
IRMA PILAR ORTIZ
¿En verdad?
¿Para qué se sigan retorciendo?
Esa expresión no es la de una estadista, como todos esperamos se convierta, algún día, la presidenta de México. ¿Y dónde quedó la visión de Estado que debería tener el Primer Mandatario? Escuchar a la presidenta Sheinbaum decir eso a los críticos del actual gobierno resulta hasta grotesco, porque no se espera una actitud así de una mujer que se dice “científica”, con un doctorado en Ingeniería Energética.
Ese “para que se sigan retorciendo” de la presidenta Sheinbaum sólo muestra que le molestan las críticas y llama la atención que pretenda halagos a sus raquíticos resultados en la administración pública, cuando el compromiso que asumió al ser electa fue el de dar buenos resultados, sin esperar reconocimientos ni un eterno y ciego agradecimiento.
Porque presumen una reducción de la pobreza del 13.5 por ciento y la llegada de 34 mil millones de dólares en inversión extranjera directa, en el segundo trimestre de este año, pero no hablan de que hay un menor dinamismo del mercado laboral, las tasas de interés están por los cielos y hay una contracción del gasto público.
No reconocen que crecieron las carencias sociales, especialmente el acceso a los servicios de salud: seis de cada diez mexicanos reciben un servicio médico en el sector privado. Actualmente, 44.5 millones de mexicanos no cuentan con atención a la salud y 62.7 millones carecen de seguridad social, mientras el gasto de bolsillo en salud aumentó más del 40 por ciento, en promedio; en una cifra muy conservadora, se habla de 6 mil 400 pesos anuales, lo que afecta principalmente a familias de menores ingresos.
Dicen que en seis años el ingreso de las personas aumentó en un 16 por ciento, pero usan a su favor el incremento al salario mínimo, que cae sobre las espaldas de los patrones, y la llegada del dinero que envían los mexicanos que trabajan en Estados Unidos. Y este 16 por ciento significa que ¿viven mejor? La respuesta es NO.
Realmente nos debe preocupar la debilidad de las finanzas del gobierno, porque de ella dependen los programas sociales, así como los servicios de salud, educación y seguridad social.
Resulta interesante el análisis que hace el coordinador de los diputados priistas, Rubén Moreira que recuerda que con “Enrique Peña Nieto, en Hidalgo la carencia de salud era del 14 por ciento, mientras que con López Obrador subió al 43 por ciento; en Chiapas pasó del 15 por ciento al 63 por ciento, y en Puebla del 17 por ciento al 47 por ciento. Es decir, hoy casi la mitad de los mexicanos no tiene acceso a servicios médicos”.
Según el INEGI 13.5 millones de personas dejaron de ser pobres, pero en el mismo periodo 24.5 millones se quedaron sin acceso a la salud; hay 62.7 millones de personas con carencias de seguridad social, porque no están afiliadas o cotizan en el IMSS; es decir, no han salido de la pobreza.
46 millones de mexicanos viven por debajo de la línea de pobreza. Y es que entre, recortes y desaparición de programas, las entidades federativas dejaron de recibir cerca de 2.5 billones de pesos, equivalentes a casi el 30 por ciento del presupuesto nacional, con lo que se afecta a la ciudadanía en los servicios de salud y educación
Así que el “para que se sigan retorciendo” bien puede ser un crudo e inhumano mensaje para aquellos que necesitan servicio médico especializado. Les molesta que se los digan, pero ¿de qué otra forma entender esa expresión?
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