CARLOS RAMOS PADILLA
Dejar a la Patria hasta la última instancia, el último rincón, la última alternativa para defender a su democracia me parece fuera de toda proporcionar. Arrojar al país a la suerte de tómbolas o trampas es inadmisible. Ofertar engaños para imposiciones perversas no lo merecemos. Ninguna civilización madura puede permitir que un solo gobierno, un solo partido y un solo legislativo domine, controle e impulse modificaciones a lado que solamente convienen a una camarilla. Destruir y no construir a nadie conviene. Sostener que improvisados y abusivos tomen las riendas legales de la nación es condenar el futuro a arbitrariedades. No entiendo para qué votamos si con mañas y engañifas dentro del legislativo y del INE hacen lo que les viene en gana. No sé para que el conteo de votos si definirán lo que se les antoje por artimañas partidistas, venta de conciencias, acomodos de alianzas o falsas colisiones. Lo que resultó de las urnas no corresponde a lo que en el INE se concluyó. Todo esto es una estafa. Morena quiere dominar por las buenas o por las malas con personajes absolutamente imposibilitados siquiera para interpretar las leyes y artículos constitucionales porque ni los conocen. El Tribunal Electoral tiene una enorme responsabilidad y es la misión de respetar la voluntad popular, evitar una sobre representación absurda, respetar a la Constitución y no regalar el país a un puñado de personajes improvisados y serviles a la voluntad de un solo individuo. Nuestra historia, nuestro futuro, millones de mexicanos merecemos dignidad. Las llamadas de atención han sido incluso internacionales. Atentar contra la Constitución, los órganos autónomos, la democracia, el Poder Judicial, la autonomía de las universidades e incluso la propiedad privada e inversiones es pararnos frente al paredón para ser fusilados por aquellos que ni para eso sirven. Ojalá la estatura al interior del Tribunal sea superior a la barbarie que se desea cometer. Es por el bien de todos pensando no en un periodo breve, sino sería una condena permanente que nos arrastraría a sistemas totalitarios que en las páginas mundiales han demostrado que llevan a los pueblos a más miseria, injusticia y retroceso.