EDUARDO MERAZ
A casi seis meses de la jornada de votación, desde Palacio Nacional, el cuatroteísmo ha decidió “calentar la plaza” electoral, por aquello de las dudas de una posible derrota.
El “reacomodo” de los distintos grupos del crimen organizado en diferentes regiones del país -como bien reconoció el mandatario palaciego-, obedecería a esa lógica maquiavélica, de infundir miedo y terror entre los ciudadanos.
Además de las masacres y hechos de barbarie registrados en los primeros días del año, el asesinato de políticos responde a la urgencia presidencial de contar con un escenario de inseguridad de tal magnitud, ya sea para inhibir el voto en su contra o para justificar el argumento de fraude.
A Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Zacatecas, Tamaulipas, Sonora, Baja California, Tamaulipas, Quintana Roo, Colima, Nayarit, se suman ahora Oaxaca, Chiapas, estado de México y, significativamente, Veracruz y Tabasco en donde los “reacomodos” son más violentos.
Es decir, la mitad del territorio nacional, donde mayoritariamente gobierna Morena, es objeto de disputas entre los grupos criminales no sólo por el control de los negocios, sino para asegurar las alianzas con las autoridades, presentes y futuras.
Calentar la plaza electoral que es México en este 2024, va más allá de imponer la ley del plomo a quienes se niegan a colaborar en términos económicos; con este ejercicio, los distintos cárteles del CO buscan obtener hegemonía -mayoría calificada o absoluta.
Ante la virulencia ascendente que es dable esperar conforme se acerque la fecha de los comicios, resulta incomprensible la ausencia de una acción gubernamental decidida y efectiva para combatir estas prácticas.
Las reuniones cotidianas de los gabinetes de seguridad federal y estatales han mostrado la inutilidad de la política de abrazos y no balazos, pues ni ataca las causas ni permite el uso de la fuerza legítima del Estado para garantizar la seguridad de los mexicanos.
Mantener a las fuerzas del orden de todos los niveles atadas de manos y la persistencia en debilitar a las autoridades electorales, hacen que el proceso para renovar los poderes ejecutivo, legislativo, nueve gubernaturas y miles de cargos municipales sea sumamente vulnerable.
La conformación de un contexto como el descrito no sería posible sin la aquiescencia o fragilidad del cuatroteísmo. En cualesquiera circunstancias, la democracia pierde.
Facilitar o fingir demencia ante el calentamiento de la plaza electoral propiciará un gobierno pelele y pérdida de derechos y libertades.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
A pesar de la presencia del presidente sin nombre y sin palabra, los gobernadores de Veracruz, Cuitláhuac García, y de Tabasco, Manuel Merino, fueron abucheados por sus coterráneos. Así avanza el cuatroteísmo.
@Edumermo