“Lo único necesario para el triunfo del mal, es que los hombres buenos no hagan nada”. Edmund Burk
JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO
Con la obsesión de adoctrinar al sistema judicial, el obradorato, se empeñó en destruir la estructura fundacional de la república y la división de poderes que sostiene al estado mexicano; juega con fuego por varias razones, diré dos relevantes.
Primero porque es voluntad del pueblo constituirse en una república representativa, democrática y federal y violaron la voluntad del pueblo, esa, es una decisión política fundacional de nuestra patria que no tiene facultades para alterar el poder reformador.
Segundo poque la pérdida de opciones de justicia conduce a los agraviados a hacérsela por propia mano y a las masas a la insurrección; así explotó la sociedad cuando México luchó por su independencia y su Revolución y así acontece ya en muchas zonas de la república ante la falta de gobierno y opciones de justicia.
En las cúpulas políticas, Claudia y fanáticos del Congreso federal atacan con furia a la Corte y ésta, con muy poco margen de maniobra, cumple su deber de luchar con valentía, entregando lo que le queda, pero fieles a su vocación, lo hace jugando sin la rudeza que exigen las circunstancias, operan sujetos a los límites que se han auto impuesto que es decidir de manera apolítica y con apego a su ética, cediendo la pervivencia de sus miembros.
Toda una decepción, el ministro Pérez Dayan apegado a su ética y purismo, optó por sostener su criterio de improcedencia soslayando las brillantes intervenciones de otros 7 ministros que, con lucidez, explicaron las causas convencionales y constitucionales que justificaban la procedencia de la acción de inconstitucionalidad.
Mientras en el Senado, Adán Augusto extorsionó a los Yunes a cambio de extinguir sus carpetas penales para conseguir la mayoría espuria, en la Corte el Ministro Pérez Dayán fue incapaz de acoger el criterio mayoritario por un principio personal de congruencia; en la Sala Electoral igual pasó cuando convalidaron el regalo de super mayorías.
Como es evidente, la patria pierde ante la pervivencia del delito por sobre la actuación ética de hombres dignos.
De nada sirvió la magnífica sentencia proyectada por el ministro González Alcántara Carrancá que siendo una obra de arte jurídica, de aprobarse, habría anulado la reforma al poder judicial.
México llegó a su límite, al reventar el último y más importante bastión de defensa de la constitucionalidad, dinamitó sus últimas cartas, la Corte declinó anular la reforma judicial y 8 de 11 ministros anunciaron su renuncia, hicieron su último esfuerzo de resistencia institucional frente al obradorato y perdieron consigo mismos.
Por su parte, el oficialismo, sin ninguna vergüenza, en un intento de parar la decisión judicial, se atrevió a reformar la Constitución Federal en escasas 17 horas, pasando por dos cámaras federales y 17 estatales, un mecanismo ridiculizado y cínico que exhibe la ruindad de la maquinaria dictatorial y a diputados federales y estatales usados como alzadedos, que votaron sin siquiera leer ni enterarse del asunto, se trata de sujetos incapaces de sentir vergüenza.
Al final, esa “mañosada” fue innecesaria, la Suprema Corte perdió contra sí misma.
En esta dinámica de descomposición de las formas, y desmantelamiento del estado de derecho, perdemos todos.
Para quien tenga dos dedos de frente, con estas prácticas, debía quedar claro que el obradorato no pretende el respeto al orden constitucional, ni el interés de la sociedad a quién le ha quitado su derecho a interponer acciones de constitucionalidad contra decisiones del obradorato; debió ser evidente que sólo les interesa extinguir los contrapesos para perpetuarse en el poder en una conducta abiertamente antidemocrática y desleal con el pueblo.
En esta crisis, pierde México porque dejó de ser un país confiable para sus propios ciudadanos, para quedar hundido en los caprichos de cárteles y del grupo gobernante que se coludió con aquellos convirtiéndose en todo lo que sus líderes odiaron desde sus luchas sociales.
