ÍNDICE POLÍTICO/ AMLO: muerte y censura a los periodistas

FRANCISCO RODRÍGUEZ

Los intelectuales de huarache, acompañados en la aventura cuatrotera por periodistas ignorantes y youtuberos aún más ignaros y zafios, pero, eso sí, muy ambiciosos, se han impuesto en este sexenio para cantar loas a Andrés Manuel López Obrador.

Cientos, tal vez millones de nuestros bolsillos han sido destinados a satisfacer los caprichos del dictadorzuelo. Modos de vida ostentosos, igualas exageradas para los genuflexos, el mundo al revés.

Honores inmerecidos, gastos pagados por publirrelacionistas que llevan también su comisión o “moche” en los estipendios. Jauja para indolentes.

Grupitos y catervas de descastados que opinan de todo y de nada en el nuevo diario El Nacional, ahora denominado La Jornada. La 4T los glorificó porque, en esencia, son gusanos de la misma guayaba.

Pontifican sobre las bondades de las obras elefantiásicas ya inauguradas e inservibles, los apoyos electoreros a los miserables, lo atinado que es el “corcholatazo” de Claudia Sheinbaum con su segundo piso a esta maldición, el entreguismo rampante a Cuba, Venezuela, Rusia…

Jamás mencionan en público las palabras corrupción, insalubridad, crimen organizado y protegido desde el poder, analfabetismo, miseria y todas esas cosas que ofenden el buen gusto del “caudillo”. Mucho menos los tres vocablos “hijos de AMLO”.

Son una mezcla de frivolidad, poses, voces engoladas, posturas de culiempinamiento, procacidades sociales y abyecciones de todo tipo. Quienes quieran figurar tienen que pasar por esas básculas. Si no lo hacen quedan confinados a la oscuridad, a la falta de reflectores para resplandecer.

El verdadero problema de esa prensa vendida es que hay cosas que ya no pueden resolverse ni con embutes. El hastío y la desconfianza hacia quienes han abusado de la opinión pública ha llegado a un umbral difícil de traducir para quienes piden el apoyo de la conciencia nacional. Por ahí definitivamente no es.

Los sobrevalorados héroes de la (des)información cuatrotera forman una llaga purulenta, representan un impacto tumefacto a la cabeza. Y es que cada vez que son galardonados por cofradías de elogios mutuos no tocan los problemas reales de la sociedad, provocados o incrementados por López Obrador.

Jamás se les oye criticar en directo los enormes vacíos de legalidad, los rastros del crimen colectivo, la usurpación del poder, la rapiña de los gobiernícolas. Sólo prosas blandengues, música para las orejas del poderoso, porque jamás se refirieron uno y otro a las grandes ofensas del narcotráfico institucional…

… a la especulación financiera, al destino de la riqueza colectiva, a la explotación irracional del petróleo con la consecuente quiebra de Pemex. Son los dioses del Olimpo en este rancho grandote. Y es lógico: una casta de ignorantes en el poder…

… no podía tener sino a una manada de abanderados intelectuales y supuestos líderes de opinión que se han ganado a pulso la desconfianza, el hartazgo y la repulsa de casi toda la sociedad, o su inmensa mayoría, por decir lo menos.

Para su desgracia, ha llegado la hora de hacer una revisión de ésos cuya fortuna no es explicable a la luz de algún trabajo real. ¿Qué hemos hecho los mexicanos para tener que cargar sobre nuestras espaldas a estos antihéroes civiles?

¿Hasta qué nivel de impudicia y desvergüenza están dispuestos a llegar estos sujetos que han abusado de la condición miserable y de la indefensión ciudadana, protegidos por la falta de una contraloría horizontal, ciudadana, que rescate un poco de nuestra dignidad pisoteada?

Exhibirlos es lo de menos, ¿no cree usted?

Y ahora no tolera las críticas

Férreo y lapidario; con o sin razón, AMLO siempre critica, incluso ofende a sus opositores. Los agrede, los acusa de ser corruptos. Su frase “la mafia del poder” fue parte de su campaña de desprestigio que practicó por muchos años.

Que, a poco ¿ya no recuerdan aquello de “puercos, cochinos, marranos”?

Así fue el candidato que hoy es Presidente de la República, quien hoy se muestra intolerante ante la crítica, pero sigue insultando, ofendiendo e inventando embustes en contra de quienes lo exhiben o lo critican.

