MARÍA MANUELA DE LA ROSA AGUILAR
Una de las grandes virtudes de la democracia es la capacidad de los electores para premiar o castigar a un gobierno, posibilitando la alternancia en base a resultados de la gestión política; claro, siempre y cuando estos electores cuenten con instituciones sólidas en un pleno estado de derecho, donde la voluntad de las mayorías se refleje efectivamente en los resultados y se observe con rigor la ley electoral, la libertad de elección, la calidad del voto secreto y la transparencia en el conteo, entre otras condiciones necesarias para que la democracia sea plena.
Pero sorpresivamente vemos como el voto popular no necesariamente castiga la mala gestión de los gobiernos, aunque ésta sea pésima, con un mal manejo de las finanzas públicas, el incumplimiento de las promesas de campaña, la evidente corrupción, el nepotismo y otras muchas prácticas deleznables. Alguien dijo que un pueblo corrupto elige gobernantes corruptos. Pero esto no es tan sencillo de entender ni necesariamente cierto.
Vemos como, por ejemplo, en España, el presidente Pedro Sánchez se mantiene a la cabeza pese a los múltiples escándalos de corrupción y malos manejos, del incumplimiento de su promesas de campaña, del nepotismo descarado con que actúa e incluso, en una total violación a los principios constitucionales, ha presionando al Rey a firmar la Ley de Amnistía para los independentistas, siendo que el monarca está obligado a mantener la unidad de España, atentando así contra el propio sistema de gobierno y más aún, contra su reinado y la permanencia de la monarquía. Increíble, pero totalmente real y un número importante de la población española apoya a un presidente de izquierda corrupto, tal vez sólo porque su gobierno otorga becas de 100 euros o descuentos en algunos transportes de trenes para mayores de 65 y otras ayudas que en realidad no significan mucho, aunque si han repercutido en el aumento de impuestos y la inflación, temas que al parecer pasan inadvertidos para una mayoría. Y hablamos de un país con un buen nivel educativo, aunque no necesariamente informado, ya que la prensa española también es controlada.
Que podemos esperar de países como África, con niveles muy altos de pobreza, caracterizados por la corrupción y una gran deficiencia educativa. En las elecciones de este año, Chad siguió con una dictadura militar, Madagascar, Senegal y Sudáfrica eligieron gobiernos de izquierda. Y cabría preguntarnos: ¿Qué tan legales fueron esas elecciones? Donde no hay transparencia, privan las dictaduras de estado y los sistemas denominados oficialmente democráticos, tal vez sólo sean una etiqueta de falsa legitimidad, en pueblos sometidos, poco educados, nada informados, en medio de una difícil situación que pone en riesgo su subsistencia y a expensas de un alto nivel de violencia.
Pensemos en los paralelismos que hay en otras latitudes, incluso en países con grandes riquezas naturales que figuran entre los más ricos del mundo.
En México y la República Dominicana ganó la izquierda. Hasta no hace mucho México fue ejemplo paradigmático del sistema electoral, gracias al cual hubo alternancia, pero hoy, con una presidente del INE comprometida personalmente porque muchos de sus familiares ocupan cargos en el gobierno morenista de Sonora, queda la duda de la imparcialidad, porque nuevamente, como en 1988, el sistema se cayó y los retrasos en la programación anunciada de los comunicados para informar de los avances, dieron lugar a suspicacias. Aunque al final, la contienda se decantó por la continuidad de una administración con más fracasos que éxitos, porque el presidente Andrés Manuel López Obrador logró que México se dividiera, que la delincuencia se impusiera y el estado de derecho se debilitara, con una economía mermada, donde los precios de los productos básicos se multiplicaron. Las amas de casa vieron como el azúcar de 17 pesos subió a 30, la tortilla de 12 a 20, las verduras como la zanahoria, el pepino o la calabaza, de 10 a 44 pesos. La gasolina que prometió estaría a 10 pesos, ahora cuesta hasta 27. Pero el pueblo apoya a su líder, o así lo difunde la propaganda.
