JUAN CHÁVEZ
México tiene reforma judicial empujada por el oficialismo y Estados Unidos tendrá Presidenta.
Donald Trump, el candidato republicano, se ha auto hundido con las mentiras que expuso en el debate del martes y que obligaron al moderador David Muri interpelarlo por 7 ocasiones, de conformidad con las reglas fijadas por la cadena HBC News para el “cara a cara”.
“Fuero 3 contra 1”, se ha quejado el aspirante que ya rechazó volver a debatir con la demócrata Kamala Harris.
El propio Trump cargó contra los moderadores. Terminando el debate, dijo que pensaba que había sido su «mejor debate», y que Harris «no lo había hecho tan bien». Sin embargo, añadió que «obviamente, fue tres contra uno».
Antes de que terminara el debate, la campaña de Trump dijo al diario The Washington Post que el debate fue “tres contra uno″, acusando a los moderadores de estar del lado de Harris.
En redes sociales varios usuarios cuestionaron que los moderadores realizaron mucho fact checking a los comentarios de Trump, no así a los de Harris.
Pero tenía que ser como fue. Trump intentó sobresalir con sus mentiras: Los migrantes en Ohio están comiendo gatos y perros, y hay estados que permiten la suspensión del embarazo a los 9 meses, matando a los bebes.
“Ningún estado tiene esa ley”, le reviró el moderador Muri.
Un columnista escribió, luego del debata que “Ayer en este espacio establecimos que era el día clave para la democracia en México y los demócratas en Estados Unidos. 24 horas más tarde podemos “casi” asegurar que México tiene reforma y Estados Unidos una futura presidenta”.
Los accidentados acontecimientos del miércoles al interior del Senado mexicano garantizan al oficialismo que la reforma al Poder Judicial se concretó, mientras que el desarrollo del debate presidencial en Filadelfia entre Donald Trump y Kamala Harris nos hacen pronosticar que la vicepresidenta se encaminara con “paso firme” para llegar a la Casa Blanca el 20 de enero de 2025.
Del proceso de la inminente aprobación de la reforma judicial, donde hubo golpes, algunos lesionados, destrucción de puertas, “traiciones” en partidos y hasta “involucrados ajenos” –según denunció el mismo sindicato de empleados– entre los empleados que azuzaron el zafarrancho en el Senado y que pudo haber terminado peor, es –desafortunadamente– apenas el principio de lo que podemos vivir a partir de ayer, por lo que se vislumbra un “sismo” social por las formas en que se consiguió la reforma.
Por lo que corresponde al debate estadounidense, a pesar del obvio nerviosismo de la vicepresidenta Harris, pronto logró posesionarse del escenario, del contenido y del debate.
En los primeros intercambios de propuestas ya había logrado alterar a Trump, quien llegó a levantar la voz en tono molesto.
Lo sacaron de “sus casillas”; ella fue por él y lo “cazó”. Harris estuvo a la ofensiva permanentemente, provocando réplicas furiosas de Trump, plagadas de desinformación, hechos confusos y teorías conspirativas. El expresidente estuvo enfocado en el pasado y la vicepresidenta en el futuro.
En México no hay retorno, porque en la reforma judicial no hay vuelta atrás, solamente un retroceso para la democracia de nuestro país, mientras que, en Estados Unidos, salvo un desastre, nada logrará que Trump se levante del “nocaut político” que le impusieron antenoche.
Es por eso que podemos asegurar que México tiene reforma y Estados Unidos una futura presidenta.