
Cuanto más cautelosamente demores
en escribir una idea, más madura será
su desarrollo al entregarse a sí misma
Walter Benjamin
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
No se puede negar el arrastre que tuvo Andrés Manuel López Obrador con la gente. Se mostraba cercano, empático, y eso lo disfrutó durante sus tres campañas y la primera parte de su presidencia; podía decirse que, como él, ninguno. Luego vinieron los escándalos de corrupción como el de Segalmex, la falta de medicamentos, las muertes por COVID y la inseguridad. Eso lo llevó a perder gas y a refugiarse en Palacio Nacional, presentándose solo en entornos controlados.
En noviembre de 2022, como preámbulo al inicio del proceso electoral, pero sobre todo para mostrar músculo, se realizó la marcha por la 4T, esa misma donde se tomó la fotografía para su libro. Después vino la campaña y los escándalos. Nunca se reunió con los desplazados, qué decir de los padres de niños con cáncer, menos aún con las madres buscadoras, según él, por respeto a la investidura presidencial. Aquellos tiempos en que fue el rey de la calle y de la garnacha habían quedado solo en recuerdos, así como aquella ocasión en que se acercó a la camioneta en la que se trasladaba la madre de Joaquín “el Chapo” Guzmán. Ahí no hubo barreras: todos felices, en un entorno enrarecido.
Cada vez que había una manifestación —todas justificadas y que además son un derecho—, el Pejelagarto se iba de Palacio Nacional. El lugar se amurallaba para que los manifestantes no se acercaran, todo justificado en el cuidado del inmueble. Así como en los tiempos de Felipe Calderón y de Peña Nieto, los morenistas se adueñaron de la principal plaza pública, aquella que a ellos no se les negó. Hoy, en todo el perímetro, hay vallas. Eso sí, se dice que es espacio del pueblo, mejor dicho, de los suyos.
A pesar de que han querido desestimar la marcha Z desde la estrategia de comunicación y usando a sus youtuberos, hay gran expectativa. Eso sí, el Palacio y sus alrededores ya están amurallados como nunca. Quizá esperan una marcha violenta, con infiltrados, encapuchados y destrozos, así como les ocurría a ellos cuando tomaban las calles para manifestarse en los sexenios anteriores.
Varios de los organizadores ya hacen llamados en redes sociales para que la marcha del próximo sábado sea pacífica. De nuevo, desde cuentas bien identificadas con los jilgueros del régimen se lanzan llamados a la violencia. Faltan unos días, y desde la mañanera no estaría mal un mensaje de empatía hacia los jóvenes, de entendimiento y de llamado a que las protestas sean sin violencia. ¿O qué, Sheinbaum no participó en el movimiento estudiantil de la UNAM, en el CU de 1986?
Los liderazgos de López y Sheinbaum han transitado de la cercanía y el contacto directo con la gente a un ejercicio de poder cada vez más encerrado y distante. Lo que alguna vez fue un movimiento de masas y de calle se transformó en un gobierno que amuralla al pueblo al que dice representar, porque Claudia es presidenta de todos, hasta de los inconformes… Pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.
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