Venezuela, antes un país inmensamente rico, está en quiebra después de que Hugo Chávez llegara al poder en 1998, el pueblo creyó en él y ahora a 26 años, con su sucesor Nicolás Maduro, la secta de sus seguidores se ha diluido, porque la pobreza extrema, el hambre, la represión y la inseguridad reinan en ese país, donde el mismo presidente es acusado de narcotráfico. Demasiado tarde para despertar de la pesadilla, el pueblo de Venezuela paga las consecuencias de una decisión sin retorno. Cuando un líder populista logra llegar al poder es imposible que quiera dejarlo y si oficialmente lo hace es sólo por formalismo, veamos a Vladimir Putin, quien lleva 25 años en el poder, aunque al principio disimuló alternancia, pero desde que llegó a la presidencia jamás la ha abandonado y hoy es uno de los grandes dictadores del mundo, con tantos deseos de dominio que ahora se acerca a Cuba, Corea del Norte y China para disuadir a Estados Unidos. Muy amigo de los dictadores de Irán, de Venezuela y Nicaragua, y con excelentes relaciones con los gobiernos de izquierda de Colombia, Perú, Bolivia, Chile y México.
Decir gobiernos de derecha políticamente está vetado, porque el estigma ha sido implantado por la izquierda, que se dicen progresistas y de beneficio social, pero en la práctica podemos ver la realidad de los gobiernos de izquierda, la historia está ahí para dar testimonio, porque el odio nunca puede ser la base de una buena gestión de gobierno, las ideologías de izquierda matan, destruyen el intelecto, fanatizan y sólo hay que leer sus bases, Marx dio la receta: sólo a través de la revolución se llega al socialismo y ¿qué significa eso? Muerte, venganza y la eliminación de la cultura del esfuerzo, porque todos debemos tener condiciones iguales, sin importar lo que cada uno trabaje o se supere, somos iguales, aunque uno sea bueno para las matemáticas y otro para la biología, aunque uno no quiera prepararse y otro lo haga toda su vida. Según Marx los obreros que aportan la mano de obra deben ser dueños de los medios de producción y del capital, pero ignora dolosamente que esos medios tienen legítimos propietarios y sin ellos no hay producción. Lo mismo la producción intelectual, que se soslaya y demerita. Y a qué lleva todo eso, a la miseria, porque no hay incentivos para el desarrollo Por eso la China socialista es ahora una dictadura capitalista. Así la incoherencia. Y en Rusia ahí están los famosos oligarcas muy amigos de Putin, quienes se dice son sus prestanombres, porque de la nada Putin es el hombre no sólo más poderoso de Rusia, sino el más rico. Así es el socialismo en la práctica, una cúpula millonaria y el pueblo siempre pobre.
En el triunfo de la morenista Claudia Sheinbaum Pardo, de origen cuestionable, pudieron influir muy diversos factores, en una muy compleja realidad. Demos algunos datos para poder explicarnos de alguna manera la continuidad de la llamada Cuarta Transformación:
La propaganda oficial, donde la conferencia matutina de todos los días capitalizó muy bien el resentimiento social, un estado emocional promovido por el liderazgo político que genera esa ira contenida por el fracaso personal que atribuye a un grupo exitoso y rico la causa de sus males, lo cual es usado como principal instrumento de manipulación de esas emociones negativas en el ejercicio del poder; por un lado, para justificar su incapacidad en la gestión de gobierno y por otro, para dividir a la sociedad, que es una de las armas más eficaces de la guerra. De esta manera, se logra una identificación con el líder, quien da cauce al odio y explica la razón de la pobreza, a la falta de oportunidades, deslindándose así de su responsabilidad, a través de la creación de un estado emocional de gran empatía con el líder y odio por los ricos o exitosos. Y es tal el alcance de esta manipulación, que las masas evaden incluso su realidad. Como sabemos, una mentira repetida muchas veces, se convierte en verdad y en las conferencias matutinas del presidente ha repetido miles de veces la culpabilidad de los llamados “conservadores”, los responsables de todos los males. Diariamente durante ya casi 6 años se ha ejercido esta violencia verbal repetitiva durante horas, con las consecuentes réplicas en las redes sociales y en todos los medios de comunicación, así que su penetración ha sido prácticamente absoluta en todo el país. Las llamadas “mañaneras” se convirtieron en un ritual donde el político convertido en sumo sacerdote impuso su concepción de moral y sus verdades subjetivas, usando todo el poder de su investidura para atacar desde su púlpito a todo aquel que se atreviera a cuestionar sus afirmaciones. Culto a la personalidad en la dictadura perfecta que soñaban los priístas. Sin considerar que cada “conferencia” cuesta unos 130 millones, según estimados de la agencia AP; así que hasta el 20 de junio el gobierno ha gastado unos $271,700’000,000.00 (doscientos setenta y un mil setecientos millones de pesos) en propaganda.
