávila Camacho fuese el tesorero, nombrado por Miguel Alemán Valdés.

Este ilustre veracruzano, gran bailarín de danzón y conocido por el apodo de “El Faquir”, recordó ser testigo del momento en que Porfirio Díaz y su esposa, abordaron el barco alemán Ypiranga, 31 de mayo de 1911, hacia París.

Don Adolfo durante siete años, a partir de 1905, trabajó como auxiliar en un despacho donde “aprendió a conciencia la teneduría de libros”.

Huérfano de Adolfo Ruiz Tejeda, desde 1894, su madre María Cortines Cotera se hizo cargo de la familia.

En cierta ocasión, doña María carecía de recursos y su hijo buscó emplearse. La señora le dijo: “No te preocupes Adolfo, tu hermana tejió un suéter y ya tenemos para comer”.

Cuando Ruiz Cortines estaba en la política y era candidato a gobernador, se hizo circular la versión de que, en la invasión norteamericana de 1914, había “traicionado a México”. En 1951 esa bandera la esgrimió el general Francisco J. Múgica al apoyar a Miguel Henríquez Guzmán.

Quedó aclarado que en la aduana trabajaba Adolfo Ruiz C., pero no se trataba del candidato. Mi amigo Renato Leduc me confirmó ese dato; Renato era telegrafista en el Puerto de Veracruz y conoció al otro Adolfo Ruiz C.

LLEGA A LA CAPITAL

Después de su participación como militar, sirviendo a Venustiano Carranza, por medio de Robles Domínguez, Adolfo, de 22 años, hace su arribo al Distrito Federal. El ingeniero militar, guanajuatense, primero representó a Carranza en la Capital y después fue nombrado gobernador, en 1914.

Así inició su carrera política, ligándose a los políticos que detentaban el poder. Álvaro Obregón ya era el Presidente de la República, lo sucedió Plutarco Elías Calles.

El porteño, continuó en diferentes cargos burocráticos hasta ser nombrado Oficial Mayor del Gobierno del D.F.; electo diputado federal y luego Secretario General de Gobierno en Veracruz, con el licenciado Alemán Valdés. Con el presidente Ávila Camacho, Oficial Mayor en Gobernación.

De esa secretaría sale para gobernador de Veracruz, de 1944 a 1948. Al morir el campechano Héctor Pérez Martínez, don Adolfo lo sustituye como titular en Gobernación y de ahí a la Presidencia de la República.

REJUVENECIÓ “EL VIEJITO”

“El Viejito”, ¿Aguantará los seis años?

La sarcástica pregunta circuló en el diciembre de 1952.

Don Adolfo Ruiz Cortines se cruzó la banda presidencial a los 62 años y 322 días de edad. Otros cinco mandatarios, tres de ellos en el Siglo XIX, lo superaron en edad al asumir el poder.

Los mal pensados decían, en los pasillos de Palacio Nacional, don Adolfo “ya está muy grande y a lo mejor se muere”. El licenciado Miguel Alemán “puede regresar”.

Nada pasó y Ruiz Cortines demostró tener la suficiente energía física y estar en perfectas condiciones de salud, como cuando joven recorría lo prostíbulos veracruzanos. Maestro, único, en el manejo del tablero político.

Sus frases revelaban el pensamiento para actuar como Jefe del Ejecutivo Federal: “Unidad y Trabajo”, “Al Trabajo Fecundo y Creador”. Ejecutó su programa La Marcha al Mar, con resultados altamente positivos.

No faltaron versiones de que “El Viejito” tenía admiración por la curvilínea michoacana Lilia Prado. A los 26 años se casó con Lucía Gutiérrez Carrillo y tuvieron un hijo y dos hijas, Adolfo, Cristina y Lucía. La muerte de su vástago le dolió mucho y en esa ocasión lo vieron llorar, sufrió mucho. El matrimonio terminó, a los 20 años, en 1935.

Con María de los Dolores Izaguirre Castañares fue esposo de 1941 a 1973. No tuvieron hijos. Ambos consumaron segundas nupcias. María Izaguirre, como fue conocida, fue Primera Dama de Veracruz y después lo sería de México.

En los días se campaña político electoral, en Mérida conoció a una guapa joven de nombre Flor Campos y tuvieron relaciones, naciendo una niña bautizada como Flor Ruiz Campos, quien aún vive en la capital yucateca.

