HOMO POLÍTICUS/ En el desmantelamiento del Estado pierde México, ganan el narco, los militares y políticos corruptos

“Para saber quién lo mató, respóndete, ¿Quién se benefició con su muerte?” Máxima de la experiencia forense

JOSÉ CARLOS GONZÁLEZ BLANCO

El progresivo desmantelamiento del Estado a manos de necios, es estrepitoso y lamentablemente aplaudido por masas de ignorantes que invisibilizan los homicidios, la violencia extrema y la ridícules de decidir temas trascendentes mediante rifas, renunciando a la dignidad, a la inteligencia y al respeto.

Sería una ingenuidad suponer que la destrucción es inercial, pareciera inexplicable esta decadencia, pero en realidad, no lo es, si nos respondernos algunas interrogantes, ¿Quién se beneficia con ese caos?, ¿Para quién?, ¿Quién gana con el desorden?

En materia forense, un método eficaz para encontrar al responsable de un homicidio, es identificar ¿Quién se beneficia con ese crimen?

En el desmantelamiento del estado acontece algo similar, debemos identificar quién se ha beneficiado con esa destrucción del México institucional, las respuestas están a la vista.

Piénselo por un momento y saque sus conclusiones.

Los únicos ganadores son los cárteles de la droga que se han convertido en un factor real de poder convirtiéndose en el cuarto empleador de México, sin pagar impuestos, disfrutan las ganancias del monopolio de fabricación y venta de fentanilo y otras drogas a los Estados Unidos, el cobro de extorsiones y regalías por co-gobernar varios estados, municipios, congresos y la misma Presidencia de la República que los ha encubierto y protegido con abrazos y mantiene sometida a una policía ínfima, todo a cambio de poder, de pagar campañas y cuotas de dinero.

También Ganó el ejército que se hace de la vista gorda encubriendo maleantes y operando una guarda nacional mediocre, a cambio de adueñarse del caribe mexicano, de las tierras y costas paradisiacas de Quintana Roo, traficando en las aduanas, en los aeropuertos y con las mega obras gubernamentales.

Ganaron los políticos que alzan el dedo a cambio de su dignidad y del adormecimiento de las carpetas penales que, con otro gobierno, les conducirían a la cárcel, todos tienen el rabo sucio por pecados de su presente y pasado, sus nombres son tantos que no caben en este espacio.

Con la destrucción del poder judicial, ganan esos corruptos que además de tener adormiladas a la policía y fiscalías, se preparan para controlar los tribunales que garantizarán su impunidad.

Correlativamente, pierde México, el empresariado que paga impuestos, extorsiones, seguridad social y salarios, la clase alta que paga rescates de secuestros, la clase media que pierde opciones y todos por quedar a merced de la delincuencia y del gobierno corrupto que ha destruido sus límites.

Pierde todo el país que se bate entre homicidios, decapitados, una corrupción exponencial en cada trámite gubernamental, una deuda impagable, el déficit de la gestión gubernamental, costos de clientelismo electoral,  de mega obras caras e inútiles y ridiculeces como asumir decisiones trascendentes mediante rifas coronadas con la burla de la presidente.

La destrucción de la democracia incipiente que teníamos, la morenización del tribunal electoral, del INE, de los poderes legislativo y ejecutivo, del ejército, generan ambientes propicios para el crecimiento de los cárteles depredadores de la libre empresa y de los aspiracionistas; esos grupos criminales se disputan el país abiertamente, ya sin ningún recato, claramente entienden que, a río revuelto y falta de gobierno, ganancia de delincuentes.

En este caso, los daños son incalculables en vidas humanas, en familias destrozadas en México y en los Estados Unidos.

También son incalculables en pérdidas de dinero de empresarios por extorsiones, en pérdida de confianza en su futuro y en el país, en la pérdida de credibilidad sobre la función gubernamental, en depresión social, en la mutilación de esperanzas y la certeza de un presente y futuro sin paz.

Las pérdidas son desastrosas en rezago educativo, en mediocridad, en la indignidad de las conciencias, en conformismo, en la invisibilidad de la violencia y la indiferencia generalizada de la sociedad frente al dolor de sus miembros.

