>> Alguien olvidó que la ropa sucia se lava en casa
>> Afortunadamente intervino Rosa Icela Rodríguez
FRANCISCO GÓMEZ MAZA
El partido Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) está alcanzando ya la madurez temporal, física, política y moral. Sus dirigentes están abandonando el miedo de aparecer incongruentes ante la mirada de quienes no comparten la doctrina y los principios de la organización partidista.
Y se acabó el miedo al juicio de los miembros de la organización, y al de sus opositores de afuera y de adentro. La normalidad democrática está envolviendo, como tiene que ser, hasta la vida íntima del partido. Se acabó el miedo de parecer traidores. Vaya. Morena es un clan familiar en el que todo lo que ocurre, positivo o negativo, es un asunto de familia. Y si dos miembros se pelean, hasta por quítame estas pajas, es un pleito familiar que tarde o temprano se arregla.
Con todo y que los desacuerdos pueden llegar a ser un pleito de familia, un asunto de familia, la inmadurez, todavía presente en el seno de Morena, cegó a la dirigencia y ni Ricardo Monreal ni Adán Augusto López Hernández (más a éste) nadie les advirtió que la ropa sucia se lava en casa. Que los conflictos internos se resuelven al abrigo de la familia. Con el consejo de los padres y de los hermanos. Nadie les advirtió que, generalmente, los adversarios gozan con los conflictos internos del partido. Y más por conflictos de dinero. No preguntan, no averiguan. Se tiran a matar. Es su oportunidad de crecer y de ganar.
Afortunadamente, la intervención de la veterana colega, ahora política, que esto era lo que siempre buscó ser, Rosa Icela Rodríguez, abonó a la normalidad democrática y pugnó, la noche del lunes pasado, por juntar los pedazos de los platos rotos, limando asperezas que, en realidad, no eran asperezas, sino graves acusaciones relacionadas con el uso y el abuso del dinero. La verdad es que yo no imagino ni a Adán Augusto ni a Monreal Ávila metiéndole las uñas a los dineros familiares de Morena.
Es más, me resulta difícil analizar situaciones de moral (en este caso de costumbres relacionadas con dinero presuntamente mal habido por personas que son incapaces de robarse un tlaco Después de la disputa pública que protagonizaron el viernes, los coordinadores de Morena en el Senado, Adán Augusto López, y de la Cámara de Diputados, Ricardo Monreal, fueron citados anoche en Palacio Nacional para reunirse con la presidenta Claudia Sheinbaum y la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez. Se trató de una reunión para subsanar la primera disputa en la cúpula morenista. Ninguno de los dos actores habló al salir.
Un cónclave convocado para buscar una salida política a un conflicto que, desde su conferencia matutina, llamada Mañanera de los pobres, Sheinbaum trató de matizar en sus alcances. Ambos políticos morenistas tienen claro –subrayó Claudia– que lo más importante es el movimiento (Morena), por lo que consideró que un asunto de recursos presupuestales no puede llevar a la discusión pública. Y si tienen algo que denunciar, pues que se denuncien ¿no?, hay las vías, no necesitan que sea un asunto público. Pidió que no se les olvide quien los eligió: pueblo, pueblo. ¡Que nunca se les olvide!
Anoche, a paso cansado, luego cabizbajo, el tabasqueño salió silencioso de Palacio Nacional, acompañado del senador Ignacio Mier, quien caminaba también lentamente al lado del coordinador. Por su parte, lejos de la proclividad mediática que lo caracteriza, esta vez Monreal optó por el sigilo y salió en su camioneta por el estacionamiento para evitar a los medios de comunicación, aunque momentos después daría su versión en redes sociales.
Una muy buena lección de comportamiento familiar. Recuerden, morenistas, que Morena es una familia más que un partido político, y que la ropa sucia se lava en casa… Y si no hay ropa sucia para qué ensuciarla. Porque ahí están los zopilotes y los buitres a la espera… (Tlaco es una palabra de origen mexicano que hace referencia a la octava parte del real columnario, moneda de la época colonial)
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