PULSO/ Indiferencia y olvido

EDUARDO MERAZ

El último día y se va, sin retorno, por más deseos de permanencia voluntaria, como en las antiguas funciones de cine. A partir de mañana, 1 de octubre, los inexorables olvido e indiferencia borrarán su popularidad.

Las únicas referencias a su legado serán, en el mejor de los casos, su incapacidad y complicidad en la construcción de un régimen cuyos cimientos son las fuerzas armadas, el crimen organizado y las dádivas a un buen número de familias.

Fueron las únicas áreas en donde el crecimiento fue notable y notorio. En eso consistieron sus modelos de “economía moral” y “humanismo mexicano” que, en su megalomanía quiere exportar.

Con un saldo de más de un millón de muertos y desaparecidos, ciertamente redujo la pobreza, a cambio de quitar a todos los mexicanos derechos y libertades, individuales y colectivos, al limitar los alcances del amparo y la ampliación de la prisión preventiva oficiosa.

Confirmó su valemadrismo en el respeto a la Constitución y sus normas, sirviendo de ejemplo para vivir en un país prácticamente sin ley. Su lema de cero impunidad, se convirtió en cero castigo al delito.

Nunca se apartó ni pretendió separarse de la máxima del presidencialismo mexicano, de que “todos los negocios jugosos, de corrupción, cuenta con el visto bueno del titular del ejecutivo”. El triple costo de las obras emblemáticas, así lo certifican.

Y ni modo de justificarse en los pretextos de no tener conocimiento o de haber sido chamaqueado por los malosos, cuando el presidente saliente, con un pie en el estribo fuera de Palacio Nacional, es marrullero y gallo muy jugado.

Baste recordar cómo integrantes de su familia y colaboradores fueron captados recibiendo “aportaciones” para  su movimiento, siendo él uno de los principales beneficiarios de tales recursos, de oscuro origen.

En el otro extremo, la relación de estira y afloja con los machuchones, con la minoría rapaz, le permitió al cuatroteísmo cobrar contribuciones extraordinarias, y obteniendo como prestación la duplicación de sus respectivas fortunas.

Además, dió vía libre a una nueva comalada de ricos, los “cachorros de la transformación”, por obra y gracia de la gestión desinteresada y honorífica de sus consanguíneos.

El mejor desagravio a la vida republicana perdida en este sexenio, empieza por borrar el nombre y caprichos del que ya no será. Para López Obrador, el mundo ideal sería como dice la canción: “Odio quiero más que indiferencia/ porque el rencor hiere menos que el olvido”.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Asegura la próxima presidenta Claudia Sheinbaum estar lista y fuerte para iniciar su mandato. Esperemos también tenga y privilegie la capacidad por encima de la lealtad; no hacerlo sería nefasto.

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