Don Pepe Castañeda y Humberto Romero Pérez fueron, por años, los dos colaboradores más cercanos y de absoluta confianza de ARC. Don Pepe contaba las más increíbles anécdotas de su patrón y el michoacano confiaba detalles del manejo político del presidente.

CANTÓ, EXITOSAMENTE, ÓPERA

Hijo del teniente coronel David Negrete Fernández y de Emilia Moreno Anaya, Jorge Negrete, alcanzaría arrolladores triunfos en México, Argentina y Chile, como intérprete de la canción ranchera y en especial de “su himno” México Lindo y Querido, después de haber cantado ópera.

La carrera artística del guanajuatense, barítono, se inició después de graduarse como teniente de Caballería, en el Heroico Colegio Militar. Realizó estudios militares en París y en Roma. Hablaba inglés, francés e italiano, además la lengua náhuatl.

En 1930 en la estación de radio XERT, en el Distrito Federal, debutó como cante de ópera y su primera interpretación fue O Sole Mío, del italiano Giovanni Caporro. Dos años después hizo varias grabaciones discográficas de ópera. Su amigo Pedro Infante, lo indujo a cambiar a la música ranchera.

La primera composición musical que lo encumbró fue ¡Ay, Jalisco, No Te Rajes! Los autores Manuel Esperón y Ernesto Cortazar “apadrinaron” a Negrete y le “llovieron” contratos para presentaciones en teatros tanto de la Capital como del interior de la República.

A los sets cinematográficos fue llamado, a partir de 1937. “La Madrina del Diablo”, su primera cinta, filmó al lado de la jovencita María Fernanda Ibáñez García, hija de Sara García y del actor Fernando Ibáñez Carranza; en el reparto estaba Miguel Manzano, quien dejó una larga historia con sus magníficas actuaciones.

De buena presencia, voz varonil, plenamente entregado a su vida en los teatros y en la radio. La popularidad aumentó por sus actuaciones en el cine, al lado de Gloria Marín, María Félix, Pedro Infante, Luis Aguilar, Pedro Armendáriz, Andrés Soler, Sara García y Rebeca Iturbide.

Algunos títulos aún en exhibición –vía televisión—Dos Tipos de Cuidado, Los Tres Alegres Compadres, ¡Ay Jalisco No Te Rajes!, El Rapto, Allá en el Rancho Grande.

Un avasallador triunfo tuvo en sus presentaciones en el histórico y legendario Teatro Colón, en Buenos Aires, Argentina. Aclamado en los escenarios de Chile. En España el dictador Francisco Franco de hecho le cerró las puertas, porque Jorge era de ideas liberales. Los teatros en el Sur de Estados Unidos, siempre abarrotados por mexicanos y norteamericanos.

Jorge tuvo dos hermanos David y Rubén (falleció al nacer) y tres hermanas, Consuelo, Emilia y Teresa. Su primera esposa fue Elisa Christy, con quien procreó a su única hija, Diana. En 1952 se casó con María Félix. Mantuvo relaciones de pareja con Gloria Marín Y Elsa Aguirre.

REGRESA EN ATAÚD

En los últimos meses Jorge viajó hacia poblados norteamericanos, donde vivió algún tiempo y en su etapa juvenil se alistó para ir a la Segunda Guerra Mundial, pero no lo aceptaron.

En noviembre de 1952 fue internado en el Hospital Lebanon Cedars, en Los Ángeles, California. Se le reventaron unas úlceras en el esófago y en el estómago, después tuvo complicaciones en el hígado, pues había padecido Hepatitis C.

Vino a la memoria de los mexicanos que Jorge Negrete hizo popular la canción “México Lindo y Querido”, de Chucho Monge. En el funeral, en el Lote de Actores, Panteón Jardín, en el D.F., la interpretaron mariachis.

El Presidente Ruiz Cortines envió un avión oficial por los restos de Jorge. Se dispuso rendirle un homenaje, de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes y el ataúd cubierto con un lienzo del Lábaro Patrio.

Así terminó sus días el guanajuatense que, en sus años mozos, intentó ser torero. Fue líder en la Asociación Nacional de Actores. El teatro donde sesionan los actores y las actrices lleva el nombre de Jorge Negrete.

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