>> Terrorismo o delincuencia lo grave es el uso de autos-bomba
>> México apunta a sufrir lo mismo que Colombia en los años 90 s
>> Acciones militares evidencian el nuevo programa “balazos, no abrazos”
MARIO DÍAZ
H. Matamoros, Tamaulipas.-Como si el término terrorismo estuviera por encima de la realidad, la presidenta CLAUDIA SHEINBAUM PARDO intenta tapar el sol con un dedo dando una cátedra de lo que significan “terrorismo” y “delincuencia organizada”.
Si el estallido de dos coches bombas en los municipios de Jerécuaro y Acámbaro en el estado de Guanajuato debe ser catalogado de una u otra forma, eso no representa el fondo del problema; el verdadero fondo es que los responsables pretenden infundir temor a la población y demostrar a la autoridad el alcance de sus métodos para lograr sus objetivos fuera de la ley.
Asimismo, si se le agrega o no el prefijo narco para componer el término “narcoterrorismo” tampoco es un elemento importante para minimizar el grave problema que padece el país en términos de seguridad pública, como consecuencia del avance de los cárteles de la droga.
Además, proporciones guardadas, en México poco a poco se están presentando hechos que involucran el uso de coches-bomba cargados con explosivos, tal y como en los años 90 s ocurrió en Colombia, derivado de la confrontación del gobierno con el Cártel de Medellín.
Y qué decir del notorio incremento del poder de fuego de los comandos armados y las unidades motrices con blindaje artesanal, drones con explosivos, minas terrestres y el esparcimiento de los llamados “ponchallantas”.
Tampoco se puede pasar por alto que, a partir de la actual centuria, los grupos criminales-en otro tipo de acto terrorista-añadieron a sus actos intimidatorios decapitar y cercenar las extremidades de sus enemigos.
Esa es la triste realidad que enfrenta el país, independientemente si la responsabilidad es del ex presidente FELIPE CALDERÓN HINOJOSA con su declaratoria de guerra al narco, o bien, el también ex mandatario nacional ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR con su programa “abrazos, no balazos”.
Si bien es cierto que el término terrorismo tradicionalmente es asociado a motivos religiosos, también ese tipo de acción para infundir temor es aplicado en objetivos que tienen que ver con la política partidista e ideologías.
La aseveración en torno al caso del del Secretario de Seguridad Ciudadana, OMAR GARCÍA HARFUCH, polarizo la opinión pública al manifestar que “el terrorismo tiene tintes ideológicos, religiosos, etc., aquí es una disputa de dos grupos delincuenciales para pelearse entre ellos y amedrentar a las autoridades”.
Lejos de reconocer la gravedad del problema que exhibe el poderío de los distintos grupos delictivos en gran parte del territorio nacional, tanto la jefa del Ejecutivo federal como el secretario de Seguridad Pública pretenden evadir su responsabilidad pretendiendo dar una cátedra de terminologías.
Cuestión de analizar el reclamo de la alcaldesa perredista de Acámbaro, Guanajuato, CLAUDIA SILVA, para que el gobierno federal-contrario a lo que manifiesta la presidenta CLAUDIA SHEINBAUM-catalogue el ataque como un acto terrorista.
Una corriente de opinión sugiere que la promesa de la entonces candidata y ahora gobernadora de Guanajuato, LIBIA DENISSE GARCÍA, en el sentido de que a su llegada al Ejecutivo estatal sería el término de sus funciones del Fiscal General CARLOS ZAMARRIPA y del secretario de Seguridad, ALVAR CABEZA DE VACA, quienes estuvieron más de 10 años en sus respectivos cargos, sería el origen del conflicto violento en esa entidad del centro del país.
Sea como fuere, la realidad es que la disputa por el control territorial guanajuatense entre el Cartel de Santa Rosa de Lima y el Cártel Jalisco Nueva Generación está derivando en acciones cada vez más agresivas como el hecho de coordinar y hacer estallar un par de coches-bomba-con minutos de diferencia- en Acámbaro y Jerécuaro en el bajío mexicano.
Al margen de a quién le asista la razón con respecto a los términos narcoterrorismo o delincuencia organizada, el uso de explosivos, drones artillados, minas terrestres, vehículos con blindaje artesanal y armas de fuego de alto calibre, reconózcase o no, representa un reto de los grupos delincuenciales ante la autoridad constituida y, por supuesto, es un motivo que rompe con la tranquilidad ciudadana.
Ni hablar.
DESDE EL BALCÓN:
I.-A juzgar por los recientes enfrentamientos de las fuerzas militares con sicarios de distintos grupos delictivos, tal parece que el programa federal del sexenio pasado “abrazos, no balazos” ha sido sustituido por el de «balazos, no abrazos”.
Y hasta la próxima.