VERÓNICA VALDÉS GONZÁLEZ
Datos de la encuesta ENSAUT, que publica la Secretaría de Salud, indica que en México 21.1 por ciento de los y las adolescentes (4.7 millones) de entre 10 y 19 años de edad consumen alcohol.
Las razones por las que beben son diversas: curiosidad, estar bien con sus amigos, reducir el estrés y relajarse o, sencillamente, para sentirse más grande.
La carencia de información certera y precisa ha propiciado que adolescentes crean que el alcohol es un producto natural y por lo tanto no les hace daño.
La situación es diferente. El alcohol, al ingresar al cuerpo humano, la sangre lo absorbe y desde ahí va al sistema nervioso central que controla a todo el organismo.
Diversas investigaciones han demostrado que durante la adolescencia el cerebro continúa desarrollándose, de ahí que científicos realizan diferentes estudios sobre los efectos que tiene el consumo de alcohol en el cerebro de los adolescentes.
Desafortunadamente, en la Ciudad de México la venta de alcohol a adolescentes ha aumentado en los últimos años, se trata de negocios, algunos ambulantes y otros establecidos, donde se venden bebidas alcohólicas a quien sea, sin importar edad, ni sexo.
A dichos negocios se les conoce como “chelerías” , inicialmente eran puestos ambulantes improvisados, en ferias y tianguis, pero su éxito fue tal que actualmente tiendas y/o restaurantes ubicados dentro de plazas comerciales, ubicadas cerca de centros educativos, hacen lo mismo.
Lo sucedido el pasado siete de junio en el Centro Histórico de la Ciudad de México, a unos pasos de Palacio Nacional y de la sede del Gobierno capitalino, da una muestra de lo anterior.
Ocho jóvenes resultaron intoxicados por consumir bebidas alcohólicas adulteradas en un bar, se trataba de un evento organizo por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional.
El programa denominado “La Noche es de Todos” (vigente del 25 de agosto al 9 de octubre) implementado por las autoridades capitalinas para vigilar que los establecimientos cumplan con la normatividad dio como resultado el desmantelamiento de nueve chelerías ubicadas en vía pública en las delegaciones Venustiano Carranza y Miguel Hidalgo.
Estas mismas acciones se realizaron en otras delegaciones, en todos los casos se trató de ambulantes y/o negocios establecidos carentes de permiso para la venta de alcohol.
Sin embargo, nada se ha hecho en las plazas comerciales donde negocios de comida rápida venden alcohol a menores de edad a plena luz del día donde para evitar ser descubiertos sirven las bebidas en vasos opacos de plástico.
La variedad, el bajo costo, la cercanía y el que no existan restricciones para la venta son los principales atractivos para los jóvenes.
Más allá de cuestiones administrativas o políticas es necesario fortalecer las acciones preventivas para reducir el consumo de alcohol entre los jóvenes.
No caería nada mal, que elementos de las oficinas jurídicas y de gobierno de las diversas alcaldías se dieran una vuelta los viernes alrededor de las tres de la tarde por las plazas comerciales y negocios autorizados para vender bebidas alcohólicas que se ubican cerca de secundarias y preparatorias, porque no está chido vender alcohol a menores de edad.