
EDUARDO MERAZ
Buen dice el refrán: “no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre”. Y así, más o menos vemos este “compadrazgo” entre el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), muy interesados en sacarle brillo a la elección judicial y, en vez de ello, mostraron las miserias de la misma.
A un mes de arrancar funciones, el recién conformado Poder Judicial del país se estrena prácticamente sin prestigio alguno; más bien lo hará con un vergonzoso desfile de cuestionamientos éticos, académicos y profesionales.
Acordeones aparte, consejeros y magistrados electorales nos mostraron los caminos y atajos a través de las cuales, a pesar de hacer trampa o no cumplir los requisitos se puede obtener un cargo de elección popular.
Con base en las resoluciones de ambos organismos veremos el arribo al “nuevo” poder judicial, a tramposos y “burros”, con lo cual podemos confiar en su capacidad académica y la ética profesional requerida para ser juez, magistrado o ministro.
No conformes con esta exhibición de los próximos juzgadores, las titulares del INE y del TEPJF se han encargado de restregarnos en la cara todos los motivos y razones por los cuales quienes no deben ser miembros del poder judicial pues se han hecho públicas sus falencias.
Bastó un par de sesiones “acordeónicas” para que consejeros y magistrados legitimaran perfiles carentes de formación suficiente, solvencia moral o experiencia adecuada.
El proceso de selección que debía ser ejemplo de pulcritud democrática terminó por convertirse en una pasarela de irregularidades, favoritismos y negligencias institucionales que dejaron al descubierto una estructura electoral más preocupada por las apariencias que por la legalidad.
Incluso los propios organismos reconocieron públicamente las fallas de varios elegidos. Pero lejos de asumir la responsabilidad o rectificar, se enfrascaron en justificaciones tan opacas como los expedientes de los designados. ¿Puede un ciudadano confiar en jueces que ingresaron al sistema brincando los requisitos básicos y cuyos defectos han sido expuestos por los mismos que los promovieron?
Ya se han dado a conocer varios estudios sobre el “comportamiento” de los votantes el pasado 1 de junio; con base en estadísticas del propio INE, se ha demostrado el efecto en los votantes del uso de acordeones.
Por ejemplo: a mayor número de votantes participantes en casilla, menos “sistematicidad“ en los votos emitidos; por ende, a menor participación ciudadana, el ganador obtiene más sufragios. Además el orden marcado en los acordeones, se replicó en automático en las boletas, por lo cual difícilmente se puede decir que sea expresión de la voluntad popular.
Además, de estas “pequeñeces”, el UNE decidió ahondar en la exhibición de los candidatos al dar a conocer y festinar las sanciones aplicables a quienes no rindieron cuentas como debía ser y a los que se inscribieron sin tener la calidad para asumir el cargo, al obtener un promedio académico por abajo del límite establecido.
La ciudadanía no sólo ve con desconfianza a sus nuevos juzgadores, también observa con indignación a los organismos que los avalaron. Se ha perdido una oportunidad histórica de dignificar el sistema judicial, y se ha sembrado una nueva capa de escepticismo que costará años revertir.
México necesita jueces, magistrados y ministros que representen lo mejor del pensamiento jurídico. No necesita burros ni tramposos, y mucho menos necesita compadres con toga.
Quizá como en ningún otro momento de la historia del cuatroteísmo, todo el proceso de la reforma judicial ha servido para exhibir las verdaderos “sentimientos de la nación morenista”: la defensa a ultranza de los feudos -de todo tamaño- construidos a fuerza de complicidades.
Si no se exige con contundencia una revisión y corrección del proceso, los próximos años estarán marcados por sentencias viciadas, impunidad institucional y una justicia a la medida de intereses políticos. El riesgo de que este “modito” se replique en las elecciones de 2027 es profundo y no debe echarse en saco roto.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Otros tres meses de incertidumbre; ¿cuáles fueron los ofrecimientos en ambos sentidos? Varios deberían poner sus barbas a remojar, creo.
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