TERESA GIL
Las andanadas bucales de don Donald Trump nos tocan los oídos todos los días, pero ya estamos acostumbrados a sus alharacas. Es cierto no hay que desestimar a los habladores, pese a que la presidenta Claudia Sheinbaum ya ha advertido que no debemos tomar en cuenta las habladas del presidente electo de Estados Unidos. La selva intrincada que es el mundo en este momento requiere mucha pericia para enfrentar al más fuerte. A nosotros nos tocó la mala suerte de ser vecinos de un imperio en declive, que son los más peligrosos. La advertencia sobre nuestro territorio lo hemos tenido en muchas etapas de nuestras vidas, una de las más peligrosas en la etapa juarista con la invasión francesa y el rodeo permanente de Estados Unidos para avorazarse sobre nuestro territorio. Reseñarlo sería como entrar a un libro de la selva, como aquel que escribió en siete capítulos, el inglés Rudyard Kipling, premio Nobel 1907.
UN PREMIO NOBEL BUEN ESCRITOR QUE HACÍA EL JUEGO A LA COLONIA
Kipling nació el 30 de diciembre de 1865 en Bombay India y murió el 18 de enero de 1936 en Reino Unido y es uno más de los premios Nobel entre muchos, de los que presume ese grupo de países. Pero después de leer sus obras, sobre todo El libro de la selva y El hombre que quería ser rey, no se puede negar su grandeza literaria. Lo otro es ese comportamiento que suele tener el poderoso ante los que consideran inferiores, ya que siendo estrato del imperio inglés, fue proclive al coloniaje que esos países tuvieron en varias partes del mundo. Por eso, como escritor es reconocido y excelente novelista, pero como un colonizador implacable criticado, hecho que por fortuna en su obra central El libro de la selva (Editorial sexto piso 2013) no se expresa. Por el contrario se exhibe la amistad, la lucha contra el fuerte y el respeto a aquellos animales expuestos a la fortaleza y ferocidad del más fuerte, tal como lo estamos muchos en este momento, como países.
EL LIBRO DE LA SELVA, METÁFORA DE LO QUE OCURRE EN EL MUNDO
La historia del pequeño Mowgli, creado por lobos en la selva, causó tanto impacto en 1894 cuando fue publicado, que aunque no existía la diversidad de la impresión en muchos lugares, se fue dando a conocer a un mundo infantil, que se encantó con las siete aventuras de Mowgli que se reseñan. Fue parte del origen de muchos libros similares que tuvieron gran acomodo en películas de aventuras como las de Tarzán y otras similares. Más cuando Walt Disney lo filmó en 1967. Su obra no ha perdido actualidad y en su momento se dice que escritores como Borges y Hemingway lo consideraron uno de sus favoritos. El final de Rudyard en la etapa en que en México gobernaba Lázaro Cárdenas, lo pone en realidad como contemporáneo de muchos mexicanos que tuvieron la suerte de leerlo también como humorista. Se expresa en el primer verso de su poema, Propósitos de Año Nuevo, que fue anterior en su edad y no días antes de su muerte, ocurrida como ya mencionamos, el 18 de enero de 1936.
PROPÓSITOS DE AÑO NUEVO
He decidido que durante todo el año
aparcaré mis vicios en el estante.
Seguiré mi camino más piadoso y sobrio
y amaré a mis vecinos como a mi mismo.
Excepto los dos o tres de siempre,
a los que detesto tanto como ellos me odian.