La destrucción del prestigio de México como país democrático, es grave, la comunidad internacional no sale de su asombro con la descomposición catastrófica del estado mexicano y su consolidación como tierra de cárteles y de una dictadura populista, este tema será trascendente para los flujos de capitales que, con toda razón, serán reacios a asentarse en estas tierras con leyes de saliva y sin respeto a los derechos.
Esta crisis es especialmente delicada para inversionistas, empresarios, propietarios de bienes raíces, periodistas, políticos opositores y críticos del sistema que después de derrotadas las resistencias institucionales, son el siguiente enemigo a vencer a punta de balas si es necesario como ya acontece desde hace muchos años, sólo en este sexenio obradorista fueron desaparecidas 51,791 personas y 56 periodistas asesinados.
Sin un gobierno que tenga vergüenza ni ética, sin un poder judicial independiente y con cárteles gobernando, el caos corrosivo será aún más explosivo, hoy ya es generalizado, alcanza cifras de guerra, en México, diario hay decapitados, asesinatos, balaceras en plazas públicas, ya hay bombardeos aéreos, matanzas entre sicarios y nada ha sido suficiente para hacer reaccionar a los filo obradoristas engañados; de hecho, ya se acostumbraron a vivir con estas carnicerías.
Hemos llegado muy bajo y seguimos cayendo víctimas de esta locura que nos amaga, la demagogia y el cinismo afloran en cada decisión gubernamental y legislativa al fin que saben del pueblo indefenso en su ignominiosa obscuridad cognitiva.
Observe lo inmundo del proyecto, Claudia titular del poder ejecutivo que no tiene por qué intervenir en la postulación de candidatos a jueces y magistrados, designó a Zaldivar, al hombre más corrupto que ha pisado la Suprema Corte, líder de un cartel de tráfico de sentencias, como el coordinador de la comisión que escogerá a los candidatos a magistrados y jueces; esta designación es una confesión expresa de que el objetivo de Claudia con la reforma es corromper al poder judicial para traficar las sentencias a modo, a partir de la elección del año 2025.
El cinismo político alcanzó su máxima expresión y el insulto a todos los juzgadores y luchadores por la justicia honorables de México.
La crisis de constitucionalidad ha llegado al clímax, perviviendo la reforma judicial, el oficialismo tendrá manga ancha para corromper la impartición de justicia y continuar haciéndolo en los niveles estatales donde no dejarán ir el negocio.
Observe a los militares los compraron poniéndolos donde pueden hacer negocios, ya controlan aeropuertos, aduanas y las mejores tierras del caribe, ahora a los políticos de morena les regalan los juzgados para el mismo propósito, dominar sus lealtades poniéndolos donde pueden hacer negocios de corrupción, toda una red de intereses sucios.
La suerte está echada, para diciembre, ya no habrá Suprema Corte con capacidad para impedir el abuso ya que Claudia podrá imponer otro alzadedo para apoyar su mesianismo mediante un proceso de simulación en el Senado y para septiembre del año entrante Claudia dominará todos los votos de la Corte.
En esas manos está el futuro de la juricidad mexicana, del estado constitucional y el destino político de México, lo que acontece ante la contemplación pasiva de la mayoría de ciudadanos.
México abdicó de la riqueza de la independencia judicial, de la mística de una institución que se adentrará de lleno en la corrupción del obradorato.
Caído el último bastión de la resistencia institucional, México se insertará abiertamente en la tiranía del obradorato abdicando de su decisión fundacional de constituirse en una República representativa democrática y federal.
Esa decisión política fundamental, quedará como letra muerta en la Constitución como una simulación funesta, será una retórica desmentida por la realidad y por los actos de las marionetas de los operadores políticos subordinados a la presidente de la república.
Tan pronto como el obradorato rompa la estructura fundacional de la república y radique todo el poder político en una sola persona, reinauguraremos una monarquía disfrazada de república y de división de poderes.
México ya ha sufrido estas locuras repetidamente y su desmemoria ha costado la sangre de muchos de sus hijos, tristemente, todo indica que tendremos que repetir nuestra propia historia y probablemente habremos de tocar fondo para que la sociedad reaccione y surjan nuevos líderes que pongan el pecho.
El saldo, al final, es que todos perdemos.
José Carlos González Blanco.
5 de noviembre del 2024