GERARDO FLORES LEDESMA
CADA VEZ que publican una encuesta en México sobre preferencias electorales o la popularidad del presidente Andrés López Obrador saltan las dudas sobre la metodología que usaron, los grupos a los que aplicaron y también sobre las preguntas o las vías a través de las cuales obtuvieron las respuestas.
No hay duda que millones de mexicanos avalan al presidente de la República y su partido, porque son monumentales los apoyos sociales monetarios que el gobierno de la 4T entrega, aunque nunca subrayan que provienen de los impuestos y de las deudas en pesos y dólares que cada vez son más abultadas.
Tampoco podemos dudar que también son millones los que rechazan al gobierno actual, por sus niveles de corrupción, masacres toleradas, niveles de violencia, cifras de secuestros, desapariciones, nepotismo, complicidades, impunidad, desinformación y sigilo en acciones que rayan en el latrocinio, si hablamos en aspectos económicos, y dictadura, si nos atenemos a lo estrictamente político.
Basta recorrer las calles, mercados públicos, supermercados, escuelas, transporte público y reuniones en restaurantes o fiestas para comprobar que hay una mayoría silenciosa que rechaza al gobierno de AMLO y todo lo que suene a “cuarta transformación”.
No debemos hablar sólo de quienes perdieron familiares por Covid-19 o parientes -niños y adultos- por causa del cáncer y falta de atención médica; tampoco nos referimos a quienes quedaron sin empleo, durante y después de la pandemia sanitaria o de quienes han buscado en vano a sus hijos, hermanos o padres desaparecidos. En todos estos casos se actuó de manera deliberada o negligente.
Las encuestas tienen un sello de manipulación y sesgo por razones monetarias y por eso no son de aceptación generalizada, con excepción de quienes las pagan casi siempre bajo la sombra de ocultamiento o las prácticas subrepticias.
El rechazo al actual gobierno se puede comprobar en dos vertientes:
1.Los grupos de mexicanos que han sido denostados y descalificados, desde el primer día de diciembre de 2018 y hasta el día de hoy por el discurso cotidiano que sale de Palacio Nacional, sean periodistas, doctores, empresarios, jueces, policías, abogados, universitarios, economistas, feministas, colectivos, diputados, senadores y alcaldes de oposición entre otros.
2.Los mexicanos que no quieren saber más de los políticos morenistas o que así quieren que los llamen, ya que por su pasado podríamos colgarles otros motes, y los advenedizos que han rodeado a AMLO en los últimos 5 años, y que se han hecho millonarios a través de la adjudicación de contratos públicos o sus vínculos con el crimen organizado.
Vale decir que hay un grupo adicional que nos remite a ese ejército de mexicanos -la mayoría silenciosa-, que no externa sus opiniones en redes sociales, ni en reuniones, ni en columnas o artículos en medios de comunicación.
Ese voluminoso grupo, que no pertenece a los segmentos del voto duro ni está cooptado por los partidos políticos o el gobierno, tiene en su mano el poder del sufragio para el 2 de junio próximo y será el fiel de la balanza en la decisión de cambiar o no de régimen. Esa porción de compatriotas no ha sido cuantificada ni valorada por las encuestas, probablemente por la ausencia de un mecenas.
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