MIRADA VIOLETA/ A 30 Años De Beijing: Feminismos, Fuerza Transformadora

GUADALUPE RAMOS PONCE

SemMéxico, Guadalajara, Jalisco. En esta semana me encuentro en Lima, Perú, en diversas actividades del CLADEM, Diakonía y de otras redes y organizaciones nacionales y regionales. Especialmente es la participación de diversas feministas en el Seminario Regional: “A 30 Años de Beijing: Feminismos, Fuerza Transformadora”. Tuve la oportunidad de compartir el mismo espacio reflexivo con Virginia Vargas de Perú, Rita Segato de Argentina, Liz Meléndez de Perú, Lucy Garrido de Uruguay, Karla Cheng de Guatemala y yo de México, compartimos experiencias de lucha, de sueños de esperanzas, pero también de resistencias feministas. Tuve la oportunidad también de participar en un Tribunal sobre feminicidios y mujeres desaparecidas, organizado por Flora Tristán y Familias Unidas por la Justicia, en donde Julissa Mantilla, Ingrid Díaz Castillo y yo fungimos como Juezas, en casos dolorosos donde las familias aún esperan justicia.

Habrá una diversidad de actividades sobre Democracia, paridad y feminismos.

Beijing nos dio un lenguaje común, una hoja de ruta y una convicción:

que la igualdad entre mujeres y hombres no es opcional, es un deber de los Estados.

Pero, sobre todo, Beijing nos enseñó que los cambios no se regalan: se conquistan.

Treinta años después, en México y en la región podemos decir algo con total claridad: si algo ha cambiado, es porque los feminismos empujaron, cuestionaron, marcharon, investigaron, denunciaron y pusieron el cuerpo para que la justicia avanzara.

Beijing 1995 marcó un antes y un después por tres razones:

Nombró las desigualdades estructurales que enfrentamos las mujeres: económicas, políticas, culturales, raciales, territoriales.

Colocó la violencia contra las mujeres como una violación de derechos humanos, no como un asunto privado o doméstico.

Reconoció la autonomía y la libertad como pilares para la ciudadanía plena de las mujeres.

La Plataforma de Acción sigue siendo, hasta hoy, la agenda feminista más ambiciosa adoptada por gobiernos del mundo.

Pero la fuerza que la hizo posible no estaba en los gobiernos:

estaba en los movimientos feministas que articularon un consenso global.

Aunque a veces se quiera olvidar, o minimizar, lo cierto es que en México y en América Latina y el Caribe, los cambios en estos 30 años son porque las mujeres no dejamos de exigir derechos. Algunos de estos cambios sustantivos son:

  1. a) La paridad transformó la política mexicana

Pasamos de ser invitadas a ser sujetas de derechos políticos.

La paridad en todo obligó a repensar el poder, los liderazgos, las agendas y los presupuestos.

México es hoy uno de los países con más mujeres en espacios de decisión.

Pero ese avance tiene nombre: se llama lucha feminista.

  1. b) La tipificación del feminicidio cambió la manera de ver la violencia

Hace tres décadas, los asesinatos de mujeres se clasificaban como “crímenes pasionales”.

Hoy, el feminicidio es un tipo penal que reconoce el odio, la desigualdad y la violencia estructural.

Este avance, sin embargo, no ha frenado la tragedia:

Seguimos en México con 11 feminicidios diarios, fiscalías rebasadas y un sistema de justicia que no investiga con la debida diligencia.

  1. c) Derechos sexuales y reproductivos: una conquista desde las calles

La despenalización del aborto en varios estados y la sentencia de la Suprema Corte son logros históricos, pero no son una concesión.

Son producto de décadas de activismo, litigio estratégico, investigación y acompañamiento comunitario.

  1. d) Instituciones para la igualdad

La creación del INMUJERES, las fiscalías especializadas, los centros de justicia para mujeres, los observatorios y los mecanismos de género en poderes judiciales no surgieron por iluminación gubernamental.

Surgieron porque las feministas empujamos para institucionalizar la agenda.

  1. e) La revolución generacional

Las jóvenes han tomado el espacio público con una claridad política extraordinaria.

Son herederas de Beijing, pero también creadoras de nuevas formas de resistencia: digitales, urbanas, performáticas, colectivas.

Su fuerza nos recuerda que el feminismo es un movimiento vivo, multigeneracional y profundamente transformador.

La transformación feminista no tiene marcha atrás. A treinta años de Beijing podemos afirmar que los feminismos son la fuerza transformadora más importante en México y en la Región.

Hemos cambiado leyes, sentencias, narrativas, presupuestos, espacios de poder y formas de organización social.

Beijing nos dio un camino, pero nosotras lo hemos recorrido.

Y lo vamos a seguir recorriendo.

Porque si algo muestran estos 30 años es que:

Sin feminismo no hay democracia.

Sin igualdad no hay justicia.

Y sin mujeres no hay futuro posible.

Dra. María Guadalupe Ramos Ponce

Coordinadora Regional de CLADEM

Profesora Investigadora de la UdeG.

@dralupitaramosp

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