ARTURO ZÁRATE VITE
Valga la analogía y sea dicha con todo respeto para trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad que recorren el país construyendo infraestructura para dar servicio de Internet.
Como hormiguitas que van de un punto a otro en equipo, que pasan desapercibidas, sin llamar la atención ni molestar a nadie, que no pararan hasta conseguir el beneficio colectivo.
Así par de electricistas, conscientes de lo que hacen, de lo que significará para la población una vez que concluya la obra. No nada más se dedican a tender la red, a colocar cables, como se les ha ordenado. Tienen claro el alcance de lo que hacen, del servicio de Internet, las redes sociales, la modernidad en la comunicación, la apertura a nuevas tecnologías.
Tarea que avanza sin hacer ruido y que pareciera no es noticia, porque no es negativa, Lo negativo, lo amarillista es lo que interesa a los que viven preocupados por tener el mejor rating mediático. Si no es malo entonces no vende en los espacios informativos.
Tampoco la empresa del Estado parece preocuparse por cacarear el huevo y quizás haga bien, porque todavía falta infraestructura para asegurar que el servicio de Internet llegue a todas las ciudades y rincones del país.
Los trabajadores no solo cargan cables y la herramienta que se requiere para el tendido, las escaleras para subirse a los postes, para hacer las conexiones en medio de la maraña de hebras de plástico creada por empresas privadas que se dedican al negocio del Internet. Especie de queso Oaxaca, tan enredado, que solo personal especializado identifica que cable es suyo. Desorden del cableado en cada esquina, por todas partes.
Para nada suenan a merolicos, que repiten lo que alguien les dijo que pregonen por donde vayan y cuando sean interrogados por curiosos o por personas que desean saber lo que hacen.
Seguro que la descripción que hacemos se queda corta sobre la dimensión de lo que realmente ocurre. Alguien diría que corrimos con suerte y que nos topamos con personal calificado de la CFE.
Por un momento supusimos que después de la pregunta ¿qué hacen?, vendría el desaire o la expresión cortante de que no es su trabajo dar información, porque para esto hay otros encargados.
Su actitud, amigable. Con la misma naturalidad y sinceridad que hablaban de su trabajo, igual para referirse a sus condiciones remunerativas. Para nada se quejaron de que ya no tienen las extraordinarias prestaciones que durante muchos años fueron motivo de enviada de otros trabajadores.
Nuevas generaciones que entienden y conocen la realidad de su país. Para ellos, no hay duda de que lo que hacen contribuirá a beneficiar a millones de mexicanos.
Estos empleados de los que hablamos estaban en la Ciudad de México, ocupados en el tendido de cables.
Según ellos, la empresa productiva del Estado primero llevará el Internet al Metro. ¿Se imaginan el beneficio para los millones de viajeros del transporte colectivo en la CDMX? Después, a terminar de enlazar al territorio nacional.
Y lo mejor es que el servicio de Internet o los paquetes para conectarse a la red, están seguros, tendrán costo menor a cotizaciones privadas.
El par trabajadores dio por descontado que las empresas que han hecho jugoso negocio con estos servicios van a pegar el grito en el cielo cuando esté lista la nueva infraestructura de su competencia.
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