MARÍA MANUELA DE LA ROSA AGUILAR
A la muerte del presidente Hugo Chávez de Venezuela, le sucedió su mano derecha, Nicolás Maduro, cuando Fidel Castro dejó la presidencia de Cuba, nombró a su hermano y éste a su vez a su fiel colaborador Miguel Díaz Canel. Así sucede con algunas dictaduras, cuando tienen prevista la continuidad, porque dentro de su megalomanía, los dictadores algunas veces son conscientes de su finitud como humanidad.
El sábado 18 por la tarde se accidentó el helicóptero en el que viajaba el presidente de Irán, Ebrahim Raisí, quien viajaba por el Nordeste de Irán, en un sector montañoso, de la provincia de Azerbaiyán Oriental, acompañado por el ministro de Asuntos Exteriores, Amir Abdolahian, el gobernador de Azerbaiyán Oriental, Malik Rahmati, y el líder de los rezos del viernes de Tabriz, Mohammad Ali Ale-Hashem, donde fue imposible el acceso por el mal tiempo. Pero el domingo 19 los equipos de rescate lograron localizarlos por brigadas de rescate del ejército iraní, según lo confirmó el comandante del ejército de Azerbaiyán Oriental, el general Asghar Abbasqolizadeh.
Desde que se tuvo conocimiento de este accidente, el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, aseguró que “no habrá interrupciones en las funciones del país.
El viaje respondía a la inauguración de una presa junto con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, en la frontera entre los dos países, un proyecto que está encaminado a fortalecer las buenas relaciones bilaterales, con vistas a futuras negociaciones, pero sobre todo, muy probablemente, porque Irán requiere hoy más que nunca fortalecer sus alianzas estratégicas, ya que ha entrado a la disputa por el Medio Oriente.
Ebrahim Raisí se había posicionado como un mandatario ultraconservador desde que llegó al poder en 2021, tras “ganar” las elecciones presidenciales con la participación más baja en la historia de esa República Islámica. Y su gobierno se ha caracterizado por una profunda represión contra activistas y críticos del régimen.
Raisi era un clérigo de la línea dura, de opiniones políticas ultraconservadoras muy cercanas al líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ya que éste fue su tutor desde muy joven.
Ebrahim Raisi nació en 1960 en Mashhad, la segunda ciudad más grande de Irán y sede del santuario musulmán chiita más sagrado del país. Era hijo de un clérigo, quien murió cuando él tenía 5 años. Siguiendo los pasos de su padre, comenzó su formaciòn como religioso en la ciudad santa de Qom a los 15 años. Durante su época de estudiante participó en protestas contra el Sha, quien fue derrocado en 1979 en una revolución islámica liderada por el ayatolá Ruhollah Jomeini, que desde Francia organizó un golpe de Estado contra el Sha.
Tras la revolución, fue incorporado a la judicatura y ejerció de fiscal en varias ciudades mientras recibía formación del ayatolá Jamenei, que se convirtió en presidente de Irán en 1981, por lo que no es raro que fuera nombrado jefe de la Organización de Inspección del Estado y con tan solo 25 años se convirtiera en el fiscal adjunto de Teherán y enseguida titular de este importante órgano judicial.
Para el 2017 sorprendió a la oligarquía iraní al presentarse a la presidencia de Irán, pero perdió frente a Hasán Rouhani. En 2019, el ayatolá Jamenei lo nombró para el poderoso cargo de jefe del poder judicial, cargo que desempeñó hasta que, en su segundo intento presidencial, ganó los comicios en junio de 2021, después de una cuestionada contienda.
Cuando asumió la presidencia, el país enfrentaba graves problemas económicos, crecientes tensiones regionales y las conversaciones sobre la reactivación de un acuerdo nuclear con potencias mundiales se encontraban estancadas. Aunque su mandato estuvo caracterizado por las protestas antigubernamentales que presentaron en todo Irán en 2022.
En la actual guerra en Gaza entre Israel y el grupo palestino Hamás, su gobierno dio absoluto respaldo a Hamás, haciendo que resurgieran las tensiones con Israel.
Raisi estaba sometido a sanciones de Estados Unidos y se lo había vinculado con ejecuciones de presos políticos en el pasado, por su papel en las ejecuciones masivas de presos políticos en la década de 1980. A Raisi se le señala como miembro del llamado «Comité de la Muerte», un grupo de cuatro jueces que en 1988 emitió secretamente sentencias de muerte contra unos 5.000 presos encarcelados, según Amnistía Internacional. Estos tribunales «volvieron a juzgar» a miles de presos que ya cumplían condenas de cárcel por sus actividades políticas. Se desconoce el número exacto de condenados a muerte por los tribunales, pero grupos de derechos humanos han afirmado que unos 5.000 hombres y mujeres fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes sin nombre, lo que diversos organismos internacionales consideran un crimen de lesa la humanidad. Pero Irán nunca ha reconocido las ejecuciones masivas. Sin embargo, Raisi era uno de los agentes más leales al grupo de imanes que gobiernan Irán y, además se pensaba que sería el sucesor de Jamenei.
Valga decir que Raisi era el segundo funcionario de mayor rango en el país, después de Jamenei. A su muerte, a los 63 años, será reemplazado por el vicepresidente de Irán, Mohammad Mokhber, hasta una nueva elección, que posiblemente será en unos 50 días, aunque el proceso deberá ser aprobado por el guía supremo, el ayatolá Alí Jamenei, que es la máxima autoridad del país y su jefe de Estado. De esta manera, el régimen iraní tiene asegurada su continuidad y difícilmente cambiará su denominación.
Pero, en la otra parte del mundo desde donde se rigen los destinos globales, las acciones diplomáticas siguen activas. El primer ministro de Israel y el príncipe que gobierna Arabia Saudí se han reunido por separado con el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan.
Este fin de semana el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, quien se reunió con Sullivan para llegar a un acuerdo negociado sobre el Medio Oriente. Y su posición es de gran peso, porque hay que mencionar que en este del reino se encuentra la petrolera estatal Aramco, una de las más grandes del mundo. Al respecto la Casa Blanca se concretó a decir que la reunión fue constructiva y centrada en una visión para integrar Medio Oriente. Ero el gobierno saudí abundó señalando que se está elaborando un borrador sobre acuerdos estratégicos entre los dos países.
Después de reunirse con Bin Salmán, Sullivan se dirigió a Jerusalén, donde informó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y a su equipo sobre dicha reunión y «el potencial que ahora podría estar disponible para Israel, así como para el pueblo palestino». El Gobierno de Biden mantiene su objetivo de ampliar los Acuerdos de la Administración de Donald Trump que permitieron la reconciliación de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos.
El pasado 14 de mayo, en una rueda de prensa en la Casa Blanca, Sullivan dio una clave al afirmar que la seguridad a largo plazo de Israel, el mayor aliado de Washington en Oriente Medio, depende de estar integrado en la región y disfrutar de relaciones normales con los estados árabes.
Dados los acontecimientos de la intervención iraní en a guerra, es un objetivo estratégico consolidar la alianza de los países de Medio Oriente para enfrentar a la que posiblemente sea la mayor amenaza en la región. Pero en este juego diplomático Arabia Saudí irá más allá de un complaciente acuerdo con Occidente, ya que tiene en la mira fortalecer su defensa con el enriquecimiento de uranio. Este objetivo lo veremos a corto plazo