Los decapitados y homicidios ya se instalaron en la indiferencia mexicana, la población ya perdió su capacidad de asombro y de indignación, hemos normalizado la desgracia y la invisibilizamos, no nos ha importado saber que a diario se matan en Sinaloa, Guerrero, Zacatecas, Morelos, Guanajuato, Sonora, Chiapas, Michoacán, Durango, Tamaulipas, Veracruz, etc. Hay un México indiferente para el que, estas desgracias cotidianas dejaron de tener interés, somos pocos a quienes nos sigue importando y mucho; nos duele y consterna por el sufrimiento que ha generado y por la metástasis que continúa expandiéndose en todo el país y en todas las conciencias.

En esta decadencia, México tendrá que tocar fondo, tarde o temprano el caos y desorden cobrarán facturas y cabezas de los mismos que depredaron la vida institucional, ¡nada es para siempre!

El efecto corruptor del obradorato pervivirá hasta que la realidad los destroce o lo hagan entre ellos mismos, como sucede con los cárteles; “Los carniceros de hoy, serán las reses del mañana” reza una sentencia popular que se ha cumplido con frecuencia castigando a grandes corruptores en todas las latitudes y tiempos.

En este caos y desenfreno, Morena cava su tumba, al operar como cártel, se condena a fracturarse como tal cuando se disputen posiciones, tiene, como todo grupo criminal, el ADN de su autodestrucción, así les pasó cuando desfondaron el PRD y al Partido del Centro Democrático, ya chocarán entre sí ante el debilitamiento y progresiva ausencia del Peje, ya cuando sientan la tentación de retar a Claudia, ya cuando se disputen los botines o nuevos cargos o cuando, como siempre, creer problemas para ofrecerse como solucionadores o cuando exijan espacios para el crecimiento de sus narco plazas o cuando la realidad o las presiones de los Estados Unidos los dobleguen.

Así les ha pasado a los cárteles cuando se descabezan y avorazan.

Por mientras se agiganta el caos, hibernan silentes los líderes que hace pocos días pidieron nuestra confianza y apoyo para luchar por México, eran candidatos opositores que juraron luchar por nosotros y ahora, con su silencio confirman que sólo querían ganar un puesto; no era cierto que era su vocación luchar por el pueblo ni por preservar nuestra forma política de vivir.

Seguiremos viendo la rapiña sobre lo que quede del Poder Judicial que destruyen con saña, con burla de Claudia, disparándole a la cara a juzgadores de carrera a quienes México les ha invertido muchos años de formación, cuyos espacios ocuparán sujetos sin mérito, tipos que es absolutamente seguro que no serán mejores que los de larga formación académica e institucional.

En efecto amigo lector, ya sabe que el botín es México y lo seguirá siendo mientras dominen los políticos al servicio del cárteles; en esta locura perdemos los mexicanos que durante toda la vida luchamos por formar una patria libre y justa, deseando el apego de todos a los mejores valores de convivencia, que nos opusimos a la corrupción gubernamental para construir una incipiente democracia y un estado de derecho que ciertamente, adolecía de muchos defectos, pero que eran perfectibles.

Es nuestro deber que en nuestro camino también nos extraviamos, fuimos ingenuos y hoy pagamos, los costos de no haber empezado por mejorar la educación, el civismo y la ética de toda la sociedad y por abandonar a los marginados que sufren y forman parte de nuestro pueblo que hoy quedó hipnotizado por el márketing del engaño.

Hay muchas monedas en el aire, y jugadores que aún no apuestan y jugarán un papel muy interesante, ya veremos que hace la Suprema Corte que aún tiene mayoría no pejista, la Corte Interamericana, los militares y marinos con honor, los Estados Unidos, los grandes empresarios mexicanos, la oposición que permanece noqueada, los sindicatos, las organizaciones no gubernamentales, los periodistas críticos, la sociedad civil organizada y las demás fuerzas de la resistencia cívica.

Hay mucho México en movimiento, aunque, hoy por hoy, está mal y de malas, ya volveremos a construir su oportunidad frente a la maldad.

José Carlos González Blanco.

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