TERESA GIL
Si bien la silla presidencial en poder de una mujer ha concentrado buena parte de las noticias en los últimos tiempos, hay otra silla que surge en la palestra para reclamar su atención. Es una silla modesta, quizá intrascendente cuando se manejan cuestiones nacionales de gran relevancia. Pero tiene un fundamento tan importante en realidad, que de ella depende en muchos casos la salud de miles de personas en el país. Nos referimos desde luego a la silla que el trabajador debe de usar para descansar en fases alternativas, mientras realiza su trabajo. La Cámara de Diputados aprobó por unanimidad (lo cual significa que si hay posibilidades de ponerse de acuerdo en algunos temas), la reforma de cuatro artículos de la Ley Federal del Trabajo, que determinan que los empleados tienen derecho a descansar durante sus horas de trabajo. Es un derecho, “para quienes laboren en tiendas de consumo, servicios, mercados o cualquier actividad, dispongan de un descanso y puedan tener sillas con respaldo” de acuerdo al diputado Ricardo Monreal.
SE DEBE VIGILAR Y CONTROLAR EL PELIGRO DE CONTAMINARSE, EN TIENDAS
Con un buen gobierno como el del pasado sexenio, hubo otras cosas, no obstante, que siendo al parecer sin trascendencia, pudieron afectar no a miles, sino a millones de personas. Me refiero al trato directo al consumidor. Este desde luego está en manos mientras realiza la compra, del empresario y dueño de las empresas. Pero el sector público tiene la obligación de que todo acto que involucre ciudadanos no solo tenga el respeto sino la eficacia y la limpieza. Yo nunca vi por ejemplo y estuve en muchas tiendas, que, durante la pandemia, ni tampoco ahora, cajeros y cajeras tuvieran al lado una botella de gel para desinfectarse las manos, Esos trabajadores manejan a diario en todo el país una gran cantidad de alimentos frescos frutas, verduras. panes, etcétera, que pueden ser contaminados porque ellos están manejando dinero en efectivo en buena proporción de las cuentas. La culpa indudablemente no es del trabajador sino de la empresa que no está ni estuvo entonces, al pendiente de evitar que toda posibilidad de contagio se produjera. Ponía en riesgo al trabajador y al cliente y de paso a los señores que envuelven y que tampoco tenían protección. Lo publiqué varias veces, pero nadie lo tomó en cuenta.
SECRETARÍA DEL TRABAJO DEBERÍA VIGILAR EL CONTROL DEL TIEMPO LABORAL
Por lo que ya sabemos en tormo a la desidia de la señora Luisa María Alcalde, ex secretaria del trabajo, era difícil plantear soluciones que sabíamos que no se iban a cumplir. Hay uno que es permanente y que no se ajusta a la ley; el horario de trabajo. Muchas tiendas contratan a partir de “todo el tiempo disponible”, lo cual significa que un trabajador puede estar en horario matutino y abarcar horario vespertino rebasando las normales ocho horas, siempre con el tiempo a disposición de la empresa. También hay un uso de esas tiendas, del trabajador externo como es el de los cuidacoches. Lo más absurdo, estos trabajadores pagan semanalmente para trabajar cuidando coches y haciendo mandados a los clientes. Las tiendas les prestan sótanos para que duerman y a las seis de la mañana suelen ponerlos a pintar rayas señaladoras o recogiendo coches de mandado en los estacionamientos, sin paga alguna, mucho menos alimentos. Es una explotación laboral que ha llegado a la secretaria respectiva, pero que no ha sido controlada: el uso de mano de obra a beneficio de empresas ¡y pagar para trabajar!