Peor todavía, no soporta ni que lo corrijan, desmiente y miente a placer con tal de tener la razón. A su misma gente la refuta y la corrige. Todos están mal cuando la opinión que vierten no avala lo dicho por López Obrador.

Se ha convertido a sí mismo en dueño de la verdad absoluta y no es capaz de rectificar los errores, los embustes, que a diario salen de “su ronco pecho”.

De todas las críticas culpa a sus supuestos detractores permanentes: los conservadores, los fifís, los adversarios quienes, dice, orquestan campañas en su contra. Ve “moros con tranchetes”.

No acepta errores, y quien osa censurarlo es atacado con la fuerza mediática presidencial, abusando del poder público y de los recursos del erario para acrecentar sus rencillas personales.

Combate “fantasmas” como parte de su permanente campaña mediática en contra de los neoliberales o conservadores para tenerlos “a raya”, según él, pretendiendo evitar que se descubra la verdad.

Miente constantemente el Presidente ¡Su peor pesadilla! De ahí que tenga que defender no solo sus mentiras, también sus errores e incapacidades para gobernar.

Y ahora, todo así lo indica, la censura presidencial cayó sobre Azucena Uresti quien el viernes transmitió por última vez su noticiero en Milenio Televisión.

¿Sabe usted por qué?

Pues por narrar con pelos y señales la realidad nacional que es muy distinta a la que a diario expone el dictador y a la cual cantan loas sus corifeos.

Lo dicho: el mundo al revés.

Indicios

¡Y a él que lo bolseen! AMLO se curó en salud y el sábado, en medio del escándalo por la salida de Azucena Uresti de su noticiero en televisión, interrumpió un discurso en el que se auto elogiaba por los llamados programas del Bienestar y soltó: «Nunca me atrevería, no lo he hecho nunca en mi vida, a hablarle al dueño de un medio de comunicación para que censure a un periodista». ¿Le cái, señor Presidente? Estamos ya tan acostumbrados a las mentiras y al autoritarismo de López Obrador que resulta muy difícil creerle. * * * Periodistas sin Fronteras ha informado que México fue el segundo país más peligroso para el periodismo en 2023, después de Palestina, y por delante de naciones como Afganistán, Bangladesh y Líbano, debido a que entre el 1 de enero y el 1 de diciembre de 2023, ocurrieron cuatro asesinatos de comunicadores en nuestro territorio. En buena medida, ello se debe a las diatribas diarias de AMLO en sus matinés. No hay día en el cual no ataque a un periodista, a dos, a tres… * * * No es la primera ocasión en la que Grupo Milenio despide u orilla a renunciar a periodistas serios, profesionales. Raymundo Riva Palacio, Ciro Gómez Leyva –cuyo atentado sigue sin aclararse–, del grupo de los fundadores del medio, se cuentan entre las primeras víctimas de la regiomontana familia González, uno de cuyos miembros es visitante frecuente de Palacio Nacional. * * * Recuento de un sexenio de obras faraónicas inconclusas que nos han costado un ojo de la cara y que han dejado sin recursos a los servicios de salud, a la infraestructura escolar, al mantenimiento de instalaciones que hasta antes de 2018 sí funcionaban, etc.: aeropuertos como el AIFA o el de Tulum que apenas reciben unos cuantos aviones; un Tren Maya que no es puntual en sus salidas y llegadas, y que falla a cada momento y deja a quienes se atreven a abordarlo varados durante horas; una refinería como la Olmeca que se inunda tras un chubasco y que aún no refina ni un decilitro de gasolina. Quizá el ferrocarril transístmico –que es construido a instancias del gobierno de Estados Unidos, ante el congestionamiento del Canal de Panamá– sea la única plausible en algún momento. En todas, eso sí, está presente la corrupción de “los amigos de los hijos de AMLO” y hasta de los militares. * * * Lenia Batres depositó 82 mil 963 pesos a la cuenta bancaria de la Tesorería de la Federación por concepto de «excedentes» en su remuneración como “ministra del Presidente” en la Suprema Corte, correspondiente a las quincenas del 15 al 31 de diciembre de 2023 y del primero al 15 de enero del 2024, incluyendo aguinaldo. ¿Aguinaldo? Si apenas tomó posesión a principios de este 2024. Falta ver si Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz, que también obedecen ciegamente la línea del Ejecutivo Federal, siguen el ejemplo. * * * Y por hoy es todo. Reconozco que haya leído hasta aquí. Y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

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