
JUAN CHÁVEZ
Desde el viernes 10 de octubre se previó lo que aconteció en Poza Rica el domingo 12, cuando la población, a las 5:30 de la mañana, buscaba ponerse a salvo de la inundación que arrastraba coches y muebles de sus casas.
La corriente era incontenible. Alcanzaba hasta dos metros de altura. El desbordamiento del río Cazones había sido pronosticado por las intensas lluvias que desde el jueves 9 azotaban la región.
El muro de contención inconcluido por el gobierno de la cuatroté, anunciaba la inminente crecida del río.
La inundación de Poza Rica ha sido descrita por un columnista “como bíblica”. Es decir, el cielo se está vaciando con precipitaciones que abarcan todo el país y que han producido, según las autoridades de protección civil, 64 muertos y 65 desaparecidos.
La población de Poza Rica estima que los muertos en su comunidad son más de 30.
Desaparecido el Fondo de Emergencias Nacionales (FONDEN), al que le dio muerte de un plumazo López Obrador, la presidenta Sheinbaum declara que se cuenta con 19 mil millones de pesos para auxiliar a las víctimas de las inundaciones. Hasta ahora, señaló, se han invertido tres mil millones de pesos.
Pero esa cantidad no será suficiente para reconstruir Poza Rica y auxiliar económicamente a quienes sufrieron la pérdida de su patrimonio, incluidos los serios daños a sus viviendas.
La presidenta estuvo el domingo en Poza Rica. Antes había estado en otras entidades donde las lluvias han producido severos daños a los poblados.
Se nota que no es su arena natural, pero es mejor que vaya a que no vaya. Pienso que aún con el tropiezo, su gira por varios Estados le sumó más de lo que le restó esa incómoda parada en Veracruz. Incomoda porque la comunidad le gritaba exigiendo auxilio. Ella, en gesto altanero, se llevó el índice de la mano derecha a los labios, demandándoles callar.
La presencia de la mandataria sacude a los funcionarios, desatora la burocracia y genera esperanza en quienes sufren la pérdida. Quizá sólo tenga que mentalizarse para endurecer un poco la piel, entender que la gente que le está hablando acaba de perder a un ser querido, o vio arrastrado por la creciente de un río el patrimonio construido en una vida entera de trabajo. Son comprensibles su enojo, su ira.
Queda para una revisión mucho más crítica la actuación de las autoridades frente a la tragedia. Con presas y ríos llenos, una lluvia así tenía potencial catastrófico. Más de 60 personas muertas es un saldo descabellado aún si se tratara de un huracán categoría 5. Y no lo fue: fueron lluvias fuertes.
¿Falló el pronóstico o lo que falló fue la reacción ante el pronóstico?
El gobierno dice que falló el pronóstico. “No se esperaba que fuera de esta magnitud. No había ninguna condición científica que pudiera indicarnos que la lluvia iba a ser de esta magnitud”, aseguró la Sheinbaum. “Esto sí es predecible, sí es identificable desde que uno analiza el contexto meteorológico, sin embargo, identificar exactamente cuánta lluvia va a caer no es tan sencillo.
Con el paso de los días sabremos qué falló. No hay que olvidar que cuando Otis, el Gobierno de AMLO no avisó. El presidente y sus propagandistas quisieron culpar a que falló el pronóstico. Rápido se supo que la información sobre la gravedad del fenómeno siempre estuvo ahí, nomás que ellos no reaccionaron con la alerta que ameritaba.
O sea, la realidad gritaba, pero prefirieron callarla. Dura metáfora.
En su visita a Poza Rica, luego de que el violento desbordamiento del Río Cazones dejara al municipio bajo el agua, la presidenta Claudia Sheinbaum dijo que a nadie se le va a dejar desamparado.
Pero a los habitantes de Poza Rica ya los habían dejado desamparados. Porque todos sabían lo que iba a ocurrir. Estaba pronosticado.
Más de 70 colonias, con manzanas específicas, fueron declaradas en riesgo. El documento advirtió que la zona urbana de Poza Rica corre de manera contigua a uno de los 15 ríos con mayor caudal en el país.
Se advirtió que más de cien mil habitantes, en su mayor parte de escasos recursos, se hallaban en riesgo frente a la alta probabilidad de ocurrencia de lluvias extraordinarias.
En su primera aparición, la gobernadora Rocío Nahle dijo que el río se había desbordado “ligeramente”. Pero era peor que en la inundación de 1999.
Dejaron pasar horas críticas. Les dicen ahora que a nadie se le va a dejar desamparado. Ellos tuvieron solo diez minutos para echarse a correr.
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