PULSO/ Manto protector

EDUARDO MERAZ

No fueron suficientes los abrazos, tampoco ayudan las mañaneras y mucho menos las carpetas de investigación para impedir la duplicación de males para los mexicanos en salud, educación, inseguridad, desastres, economía y un casi infinito etcétera.

Así, en la vasta geografía del desencanto, México se cubre con un manto que no protege, sino que oculta; un manto tejido con palabras huecas, promesas evaporadas y apapachos vueltos rituales de negación e indolencia.

El país, como un paciente crónico, ha aprendido a vivir con la fiebre constante de la violencia, la anemia educativa, las fracturas en el sistema de salud, y la parálisis económica; postrado en la ignominia, el pueblo bueno y sabio, mira al techo de un Palacio que ya no inspira sino fatiga.

En el mejor de los casos, los siete años de cuatroteísmo han casi duplicado el número de asesinatos a un periodo similar previo, acentuado la militarización del país, degradar un sistema de salud colapsado y decenas de funcionarios y dirigentes morenistas eructando mentiras, después de atascarse de recursos públicos.

Siete años lejos de ser un ciclo de transformación, se han convertido en una espiral de duplicaciones, sobre todo de carpetas de investigación que no investigan, de discursos que no dicen, de mañaneras que no amanecen. El país se ha vuelto un eco de sí mismo, repitiendo sus males con una cadencia cada vez más ensordecedora.

La narrativa oficial, emanada desde el atril presidencial, ha perdido su lustre. Ya no convence ni a los convencidos. La culpa, siempre ajena, se lanza como piedra contra los espejos del pasado, mientras el presente se desmorona en silencio.

La auto victimización, ese recurso tan socorrido, ha dejado de ser eficaz; el pueblo, ese que alguna vez creyó en la redención por decreto, ahora canta en voz baja: “diciembre me gustó pa’ que te vayas”, como quien despide a un huésped que nunca trajo regalos, solo excusas y penurias.

La impunidad, ese monstruo de mil cabezas, sigue danzando impasible. Crímenes contra periodistas, líderes sociales, ambientalistas y ciudadanos comunes se acumulan como piedras en el camino, sin que nadie se atreva a moverlas.

Las carpetas de investigación se apilan como libros sin leer, y los funcionarios morenistas, lejos de ofrecer respuestas, repiten mentiras con la naturalidad de quien ha hecho del cinismo su segunda piel.

La militarización, presentada como bálsamo, ha resultado ser veneno; las calles, antes llenas de vida, ahora se llenan de uniformes,  miedo, balas y sangre.

Los hospitales, otrora refugios, son ahora salas de espera eternas, donde la esperanza se mide en horas y la atención en ausencias.

La educación, ese pilar que sostiene el futuro, ha sido relegada a la retórica, donde los maestros, antes héroes y ejemplo, hoy dan lástima, tanto por sus condiciones económicas como por su apostolado ausente y alumnos tiktokeados en lo efímero y banal.

La economía, mientras tanto, se balancea en la cuerda floja de las ocurrencias, sin red ni dirección. El país, como un equilibrista sin entrenamiento, camina hacia el abismo deudor con los ojos vendados por la propaganda.

En el volcán, la flor: cada vez más miradas se desvían del atril y se enfocan en la realidad; el discurso oficial, antes incuestionable, ahora se enfrenta a la crítica, al escepticismo, al hartazgo.

La canción que antes se murmuraba en privado, ahora se canta en plazas, en redes, en corazones: “diciembre me gustó pa’ que te vayas”, pues ese manto protector que prometía cobijo, ha resultado ser como el pañuelito blanco amlista que no cubre, sino que oculta. Un disfraz de transformación que esconde la continuidad del desastre.

La gobernanza, lejos de ser ejercicio de responsabilidad, se ha vuelto espectáculo de evasión y la política ahora es simulacro.

Y llegará el momento de tener un relato sin mantras, sin abrazos vacíos, sin mañaneras que repiten lo irreal, tiempo de un manto protector tejido de nuevo, con verdades y hechos ciudadanos, lejos del Palacio.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Karoline Leavitt, secretaria de Prensa de la Casa Blanca, dijo en conferencia de prensa que el Gobierno del presidente Donald Trump “está al tanto de lo ocurrido y condena toda violencia política en cualquiera de sus formas”.

Leavitt añadió que “Estados Unidos continúa presionando a México para que haga más en el combate al narcotráfico y los cárteles dentro de su país”, aunque aclaró que “trabajan con el gobierno de México de todas las maneras posibles”.

www.entresemana.mx

Check Also

PULSO/ Se va, se va y se fue

EDUARDO MERAZ Sin necesidad de esperar información del vecino del norte, el fiscal General de …