
JUAN CHÁVEZ
De la pobreza a la sobrevivencia. No hay más.
Quienes salen de la pobreza por una mejora ligera de su ingreso, no pasan a una condición de vida digna, sino únicamente a un nivel que podríamos denominar sobrevivencia, a falta de un mejor término.
Así hay que ver y admitir la geografía de la pobreza.
Hay 250 municipios donde el porcentaje de pobreza es muy alto (más de 90% y en 25 de ellos es más de 98%). En esos municipios hay casi 3 millones de personas en pobreza y en los otros 25 viven más de 10 millones de personas (más del triple).
¿Dónde hay más pobreza? ¿En zonas rurales o en urbanas? ¿En Chiapas o en el estado de México? ¿En Guerrero o en la CDMX? Si usted contestó que en zonas rurales, en Chiapas y en Guerrero, tiene razón. Si contestó que, en zonas urbanas, el estado de México y en la CDMX, también tiene razón.
No es broma. Mucho menos hay que avalar que cada quien maneje “sus” datos al antojo. La respuesta puede ser correcta en ambos casos, porque la pregunta no aclara si se refiere a porcentaje o a cantidad.
Si la pregunta se refiere al porcentaje de población que vive en pobreza, ciertamente es mayor en zonas rurales (49%) que en zonas urbanas (32%). Así, la geografía nos indica que en Chiapas (67%); que en el Edomex (43%); en Guerrero (60%) y en la CDMX (24%).
Pero si la pregunta refiere a la cantidad de población que vive en pobreza, la respuesta cambia: es mayor en zonas urbanas (31.3 millones de personas) que en rurales (15.5 millones); en el Edomex (7.4 millones) que en Chiapas (3.8 millones); en la CDMX (2.23 millones) que en Guerrero (2.17 millones).
En los primeros textos de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, que cumple su décimo aniversario en 2025, para clarificar esta diferencia y contestar “dónde hay más pobreza”, el dato era elocuente: en zonas rurales 2/3 de la población vive en pobreza (67%) y en zonas urbanas viven 2/3 de las personas pobres (67%).
Quedarse únicamente con los porcentajes deja fuera a la mayor parte de la población en pobreza. Con un “zoom” a la pobreza por municipio, quizá quede más claro.
Más allá de sutilezas aritméticas o juegos de palabras, para actuar frente a la pobreza no basta actuar donde hay mayor porcentaje. Por décadas muchas políticas públicas han usado sólo los porcentajes y descuidado las cantidades. El índice de marginación de Consejo Nacional de Población refuerza esta confusión, pues las zonas aisladas y baja densidad poblacional tienen mayor grado de marginación, pero por lógica tienen poca población.
De ninguna manera debe inferirse descuidar o minimizar la condición de la población que vive en las zonas de mayor marginación. El sentido de esta clarificación geográfica es entender ambas realidades. Se trata de evitar el olvido u omisión más frecuente: la pobreza urbana. Y algo más importante –pero que rebasa el espacio y propósito de este apunte– entender que se requieren acciones distintas para atender las causas de la pobreza (urbana) que son diferentes a la marginación (rural).
Entender ambas realidades es muy importante pues no se trata de cifras o estadísticas. Son vidas de personas que no pueden ejercer sus derechos, son niñas, niños, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres adultas, personas mayores, que quedan atrapadas en “trampas de pobreza” producidas por barreras estructurales ajenas a su voluntad. Son situaciones de carencia que se podrían resolver con acciones públicas efectivas.
La pobreza urbana o rural, en el norte o en el sur, es una condición grave: significa carecer del ingreso suficiente para los bienes y servicios más básicos e indispensables para sobrevivir y además tener al menos una de seis carencias, también en su nivel mínimo: acceso a servicios de salud, vivienda sin hacinamiento y con servicios, alimentación suficiente y nutritiva, para no pasar hambre.
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