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ANDY S. K. BROWN
El supremacismo es la ideología que defiende la preeminencia de un sector social sobre el resto, generalmente por razones de raza, sexo, origen o nacionalidad.
No podían haber encontrado un mejor término los legisladores del partido en el poder, pues desde hace una semana el supremacismo es guinda.
Con sus muy cuestionables 36 millones de votos, pues cada día se presentan más y más evidencias de que la 4T acometió un gigantesco fraude electoral, asumen una superioridad indiscutible sobre más de 64 millones de mexicanos que no votaron por Claudia Sheinbaum ni por los candidatos de López Obrador –¿de quién más, si no?– a los escaños y curules del Congreso de la Unión.
El supremacismo puede desencadenar ataques terroristas y violencia hacia personas que no pertenecen al grupo supremacista, como se demostró en Charlottesville, Virginia, en 2017, cuando con violencia los supremacistas blancos marcharon con esvásticas, banderas de ejércitos confederados, carteles antisemitas y afiches de Trump y del entonces vicepresidente Mike Pence.
En México, el presidente de la mesa directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña ha amenazado: “Si la Corte se atreviera a decir que es inconstitucional la Constitución, iríamos a un conflicto de dimensiones mayúsculas”.
El supremacismo puede mantener el dominio social, político, histórico, institucional o jurídico de un grupo. Por ejemplo, el supremacismo blanco se basa en argumentos pseudocientíficos y tiene sus raíces en el racismo científico. Aquí, los supremacistas guindas usan las redes sociales para atacar, incluso con términos que llaman a la violencia, a quienes osan criticar el abuso de modificar la Carta Magna para que sus pendejadas no puedan ser impugnadas.
Tanto aquí como en EU, la reticencia de las fuerzas de seguridad para responder a la violencia supremacista ha sido un problema, como quedó claro este domingo cuando decenas de policías encapsularon a dos juzgadoras que se manifestaban a la entrada del evento de Fórmula 1 en la Magdalena Mixhuca.
¿De verdad son superiores los guindas al resto de los mexicanos?
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A ver con qué historia salen hoy en “la mañanera del pueblo” para justificar la incapacidad de los gobiernos federal y estatal de Sinaloa para restablecer la paz y el Estado de Derecho en Culiacán… y ahora también en Mazatlán.
Desde la noche del domingo se viralizó un video de 27 segundos de duración, grabado en una taquería mazatleca, en el que se muestra el momento en el que comienza una balacera, por lo que el padre instruye a su hijo a tirarse al suelo. Pero el pánico se apoderó del menor, quien, entre llano, le externó su temor.
— “No pasa nada”, se escucha decir al padre.
— “Tengo miedo, tengo miedo. Papá, son balazos. ¿No me va a pasar nada?”, inquiere el menor.
Luego, tras una serie de detonaciones de lo que aparenta ser armas de gran calibre, el pequeño vuelve a cuestionar a su padre: “¿No me va a pasar nada?”. Al fondo se observa brevemente a otros comensales tirados en el suelo.
Si eso no conmueve a las (mal) llamadas autoridades, no se qué podrá hacerlos reaccionar.
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Los grupos delincuenciales del ingobernable estado de Guerrero ahora importan criminales centroamericanos para reforzar sus embestidas a sus contrincantes, donde hay bajas de la población civil.
Del jueves al domingo se registraron 37 homicidios. Hubo 21 detenciones. Entre ellas las de seis guatemaltecos y un salvadoreño.
Mercenarios con entrenamiento paramilitar que, además, son expertos en el manejo de armas de alto calibre.
Lo peor es que todo ello sucedió en las narices de elementos del Ejército y de la Guardia Nacional enviados a controlar la situación que también causa pánico entre la población.
Lo dicho. A ver con qué cuento nos salen esta mañana Omar García y el general Trevilla en la mañanera de Sheinbaum.
@AndySKBrown1