Más territorio y menos escritorio

WALDO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ*

El pasado domingo 20 de julio se celebró la Octava Sesión Extraordinaria del Consejo Nacional de Morena, un encuentro central para quienes integramos a la Cuarta Transformación.

Ahí nos reunimos centenares de mexicanos que creemos firmemente que la transformación de México no se hace desde las alturas del poder, sino desde abajo, con la gente y para la gente.

Como en cada Consejo Nacional, nos reunimos 300 consejeros y consejeras de todo el país con un objetivo claro: consolidar a Morena como un partido auténticamente popular, arraigado en el territorio, alejado de las prácticas cupulares que, por décadas, definieron a la política tradicional.

Reafirmamos nuestro compromiso de volver al origen, de tocar casa por casa, de construir desde las calles, los barrios y las comunidades la continuidad del proyecto de nación que inició nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador y que hoy encabeza con orgullo, fuerza y dignidad, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.

Nuestro mandato desde nuestra dirigencia es claro: Morena no puede convertirse en un partido de escritorio. Debemos seguir siendo un movimiento de base, con presencia territorial real, con militancia activa y comprometida, con estructuras vivas que no solo aparecerán en tiempos electorales.

Por eso, una de nuestras tareas principales será la conformación de Comités Seccionales.

Estos comités no son estructuras burocráticas: son, y deben ser, espacios permanentes de trabajo colectivo. Serán la base territorial de nuestra organización, pero también el corazón político de la Cuarta Transformación.

Su función será múltiple: promover la participación activa de nuestra militancia, fortalecer la organización electoral, defender el voto y, sobre todo, llevar el mensaje, los principios y los valores de nuestro movimiento a cada rincón del país.

A diferencia de otros partidos que construyen su fuerza en acuerdos de cúpula, en Morena la voz del pueblo sigue siendo la guía. Nos debemos a la ciudadanía y, por eso, es imperativo que quienes ostentamos cargos públicos no perdamos nunca el vínculo con el territorio.

La desconexión con la gente es el primer paso hacia el desgaste, la indiferencia y, finalmente, la traición a nuestros principios. No podemos permitirlo.

La responsabilidad más grande que tenemos hoy es garantizar que la transformación llegue a cada rincón de México. Pero eso no puede hacerse con meros panfletos, sino con un diálogo entre ciudadanos, en el que discutimos qué país queremos construir.

La Cuarta Transformación no se entiende sin cercanía, sin organización de base, sin compromiso con el pueblo de México.

Fue así como Morena pasó de ser un partido pequeño y nuevo a la principal fuerza política del país.

El camino hacia adelante no está en las oficinas con aire acondicionado, sino en los ejidos, en los barrios populares, en los mercados, en las fábricas, en los hogares de millones de mexicanos y mexicanas.

En Morena sabemos que consolidar un partido no equivale a crear una estructura electoral, sino construir ciudadanía organizada e informada.

Bien dijo el expresidente Andrés Manuel López Obrador que la 4T era una revolución de conciencias.

Solo caminando junto al pueblo, escuchándolo, organizándolo y defendiéndolo, estaremos a la altura de la historia que nos toca protagonizar.

Morena no nació para parecerse a los partidos del pasado. Nació para hacer historia. Y la historia no se escribe desde una cúpula, un curul o una oficina: se escribe allá afuera, con la gente.

Por eso, desde la Octava Sesión Extraordinaria del Consejo Nacional de Morena, reafirmamos nuestro compromiso de trabajar con más territorio y menos escritorio.

*Senador del PVEM

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