
MARTÍN DE J. TAKAGUI
Navegando por Tabasco y sus alrededores, es imposible no escuchar en restaurantes, comercios y antros al astro de la música tropical mexicana Chicoché, quien tiene grandes similitudes con el viejo expresidente, quienes intercambian origen y lugares de éxitos.
El expresidente nació en Tabasco y sus grandes éxitos iniciaron en la Ciudad de México que antes fue el Distrito Federal, mientras que el músico del pantalón de peto, nació en la capital del país y sus grandes éxitos salieron de tierras tabasqueñas.
Pero las coincidencias no se limitan a ello, porque el viejo expresidente dejó clara su admiración por la música de su paisano adoptado, cada vez que criticaba a los neoliberales, por sus excesivos y lujosos gastos, siempre les preguntaba les decía: “como cantaba Chicoché: ¿Quién pompó, quién pompó viajecito quién pompó?
La semana pasada, ni más ni menos que el hijo de aquel viejo expresidente que decía que habría que vivir en la justa medianía o en la pobreza franciscana fue visto en el tercer hotel más lujoso de Tokyo, Japón, a donde viajó para “disfrutar de un merecido viaje de vacaciones después de muchas y extenuantes jornadas de trabajo”, en su calidad de secretario de Organización del Comité Nacional del Partido Morena.
Millones de mexicanos quisiéramos ver al viejo expresidente cantarle a su hijo Andy López Beltrán “quién pompó… quién pompó, quién pompó viajecito, quién pompó”, ya que tan solo una cena ahí en el lujosísimo hotel The Okura Tokyo tuvo un costo de 377 mil 600 yenes, es decir, un gasto de 47 mil 627 pesos mexicanos, según una investigación de mi amigo Juan Omar Fierro, reportero de Aristegui Noticias, quien compartió crédito con Sebastián Barragán.
Ofensivos los gastos del hijo de aquel, que cuando era jefe de gobierno de la Ciudad de México, a principios de este siglo decía que él viajaba en un Tsuru blanco y que en su cartera solamente traía 200 pesos, que no se necesitaban más que un par de zapatos.
La presidenta de Morena, Luisa María Alcalde Luján, salió hace unos días a defender a su subordinado, López Beltrán, diciendo que aunque sean militantes o dirigentes de Morena tenían todo el derecho a viajar y hacer con sus días de vacaciones lo que quiera cada quién.
Nadie cuestiona los viajes ni que haya vacaciones para los militantes, dirigentes o funcionarios de Morena, lo que ofende es la hipocresía, lo que ofende es que a ese señor Andy López Beltrán no se le conoce un título profesional, tampoco se le conoce una trayectoria de trabajo honesto o profesional.
Lo que ofende es que su padre, el señor López Obrador castigó para siempre a su más cercano colaborador, que por décadas fue su fiel escudero y su tapadera, su vocero y su jefe de prensa César Yáñez Centeno, a quien, después de sus su sombra y su más cercano colaborador lo hizo a un lado, lo sacó de su primer círculo, por haber festejado su boda con una millonaria empresaria que ofreció una fiesta “Fifí” en la que se observaron toda clase de lujo u en donde toda la cena estuvo motivada por langostas, desde la crema de entrada hasta la cruda del día siguiente.
Lo que ofende es que en esta Cuarta Transformación también fue sancionado Santiago Nieto, quien tuvo que dejar la Unidad de Inteligencia Financiera en 2021, después de conocerse los detalles de su boda en la Ciudad de Antigua, Guatemala, hasta donde llegaron en aviones privados, la mayoría de los 300 invitados.
Muchos de los asistentes, eran lo mismo, funcionarios federales, que amigos y funcionarios de la Ciudad de México, la mayoría de ellos militantes de Morena, y es ofensivo, no porque se haya casado, como César Yáñez, sino por las formas tan suntuosas de mostrarse, después de que él mismo era el considerado zar anticorrupción de México.
Y es que pagó en efectivo “para no dejar huella”, aunque se trataba de fondos fiscalmente legales, 35 mil dólares para que en uno de los aviones privados llegara Juan Francisco Ealy con su familia y otros funcionarios como Paola Ortiz, que dimitió también a su cargo porque fungía como secretaria de Turismo, en la administración de la ahora presidenta Claudia Sheinbaum.
Lo que ofende es la hipocresía con que se han manejado López Obrador y su familia, como sus allegados, hablando de austeridad y realizando gastos dignos de príncipes y de jaques, mientras que los mexicanos, en su mayoría nunca podrán pagar un viaje, ya no se diga al extranjero, sino a la capital del país, porque sus ingresos no son suficientes.
Y sí hay muchas cosas que se deben aclarar sobre los gastos que hace la familia de López Obrador, hay que pedirle a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller que aclare cómo su “bonito marido”, el viejo expresidente puede financiar los gastos de sus hijos.
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