EDUARDO MERAZ
La conversión transgénica de un buen número de políticos es expresión nítida de la perversión ideológica predominante en nuestros días. La búsqueda del poder a cualquier precio, prueba y comprueba la mísera clase política mexicana y la prostitución de convicciones en la cual han caído los partidos.
La alianza dizque progresista, conformada por ex miembros del Revolucionario Institucional, para respaldar a la chica de la cola de caballo, es la manifestación más clara de la depravación de principios de supuestos líderes, hoy dispuestos a sacrificarse y luchar por un mejor país, arguyen.
Sin embargo, sus hojas de vida ponen ha descubierto su predilección por sus intereses pecuniarios antes de tratar de disminuir las desigualdades económicas y sociales cuando ocuparon cargos. La gente sabe más de ellos por su malversación de fondos públicos que por solucionar sus necesidades.
Y no se trata de un fenómeno nuevo; en realidad, es parte del ADN de los políticos nacionales. Pero en esta época, la desfachatez y el descaro son superlativos. En el siglo pasado, se notaba algo de pudor cuando realizaban travestismo partidista.
Hoy, las urgencias de no quedar expuestos a investigaciones o sin un cargo, los ha llevado a abdicar de los fundamentos éticos e ideológicos que los condujeron a participar en la política. El valor ahora es impedir pérdidas de los bienes acumulados a costa de la población.
Y cómo no hacerlo, si el presidente totalmente Palacio Nacional fue uno de los pioneros, de quienes abrieron brecha en eso de cambiar de opinión y de aires cuando los vientos de los cargos no le eran favorables. Por eso, en nuestros días muchos de los principales cuadros de Morena son ex priistas.
Los integrantes de la mal llamada “alianza progresista” hasta hace unas semanas eran críticos acérrimos del oficialismo y muchos de ellos votaron en contra de las reformas propuestas por el mandatario palaciego, por ser contrarias a los intereses nacionales.
Pero por su falta de pericia, perdieron preponderancia en el PRI y, con ello, su derecho a seguir viviendo y haciendo negocios, desde o con el gobierno. Tricolores desahuciados, se aferran a una vida artificial dentro del partido guinda, donde tampoco tendrán relevancia más que para efectos propagandísticos.
A partir del presente siglo, el experimento transgénico en los partidos políticos y entre sus militantes no se ha traducido en una mejora en las cualidades democráticas de México. Por el contrario, la fórmula de 90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad se ha traducido en una regresión entre neoporfirista y monárquica.
Y ello obedece en gran medida a que los genes originales de Morena y el Revolucionario Institucional son los mismos, hasta casi se puede hablar de una vinculación incestuosa, cuyo resultado en vez de fortalecer la vida democrática del país puede terminar con malformaciones que ponen en riesgo libertades individuales y colectivas.
No debemos pecar de inocentes. En el fondo, el ensayo transgénico de la 4T se orienta a restaurar la “dictadura perfecta” de la cual hablaba Mario Vargas Llosa, pero degradada.
He dicho.
EFECTO DOMINÓ
Este espacio se toma unos días de descanso y reaparecerá a partir del 3 de enero de 2024. En tanto, desea a sus lectores unas felices fiestas decembrinas y que la paz y armonía reinen en sus hogares, al lado de sus seres queridos.
@Edumermo