JUAN CHÁVEZ
Ha sido una absurda e irracional tontería prohibir el uso de vapeadores a más de tres millones de hombres y mujeres que se refugiaron en el cigarrillo electrónico en su consiente afán por apartarse del consumo del dañino tabaco.
Actuar como gran padre de la familia fumadora se antoja también como una estupidez. Está resultando en esta segunda parte del gobierno transformador, que el llamado “segundo piso” que está “construyendo” la presidenta (con A), va a exigirnos, constitucionalmente, que consumimos y que se nos prohíbe consumir.
La prohibición contra los vapeadores, una cuestión nimia vista a fondo, forma parte de esa nueva Constitución que destrozó a la anterior López Obrador y que Sheinbaum está consolidando.
Nos están tratando, a todas las mexicanas y mexicanos, como menores de edad… por prohibir la producción, venta y consumo de vapeadores.
La prohibición de los cigarros electrónicos, obvio, como muchas cosas que ha legislado el Estado mexicano gobernado por Morena, será un fracaso.
De hecho, la “solución” resultará peor que el problema. Se ha abierto de par en par la puerta del mercado negro y, lo más oscuro, la corrupción de los policías que “encantados” tendrán un filón de oro con las “mordidas” a los vapeadores.
Primero que nada, introducir la prohibición en la Constitución fue una verdadera sandez.
¿Por qué debe estar su prohibición en la ley fundamental del país y no en una secundaria? Ya se volvió una pésima costumbre incluir en la Carta Magna asuntos que no merecen estar ahí.
Comparar a los vapeadores de nicotina con el fentanilo como lo hizo la Cámara de Diputados al reformar la Constitución para prohibir estos dos productos como si fueran lo mismo, fue la gran idiotez. No minimizo los problemas que generan los cigarrillos electrónicos para la salud y tampoco los comparó con las adicciones y peligros del fentanilo. Es como si se prohibiera la ingesta de tequila y de agua.
Todo por las obsesiones de López Obrador, quien ordenó a su partido prohibir los vapeadores quién sabe por qué traumas familiares.
Y ya que estaba en eso, la Cámara debió enviar un guiño a Estados Unidos para invitarlo a que prohibiese el fentanilo como si esto fuera a tranquilizar a los estadounidenses en su idea de que México es responsable por el trasiego de esta peligrosa droga a su país.
En México hay 17 millones 300 mil fumadores de cigarros y para ellos, se mantiene la producción, venta y consumo de tabaco por medio de cigarrillos tradicionales. Esto significa que al gobierno de la 4-T le importa un comino la salud del volumen de viciosos fumadores y “mata la ilusión” del fumador que vapea.