El nivel de pobreza que hay en México, irónicamente, siendo uno de los países más ricos del mundo. En el informe de CEPAL del 2020 se registra un 72.9% en pobreza total. Según el gobierno federal, en el 2024 el porcentaje de pobres es de 42.9% y señala que 23.6% no son pobres ni vulnerables, pero, ¿dónde está el otro 33.5%? las cuentas oficiales no dan.
Y con esos niveles de pobreza, es totalmente comprensible que las ayudas sociales y las despensas, aunque no alcancen a cubrir sus necesidades básicas, generan un gran sentimiento de gratitud hacia el gobierno y más si estas ayudas van etiquetadas y promocionadas como parte de la generosidad de un líder carismático, como lo es López Obrador. Así que, haga lo que haga, todo se le perdona, lo mismo que a Pedro Sánchez en España, quien se aferra al poder. Y conste que estamos hablando de un país desarrollado con un nivel educativo más alto que México. El agradecimiento pesa en las urnas.
De acuerdo a los datos del INEGI, en México el 49.3% de la población apenas cuenta con la educación básica y un 4.9% no cuenta con ninguna escolaridad.
Si conjugamos los niveles de pobreza y el nivel educativo y si a esto le agregamos que son personas que reciben pensiones o ayudas del gobierno, fácilmente rebasan el 60% que le dio el triunfo a Claudia Sheinbaum. Y nos quedamos cortos, por lo que podemos inferir que muchas personas, aunque reciban ayudas, no votaron por la candidata oficial, pero posiblemente pudieron más las carencias y la esperanza en las promesas de campaña. Pero no se dice que todas esas ayudas provienen de los impuestos que pagan los ricos y los exitosos.
La inseguridad y la omnipresencia de los grupos criminales, es un factor real de disuasión para no acudir a votar. Recordemos que sólo en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han registrado 189,855 homicidios, muchos más que en Ucrania o Palestina que están en guerra. México es uno de los países más inseguros del mundo. ¿Quién se atreve a votar si los delincuentes han lanzado amenazas? Y aún así hubo una gran participación, pues un 61% de los electores acudieron a las casillas a votar. O al menos son los datos oficiales.
La realidad es mucho más compleja, aún así podemos identificar las razones del triunfo de MORENA y que no nos extrañe la permanencia indefinida de este partido político. El PRI ya gobernó por 70 años, sus herederos pueden muy bien perpetuarse otros más, ya que el pueblo bueno les ha otorgado todo el control político para que dispongan como mejor les parezca, en un acto de fe a ciegas.
Queda la duda si este triunfo realmente se debió a un ejercicio democrático transparente o fue la informática oportunista. El hecho es que estas elecciones estuvieron manchadas de sangre como nunca, con al menos 36 candidatos asesinados, algunos incluso torturados antes de ser sacrificados. Y de las investigaciones de tan arteros crímenes poco o nada se sabe.