RUBÉN MOREIRA VALDEZ
La Barra Mexicana Colegio de Abogados es una institución centenaria que se ubica en la mejor tradición de las agrupaciones que representan a los gremios. Se fundó apenas terminada la revolución y desde entonces es protagonista en la vida nacional.
Grandes juristas se han incorporado a ella y en su dirección han participado las mentes más brillantes que México ha tenido en el mundo del derecho. Como ejemplo, me referiré a Paulino Machorro y Narváez, quien fue electo en 1940 para presidir nuestra asociación.
Paulino, nacido en Durango y formado como abogado en Jalisco, no solo fue un talentoso profesionista; la vida lo llevó a prestar sus servicios a la revolución y al Congreso Constituyente. Allí expuso una espléndida defensa de la selección por mérito de los juzgadores.
Entre otros argumentos dijo: “Si un magistrado electo popularmente siente que mañana las multitudes le piden sentencia en un sentido, el magistrado está en la obligación de desoír a las multitudes, de ir contra la opinión de los que lo eligieron. El diputado no debe ir contra la opinión. Es la opinión del pueblo mismo, viene a expresar la opinión del pueblo y el magistrado no, es la voz de su conciencia y la voz de la ley”.
Hace ya casi dos años que Víctor Olea Peláez asumió la presidencia de nuestra Barra, lo hizo con el respaldo de todos sus compañeros. Hay razones múltiples para ello. Es un abogado probo, de excelente formación académica y de reconocida lealtad a sus clientes. Es digno heredero intelectual de su padre, don Xavier Olea Muñoz, gran mexicano, sabio abogado y servidor público de reconocida e intachable trayectoria.
Supe de la familia Olea por don Sergio Torres Eyras, un legendario abogado formado en mi escuela de Jurisprudencia. Él acompañó a don Xavier en aquellos dos meses en los cuales, como gobernador sustituto de Guerrero, enfrentó con éxito una terrible crisis institucional. Eran los tiempos recios que sucedieron después de la desaparición de poderes del gobierno de Israel Nogueda.
La vida me hizo conocer y entablar amistad con Víctor. Sé de sus estudios, también de los encargos que ha tenido en la Barra y de las batallas legales que emprende.
La dirigencia de Olea Peláez se desarrolló en años difíciles. El régimen se decidió a terminar con la autonomía del poder judicial y armó una embestida brutal contra los juzgadores federales. La acompañó con una reforma que vulnera las cláusulas pétreas de la constitución y que no tiene pies ni cabeza.
La Barra, con Olea Peláez a la cabeza, ha dado una batalla formidable. Con sapiencia y respeto, puso a disposición de las y los mexicanos, información sobre el tema. Con valor e inteligencia los más connotados barristas defendieron con argumentos contundentes al gremio y la judicatura. La responsabilidad de lo que suceda será del régimen terco e imprudente y no de la sociedad.
Felicito a Víctor por su valor, amor a la patria y lealtad a la justicia.
*Coordinador del Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados LXVI Legislatura Federal