
JUAN CHÁVEZ
The Daily Digest ha señalado, tras la marcha de Generación Z, que “México arrincona a su presidenta”.
En tal tesitura hay que advertir que Morena se deteriora, que la expulsión tardía de Hernán Bermúdez
Requena y los escándalos de Adán Augusto López, Fernández Noroña y “Andy” López Beltrán, mantienen colgado de un hilo al partido guinda.
Está también, contra las posturas morenistas, Donald Trump, que el lunes disparó nuevo tiro contra México y su presidenta.
El presidente de Estados Unidos advirtió que analiza autorizar ataques contra cárteles del narcotráfico dentro de territorio mexicano, al señalar que no está satisfecho con los resultados del combate a las drogas. La declaración, emitida desde la Casa Blanca, eleva la tensión bilateral y abre un escenario de riesgo diplomático para México y la región.
Dijo, además, “ya no estar contento con México”.
El mandatario aseguró que mantiene comunicación constante con el gobierno mexicano y que este “conoce bien” su postura. “Pongámoslo de esta manera: no estoy contento con México”, afirmó, tras señalar que las drogas han provocado la muerte de cientos de miles de personas en Estados Unidos.
Las palabras de Trump suponen un cambio de tono, pues hasta ahora ha elogiado a la presidenta mexicana, por su cooperación con Estados Unidos en el combate al narcotráfico.
El mandatario dio estas declaraciones a la prensa en el Despacho Oval en medio de la Operación Lanza del Sur, que ha ordenado para combatir el narcotráfico en Latinoamérica y que ha elevado especialmente la tensión con Venezuela ante un posible ataque estadounidense dentro de su territorio.
Desde septiembre, el Ejército estadounidense ha destruido una veintena de lanchas en el Caribe y el Pacífico, cerca de Venezuela y Colombia, matando extrajudicialmente a más de 70 personas, a las que califica de «narcoterroristas».
Esto último debe juzgarse como advertencia a México. Los cárteles, calificados de terroristas por Trump, están bajo su lupa. Esto es incuestionable y no debiera sorprendernos ser invadidos por drones gringos que dinamiten las zonas ocupadas por sicarios de los cárteles de la droga.
Se dice que la marcha del sábado 15 logró exhibir la fragilidad del gobierno y la imposibilidad de escuchar a quienes no comulgan con sus ideas o gestión.
En la marcha todos pelearon… y nadie ganó.
Convocada por la Generación Z reunió a miles de personas que recorrieron el centro de la capital del país y otras 50 ciudades para protestar contra el gobierno federal. Sin embargo, varias de estas movilizaciones terminaron en serios enfrentamientos que dejaron claro algo incómodo: nadie ganó.
Las protestas combinaron rabia, hartazgo social, reclamos políticos y un ambiente de confrontación. Pero, al final, nadie ganó.
En muchas ciudades participaron figuras de la oposición, así como grupos afines a la llamada ultraderecha. El resultado, otra vez, fue el mismo: nadie ganó.
En la capital del país, por primera vez, grupos infiltrados del llamado bloque negro lograron derribar las pesadas vallas colocadas por el gobierno para resguardar el Palacio Nacional. Tampoco ahí hubo vencedores: nadie ganó.
Las imágenes de violencia se multiplicaron: manifestantes golpeando a policías; granaderos agrediendo brutalmente a mujeres, hombres y jóvenes. Una de esas escenas —un hombre siendo pateado en la cabeza mientras yace en el suelo— recorrió el mundo. Y, pese al impacto global, nadie ganó.
El jueves 20, aniversario de la Revolución Mexicana, habrá otra marcha de la Generación Z. Seguirá la presión contra el gobierno que no ha sido capaz de frenar la violencia y la impunidad.
La política mexicana es un ring donde todos suben, pero nadie sale victorioso.
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