La resignación es una de nuestras virtudes populares.
Más que el brillo de la victoria nos
conmueve la entereza ante la adversidad.
Octavio Paz
ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ/ @arturosuarez
La crueldad y bestialidad de la humanidad ha tenido varios episodios, entre ellos las guerras y sus saldos. Pero sin lugar a dudas los Campos de exterminio de los nazis son un punto de quietud para la historia del hombre, nadie, nadie puede estar de acuerdo con aquel horror del siglo pasado y los asesinatos masivos por los supremacistas.
En Majdanek y Auschwitz se utilizó la cámara de gases para matar a los prisioneros, particularmente judíos y luego pasar los cuerpos a los hornos crematorios, aquellos horrores fueron perfeccionados por líderes siniestros. Se estima que en los Campos de exterminio murieron más de un millón de personas, si una cifra, pero cada una de ellas representa una historia, familias rotas, hombres, mujeres y niños que su pecado fue haber nacido en un territorio en guerra.
Aquella escena de cientos de zapatos de los exterminados, ha sido recreada por museos y el cine, una escena que realmente se estremece al que la mira. Incluso en el museo de Tolerancia de la Ciudad de México se exhibe una muestra donde hay un vagón de tren en el que fueron trasladados aquellos prisioneros a última morada en los campos de concentración y exterminio en aquella Alemania.
La imagen de los zapatos y la ropa de víctimas se repite, ahora en Jalisco y Tamaulipas, en el rancho Izaguirre en Teuchitlán, cada hora y día que pasa surge nueva información que nos deja estupefactos, o por lo menos eso debería ser, aunque hemos aprendido a normalizar la violencia y los discursos oficialistas minimizan la tragedia.
Cabe destacar que La Fiscalía de Tamaulipas rechazó la existencia de una zona de incineración clandestina y afirmó que se trata de una “obra negra de una empresa de funerales”, y seguramente le darán carpetazo al asunto como lo hicieron desde septiembre pasado en Teuchitlán, donde autoridades como la GN y la Fiscalía del estado cerraron el caso debido a que no se hallaron más pruebas pues el predio era muy “grande”, fue la organización Guerreros Buscadores de Jalisco, es decir la sociedad civil quienes si pudieron encontrar estos campos de exterminio.
No hay cámaras de gases, pero si paredes para fusilar, hornos crematorios y fosas con restos humanos. Mientras esa historia va tomando forma, el gobierno de Claudia Sheinbaum a través de sus “comunicadores” quieren hacer control de daños, pero la realidad es más grande y nos muestra las responsabilidades que no se asumieron, ni López Obrador, ni Peña Nieto, ni Felipe Calderón, menos el taimado Vicente Fox.
Sobre todo, son las facturas del apapacho al narcotráfico por parte del Pejelagarto, y esa la herencia para Claudia Sheinbaum que ya dio un golpe de timón en la estrategia, más obligada desde Washington. Sabemos que no van a aceptar la culpabilidad de López Obrador, pero cada golpe al crimen devela una omisión del pasado reciente y tal parece que nos falta por descubrir muchos horrores más.
Como el aforismo de Theodor Adorno en “Escribir después de Auschwitz: discurso de la pérdida”, de 1951, la idea de que escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie sigue vigente. Al segundo piso de la 4T no le gusta que se hable de esos temas, pero vaya frivolidad hacer festivales para tomarse fotografías mientras hay millas de fosas, millas de desaparecidos y madres buscadoras… pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima.