VERÓNICA VALDÉS GONZÁLEZ
En septiembre de 2021, Pablo, 93 años de edad, acudió junto con su sobrino Ernesto, a la sucursal de BBVA Bancomer ubicada en la zona de Lindavista para designar a su familiar beneficiario -luego de su muerte- de la inversión que tenía en dicha institución.
Fueron atendidos por un “asesor financiero”; en pocos minutos, sin ninguna explicación, ni asesoramiento, solo con la credencial de elector de ambos, el empleado llevo a cabo el trámite correspondiente.
Antes de salir del cubículo donde fueron atendidos Ernesto preguntó al empleado bancario si no les daría algún comprobante de la operación “no hace falta ya quedó registrado en el sistema”, le respondió.
Pablo murió en enero del presente año, un mes después Ernesto acudió a la sucursal bancaria para hacer efectivo su derecho como beneficiario de la inversión; seis meses han pasado, el dinero aún no ha sido entregado al beneficiario.
Luego de una docena de visitas a la sucursal y la entrega de la documentación requerida (actas de defunción, de nacimiento y otros documentos oficiales) a los distintos empleados que lo atendieron, el ultimo le informó que el beneficiario de la cuenta era otro familiar, que murió hace 20 años, Ernesto llevó el acta de defunción correspondiente, el empleado bancario mantuvo la negativa.
Casos como el de Ernesto son frecuentes, sin embargo, no obstante que desde hace más de quince años la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) ofrece asesoría para la recuperación de los recursos, pocos acuden a la institución. ¿El motivo? la carente difusión del servicio.
En peor se encuentra Bancomer, que cuenta con un sitio web con información detallada de los procedimientos que los beneficiarios deben seguir para recuperar los recursos.
Los contratiempos que pasan los beneficiarios de instrumentos bancarios no están entre las principales reclamaciones que recibe la Condusef, sin embargo, no por eso deja de ser un asunto de importancia que requiere una amplia difusión, pues en la mayoría de los casos los beneficiarios son personas de la tercera edad.