JUAN CHÁVEZ
A la vista el año nuevo, se vislumbra con mayor intensidad el amenazante 20 de enero en que Donald Trump retornará a la Casa Blanca para ejercer su segundo mandato.
Las amenazas que ha lanzado contra México oscurecen el panorama nacional.
Donald Trump no se ha distinguido por su cordura y ecuanimidad. Es un personaje bronco, que gana negocios esencialmente balbuceando amenazas. Va de la estridencia a la extorsión.
Después de su aplastante victoria del pasado 5 de noviembre, fiel a su estilo, dispara sinsentidos y locuras desmedidas un día sí y otro también.
Que si le propuso a Trudeau que Canadá se convirtiera en el estado número 51 de la Unión Americana o que, en entrevista televisiva este domingo con Meet the Press, declarara que México debiera –por lo mucho que les cuesta, dice– convertirse en el estado 52.
Un rosario de insensateces y absurdos que ya conocemos y no resultan novedad.
El problema es que México no detiene las corrientes migratorias que cruzan el país rumbo a Estados Unidos y que, bajo tal circunstancia, ya amenazo con expulsiones masivas de millones de mexicanos que viven ilegalmente al otro lado del río Bravo.
Está además la indetenible producción de fentanilo… por mucho que la presidenta haya exhibido el enorme caudal, más de una tonelada de pastillas, que fue destruida junto con el laboratorio donde se fabricaban
El acercamiento con China, aunque la doctora Sheinbaum haya asegurado que se despegará del país asiático, sigue en pie con los volúmenes de productos que entran al país de contrabando para hacer de la piratería un instrumento que a Trump le molesta.
Destruyó las bodegas de Plaza Zaragoza y la autoridad incautó miles de piezas de productos asiáticos.
Son pasos inseguros de un gobierno que no le atora a la solución de los problemas que se han convertido en armas de Trump para atentar contra México. Si se quisiera poner fin al contrabando y la piratería, ya debieran haberse tomados los almacenes de Tepito, donde impera la droga y los productos chinos que son distribuidos en el país entero.
Cae de mi mente, cuando estuve en Chiapas como coordinador de comunicación social, aquel aterrizaje en el pequeño poblado de Taniperlas, a orillas del río del mismo nombre, donde al bajar del avión de seis plazas, lo primero que vieron mis ojos, fue el tendido sobre el suelo de seis puestos que estaban comerciando productos chinos.
También está la incontrolable manifestación de todos los días del crimen organizado que le da pie a Trump para amenazar con convertir a los cárteles como grupos terroristas para contar con la facultad de entrar con sus fuerzas armadas para destruirlos, como hicieron los gringos con el líder de Alqaeda.
El problema ahora es que volverá a ser el hombre más poderoso del planeta, y con un respaldo electoral que no tuvo en su anterior presidencia.
Eso lo convierte en un personaje extremadamente peligroso, para el mundo y para México.
Entonces hace bien la presidenta Sheinbaum en retirarse de la arena mediática con la guerra de declaraciones; no tiene sentido, no conduce a nada, sólo eleva el clima de tensión y de animadversión.
Sin embargo, las realidades superan la narrativa de la mandataria y con discursos, no se va a lograr que Trump nos eche encima todo su poderío nacido de sus estridencias de que hace gala por el poder.
Trump es por esencia estridente, tiene un ego descomunal que lo obliga a pretender convertirse en el centro de todo evento, acto, conversación o debate. Construyó su emporio en buena medida por una imagen fuerte, de triunfador, de éxito. Que en los números no se sustenta.
Por ello merece especial cuidado. Porque amenaza demasiado, asusta, intimida, arrincona para obtener lo que quiere.
Eso está sucediendo con México y Canadá, y continuará haciéndolo hasta que consiga sus objetivos:
*Detener la inmigración ilegal a Estados Unidos, llevarla a los mínimos históricos.
*Deportar masivamente a cuanto indocumentado pueda localizar y expulsarlo de su territorio.
*Eliminar por completo el tráfico de fentanilo y otras drogas a Estados Unidos, al costo, la sangre y los operativos que sean necesarios.
*Imponer aranceles y encarecer el intercambio comercial con Estados Unidos: su lógica no es de libre comercio o lo que más conviene a ambas naciones y a sus ciudadanos. Su pensamiento, extremadamente primitivo, es que para el mundo es un privilegio hacer comercio con EU, y todos deben pagar el precio.
*Uno de esos precios será el potencial, gradual, escalonado, gravamen a las remesas.
Ya lo anunció, ya dejó correr la idea para provocar pánico, y tendrá, en breve, un estudio financiero de lo que pudiera recaudar para el Tesoro americano y a qué costo para los trabajadores de otras nacionalidades.
La estridencia continuará como un instrumento de intimidación, de permanente amenaza, de extorsión velada, aunque bastante manifiesta.
Es una técnica, un estilo bravucón y pendenciero de negociar y salir ganador.
Esta es mi última entrega del año que se va. Deseo a quienes nos leen una Navidad feliz y que 2025 les resulte un ciclo lleno de dicha y felicidad, repleto de salud. Nos volveremos a ver el 3 de enero.