CARLOS RAMOS PADILLA
El disfrazado triunfo de Maduro en Venezuela se está convirtiendo en un conflicto fuera de control. Enormes grupos sociales, políticos, militares y religiosos se manifiestan contrarios a que permanezcan en el poder. Dudan, como muchos organismos internacionales, acerca de un triunfo legítimo y las razones son varias: restricción a la información, bloqueo de manifestaciones, impedimento al trabajo de observadores internacionales, represión social…Un minúsculo, pero no por ello deja de ser poderoso, grupo de países de corte popularista/comunista han abierto un franco apoyo a Maduro, me refiero a Cuba, Nicaragua, Irán, Rusia…y entre estos, extrañamente México que en su ambivalente conducta internacional, rompe relaciones con Perú sin reconocer cifras electorales oficiales, promueve un grave conflicto con Ecuador, pero esos sí, de inmediato y aún contracorriente del mundo industrializado y sin cifras oficiales, de inmediato reconoció el triunfo de Maduro. A esto se le llama jugar con fuego y más aún cuando estamos a semanas de iniciar un nuevo sexenio aquí en México y un cambio radical en el gobierno de los Estados Unidos. Allá, en el vecino del norte, ya no están dispuestos a tolerar más violencia, más trasiego de drogas y mucho menos indefiniciones en lo que respecta a la relación con nuestro socio más importante con la frontera más transita del mundo. Venezuela se acerca a una tragedia desde donde se vea. Un dictador/represor no pronostica un futuro cierto. En el mundo ya no caben los tiranos y que Maduro recuerde a Manuel Antonio Noriega.