LIBROS DE AYER Y HOY/ Darío, ¿Margarita, está linda la mar?

TERESA GIL

Rubén Darío nació el 18 de enero de 1867 y su nacimiento fue en Metapa Nicaragua, después llamada Ciudad Darío. Si no fuera ese gran poeta, ese peregrino de todo el mundo, alguien que nadie podía situar por largo tiempo en un lugar, el lector se aburriría de sus recorridos. Pero no,  porque marcan  la vida intensa de este poeta, escritor periodista y diplomático, que no alcanzó a llegar a los cincuenta años. Murió el 6 de febrero de 1916. Recuerdo que cuando triunfó la Revolución nicaragüense,  se recuperó en  primer  término en la vida cultural y política, la figura de su gran poeta y lo convirtieron prácticamente en  el poeta de Nicaragua. Pese a los años transcurridos ante el triunfo de la Revolución en  1979 y los 63 años de la muerte de Darío, él se instaló en ese movimiento y se difundió su agitada vida en las memorias escritas por Edelberto Torres.

CREADOR DEL MODERNISMO, MOLESTÓ A LOS POETAS CONVENCIONALES

Prácticamente huérfano porque sus padres lo abandonaron fue creado por abuelos en pobres circunstancias. Pero a temprana edad ya esbozaba los primeros versos y  poco tiempo después empezaron a surgir  sus libros que tenían poco repunte pero que respaldaban  al poeta. Fue así que se marchó a varios países de Latinoamérica, en donde fue dejando la savia de su creación  en los llamados versos alejandrinos que retumbaron en  América y en otros confines y definieron de alguna manera la nueva propuesta literaria,  que en México poetas reconocidos lapidaron con versos que causaban  risa. Pero a él le valió y se instaló como uno de los grandes poetas de fines del siglo XIX  y principio del siglo  XX. Entre el periodismo y la poesía, casi siempre viviendo sin grandes recursos, nos recuerda en estos momentos  la toma de posesión de Donad Trump, porque en aquellos tiempos de Darío, el que gobernaba era  Theodore Roosevelt en  el país del norte y el poeta lo espetó con esta frase, que algo nos dice:

Eres los Estados Unidos,

eres el futuro invasor

de la América ingenua,

que aún reza a Jesucristo

y aún habla en español.

EL MUNDO LO RECONOCIÓ Y SE REUNIÓ CON GRANDES POETAS

Inquieto en todo, sobre todo en amores, con dos matrimonios, amantes diversas una de ellas Francisca su última mujer que era hija de un jardinero, analfabeta a la que enseñó a leer. Llama la atención que todos sus hijos murieron muy pequeños y solo sobrevivió uno que murió en México. Solía decir al respecto sobre esa veleidad:

 

Plural ha sido

la celeste historia,

de mi corazón.

 

Pero en esa agitada vida de poemas, libros, países y mujeres, el poeta nicaragüense conoció a Juan  Ramón Jiménez, a Jacinto Benavente, a Ramón del Valle Inclán, entre muchos  y tuvo diferencias con  Paul Verlaine en París. Años después Federico García Lorca escribió que Darío decía que “el lánguido Verlaine era rosa roja y amarilla a la vez”. Pero Darío no paraba y llegó a México en pleno año de la Revolución  y por razones obvias, Porfirio Díaz se negó a recibirlo. Darío se fue molesto pero dio a conocer al mundo que una tiranía se acababa  y la Revolución estaría presente. Misma que estuvo presente también en Nicaragua a 63 años de su muerte, cuando uno de sus poemas más conocidos, se declamaba en escuelas, en estancias literarias y hasta en la calle, Margarita, está linda la mar.  En 2023 lo recuperó de nuevo en libro Alianza Editorial. Aquí el inicio:

Margarita está linda la mar,

y el viento

lleva esencia sutil de azahar.

Yo siento

en el alma

una alondra cantar;

tu acento.

Margarita te voy a contar

un cuento.

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