NATALIA VIDALES DE BITTERLIN
SemMéxico, Baja California. Los Juegos Olímpicos del 2024 han comenzado y en su inauguración el mundo entero se detuvo por minutos. México no fue la excepción y hasta las noticias políticas -que nunca paran- pasaron a segundo término. La atención estuvo centrada en el desarrollo del inicio de la más importante competencia deportiva del orbe.
Nosotras, al igual que miles de millones de personas, nos sentamos frente a nuestro televisor -el pasado día 26- para ver, de principio a fin, la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos y, de inicio, nos embargó una gran emoción al ver los rostros de alegría de los jóvenes deportistas que tanto esfuerzo y tiempo invirtieron para ser parte de la delegación de su país. Al verlos reflexionamos sobre los grandes sacrificios que tuvieron que hacer para ganarse su lugar en el contingente representativo. Sin duda se alejaron de las fiestas, del ocio, de los vicios, de las actividades propias de su edad, para lograr cuerpo y mente sanos… y poder participar en esta importante competencia. Les costó, y mucho. Pero representaron, con gran orgullo, a su país.
Por ello nos duele que el esplendor inaugural se haya empañado al incluir en el programa escenas degradantes, ofensivas y totalmente fuera de lugar -que no viene al caso mencionar porque son del conocimiento público. Sentadas hoy, frente a nuestra computadora, hubiéramos querido escribir que la inauguración de los juegos olímpicos fue, además de emotiva, esperanzadora y espectacular. Pero no. No fue así. Fue una muestra de una gran producción y dominio de la tecnología, del talento de los artistas participantes, de su grandeza, del esplendor de la Ciudad Luz -que lució al máximo sus emblemáticos edificios y bellezas naturales del lugar-, eso sí.
Pero también dejó al descubierto su decadencia al atreverse a utilizar el máximo evento deportivo del mundo para enviar a millones de personas mensajes distorsionados y obscenos que nada tienen que ver con la igualdad y la sororidad que supuestamente pretendieron promover. Imperdonable es la falta de respeto mostrado al público al querer imponer una agenda ajena a las mayorías…en un malentendido de lo que la libertad e igualdad significa.
Vivimos en un mundo global, sí, pero debieron haberse tomado en cuenta la mesura, el respeto y la tolerancia…para todos. Se fueron de paso al hacer apología del libertinaje e incluir escenas grotescamente hipersexualizadas con inclusión de menores de edad y con ridículas –pero perfectamente calculadas– parodias del cristianismo.
En un evento deportivo, los valores más sublimes son los que deberían de resaltarse en lugar de incluir mensajes encaminados a promover ideales e ideologías específicas innecesariamente… porque con ello solo consiguieron polarizar el evento y restarle la majestuosidad a un evento de primera.
La belleza de París, el esfuerzo de quienes colaboraron para lograr la exitosa logística, el talento de los artistas participantes, el público en general y, sobre todo, el esfuerzo de los jóvenes deportistas, no merecían este agravio.
A Francia, en el programa inaugural no le faltó nada: mostró su historia, sus maravillas naturales, sus emblemáticos edificios, el talento artístico cultural de los franceses, las mujeres parisinas que han brillado por su capacidad y entereza. No le faltó nada. Le sobró al incluir -en un afán de verse ¨progresistas¨-, escenas y mensajes degradantes, ofensivos y fuera de lugar- que nada positivo aportaron al mundo- porque una cosa es la libertad y otra muy distinta el libertinaje.
*Activista y periodista con más de 40 años de actividad profesional. Fundadora y directora de la revista Mujer y Poder. Comentarios: 6621441440. www.mujerypoder.com.mx