EL OTRO DATO/ Marinos: corrupción e impunidad huachicolera

JUAN CHÁVEZ

“No me vengan con que el presidente López no sabía, no se enteraba o lo engañaban. Eso es falso. El presidente de México está informado de todo lo que sucede. Y las transas grandes llevan siempre su visto bueno; aunque no firme, él autoriza, tolera y permite”.

Las palabras no son mías, estimados lectores. Son de Andrés Manuel López Obrador. El mismo que convirtió a las fuerzas armadas en omnipresentes administradores del país: carreteras, aeropuertos, trenes, bancos… y aduanas. Sí, esas aduanas donde, según la Auditoría Superior de la Federación, entre 2021 y 2023 se detectaron irregularidades millonarias en la recaudación, omisiones en controles y pérdidas de combustible robado. El Ejército y la Marina, lejos de sanearlas, las convirtieron en un botín con uniforme.

Ahora que Sheinbaum y el secretario de Seguridad Omar García Harfuch han “descubierto el mundo” con las aprehensiones de funcionarios aduaneros y marinos implicados en el huachileo, doy estos datos significativos de la ilegal práctica que resulta un golpe millonario a las finanzas públicas:

*23 buques con huachicol financiero atracaron en 2024 en el puerto de Tampico.

*30 por ciento del combustible que se comercia es ilegal.

*40 por ciento de la gasolina que se consume es importada de contrabando.

El contrabando de combustibles en el último año de López Obrador en el poder significó una pérdida para el erario nacional de 180 mil millones de pesos.

La detención de un vicealmirante y de varios marinos por participar en una red de huachicol fiscal no es un episodio aislado, sino el desenlace lógico de haber entregado a la Marina la llave de los puertos.

La presidenta Sheinbaum, acompañada de su escudero Harfuch, arrancó 2025 preparando el terreno para el golpe mediático que hoy vemos. El caso explotó desde marzo, cuando se decomisaron más de 10 millones de litros de diésel en el puerto de Tampico. Aquello no fue un golpe aislado, sino el hilo suelto en un bordado criminal que llevaba al menos una década operando. El boquete a las finanzas públicas es de más de 9 mil millones de dólares anuales. Una sangría de Estado consentida, tolerada y, por lo visto, organizada desde dentro.

En palabras de la propia Sheinbaum: “Como bien dijo el fiscal de la República, el ex secretario de Marina Ojeda denunció hace dos años; ahora, cuando llega este tanque cargado de diésel, da mejores pruebas para hacer las detenciones”. Traducido al castellano ciudadano: alguien denunció, nadie hizo nada, y ahora que la evidencia se volvió grotescamente visible, se apresuraron a actuar.

Uno de los efectos previsibles de meter a las Fuerzas Armadas a la vida pública era la corrupción.

Poner marinos al frente de las aduanas o a los soldados a manejar empresas de turismo y aeropuertos lo único que aseguraba era la corrupción de las Fuerzas Armadas. Y no es que no hayan sido corruptas antes, siempre han vivido en la más absoluta opacidad e impunidad.

La diferencia estriba en que antes la corrupción se limitaba al presupuesto de ambas secretarías; hoy manejan muchas funciones y programas de Gobierno que hace que por sus manos pasen miles de millones de pesos, centenares de trámites y por lo mismo decenas de oportunidades de corrupción todos los días.

En esta visión tan maniquea del ex presidente López Obrador, y que es sello de la casa cuatrotera, el mundo se divide en buenos y malos: pueblo bueno contra conservadores, neoliberales y todo aquel que no esté de acuerdo.

Las Fuerzas Armadas, enemigo histórico de los movimientos de izquierda pasaron al “lado correcto de la historia” (la misma concepción de que hay un lado correcto en la historia es autoritaria, digna del fascismo o el estalinismo) cuando el presidente López decidió asignarles más de 200 tareas que antes tenían los civiles con la excusa de que era una nómina que el Estado ya pagaba y, siendo este un país sin guerras, había que ponerlos en otras tareas.

De un plumazo, las Fuerzas Armadas pasaron en el discurso obradorista de represores de movimientos populares a pueblo uniformado.

La corrupción no es un asunto de buenos y malos, sino de sistemas de equilibrio y combate a la impunidad. Si las Fuerzas Armadas no tienen contrapesos, si el gobierno no tiene contrapesos, el combate a la corrupción seguirá siendo puntual y anecdótico.

www.entresemana.mx

Check Also

EL OTRO DATO/ El domingo 14, la Generación Z volverá a las calles de México

JUAN CHÁVEZ Es de esperarse que la nueva marcha no sea reprimida y que la …