ANÁLISIS A FONDO/ Un psiquiatra para la Casa Blanca. Urgente

>> Qué importancia tiene el nombre de un golfo 

>> ¿Llegará al grado de invadir el estado de Sinaloa?

 FRANCISCO GÓMEZ MAZA

A diferencia de Fox, Trump es un caso para la psiquiatría y la psicología. Estas dos ramas de la medicina pueden curar, o por lo menos hacer algo, para tranquilizar a un medio loco. Aunque, los votantes estadounidenses son millones de casos para los médicos que se dedican a las enfermedades del alma. A quién se le ocurre votar por un personaje enfermo del alma para que dirija los destinos de la patria. Los síntomas de la enfermedad del ahora presidente por segunda ocasión de los Estados Unidos son claramente los de un paciente tocado de sus facultades mentales y emocionales. Solamente a un loco se le ocurre firmar una de esas llamadas órdenes ejecutivas para para cambiarle el nombre al Golfo de México.

El presidente, por segunda y última ocasión, de los Estados Unidos de Norteamérica dijo en su discurso inaugural: «Estados Unidos va a reconquistar el lugar que le corresponde como la nación más respetada del planeta. En poco tiempo, vamos a cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América y vamos a devolverle el nombre de nuestro gran presidente McKinley al monte McKinley», dijo. Y estaba hablando en serio, mientras en Ciudad de México los periodistas nos estábamos desternillando de risa. Solamente a un loco se le ocurren semejantes barrabasadas, y a un loco de atar.

Y es que para Trump el …Golfo de América “tiene un lindo sonido. Es  Es lo apropiado», dijo ante el grupo de periodistas que estaba cubriendo su toma de posesión en el Capitolio. Pero… Habría qué ver quién está más loco. Si el presidente de los Estados Unidos o la congresista republicana Marjorie Taylor Greene. quien presentó en redes sociales el proyecto dirigido a la Cámara de Representantes para tal petición, y declaró ante periodistas que, mientras veía la conferencia, inmediatamente solicitó a su equipo redactar el proyecto.”

Esta ocurrencia de rebautizar al Golfo de México no tiene nada más que un dejo de locura. Lo que sí ya tiene malignas intensiones es asegurar que las organizaciones criminales utilizan el Golfo de México para perpetrar delitos relacionados con el narcotráfico y el tráfico de personas, donde Estados Unidos paga las consecuencias. En esto ya empezó a disfuncionar el cerebro presidencial. Qué tiene qué ver el golfo de México con la codicia de los fabricantes estadounidenses de armas de alto poder que, ante la despreocupación de Trump, y la codicia de los fabricantes, venden armas de alto poder a los grupos de la delincuencia organizada que operan en varias regiones de México, gracias al apoyo del gobierno estadounidense, que no ataca a los negociadores estadounidenses, importadores, de grandes cantidades de estupefacientes provenientes de México, Canadá, o el sudeste asiático y que llegan a los puntos neurálgicos del consumo de drogas en las grandes ciudades de Estados Unidos. Dicen las estimaciones que, sólo por el consumo de drogas fuertes mueren cada año alrededor de cien mil personas en la unión americana. Y qué espera el señor Trump que ocurra al cambiarle el nombre al Golfo de México- Simplemente que todo el mundo dirá que el presidente está loco y seguirá llamándole golfo de México.

No estoy seguro de que la enfermedad del señor Trump llegue al grado de invadir territorio mexicano con el ejército, la guardia nacional y las agencias controladoras de estupefacientes. No estoy nada seguro de que estas fuerzas militares puedan con el poder de fuego que tienen, nada más Los Chapitos y los Mayitos, que llevan ya varios meses en una guerra sin cuartel, produciendo muchos muertos de uno y otro lado y todo por el control del mercado de las drogas en la zona noroeste de la república mexicana. Esto es problema del señor Trump. En Estados Unidos las armas circulan como la marihuana. Todo el mundo tiene un arma. Y los fabricantes venden armamento a quien pueda pagarlo. Ellos son los que le venden las armas a los grupos traficantes de drogas.

La presidenta Claudia Sheinbaum, por su parte, continuó jugando con las palabras, no tomando nada en serio del comportamiento enfermizo de Trump. Estados Unidos también debería llamarse «América mexicana», y sustentó su declaración mostrando un mapamundi del siglo XVII, como lo hizo el otro día durante su llamada Conferencia del Pueblo. Y la Presidenta insiste que, no obstante, a pesar de esto, habrá

habrá buena relación con el presidente Trump, tal como la hubo con el ex mandatario Andrés Manuel López Obrador.

Con todo, es importante que alguien, el Congreso mismo, o un  miembro de su familia lleve al señor Trump a una consulta con el siquiatra o con el sicólogo.

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