GREGORIO ORTEGA MOLINA
*¿Cuántas muertes por sexenio requerimos los mexicanos, para comprender que se han doblado las manos, que se hipotecó el futuro por un proyecto que no existe, porque el dinero fiscal nada produce, y la corrupción galopa en la pradera de la impunidad, dispuesta a desaparecer a la SCJN como tribunal constitucional?
Desde sus cubiles las agrupaciones políticas y sociales, de izquierda y de derecha, se acusan, formulan agrias deturpaciones y se rasgan las vestiduras, porque la actitud de adherentes, simpatizantes y gobernados cambió radicalmente. Abjuraron de sus principios ideológicos, de su ética y moral, doblaron las rodillas y humillaron la cerviz. Así los tienen de domesticados.
La extrema derecha crece, se multiplica, se hace gobierno, mientras las organizaciones de izquierda o los simuladores del socialismo real se desgarran las vestiduras, pero no reconocen sus errores y sus horrores.
¿Qué heredan al mundo las izquierdas convertidas en gobierno? Ahí está el texto de Martin Amis, Koba el Temible. La risa y los veinte millones. Están el presente de Cuba heredado por el inconmovible Fidel Castro, capaz de reírse de él mismo como cuando publicitó el “comes y te vas” que le recetó el tonto de Vicente Fox. ¿Dónde la herencia bolivariana soñada por Hugo Chávez, que quedó en las manos de Nicolás Maduro? ¿Qué fue de las alamedas añoradas por Salvador Allende, víctima del golpe que le dio Augusto Pinochet, en quien confió? Ni quien recuerde el Frente Farabundo Martí, o el Sandismo nicaragüense, hecho polvo por los embrujos de Rosario Murillo dados a Daniel Ortega, o la herencia de los bloques del Este a sus gobernados, o el Libro Rojo de Mao, o a Pol Pot, o al tío Ho.
Los extremos -como la cola de la serpiente- ideológicos se asemejan. ¿Puedes establecer diferencias de procedimiento para el terror, entre el estalinismo y el Reich de los mil años? A fin de cuentas, los gobiernos sometidos a los nazis gustosos se plegaron a sus exigencias, como lo muestra el número de ciudadanos de origen hebreo o judío enviados a los campos de exterminio. Los sueños de libertad se esfumaron en las espirales salidas de las chimeneas de los hornos crematorios, mientras los jerarcas espirituales y los líderes del mundo libre se convirtieron en cómplices por el silencio. Y lo mismo ocurrió con el Gulag.
¿Cuántas muertes por sexenio requerimos los mexicanos, para comprender que se han doblado las manos, que se hipotecó el futuro por un proyecto que no existe, porque el dinero fiscal nada produce, y la corrupción galopa en la pradera de la impunidad, dispuesta a desaparecer a la SCJN como tribunal constitucional?
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