TERESA GIL
Infame es la palabra que se ha usado para definir la portada de la revista Siempre en la que se expone a Claudia Sheinbaum como si fuera una fascista. De una periodista de mediano nivel en su empeño de elevar su medio, a sus casi setenta años de edad, es comprensible. Pero es una agresión, una infamia, una mentira. No huy nada notable de esa mujer como no sea haber sido hija del director de una revisa famosa. Medio que por cierto si bien expandió su información en espacio a personajes importantes del periodismo, tiene también sus asegunes. Pero para esa época brilló sin que nada de ese brillo haya alcanzado a su hija Beatriz Pagés Llergo. La pobre se nutre de la vieja gloria de aquella revista y hasta el nombre lo mantuvo en una revista pequeña, insulsa que tiene algunos colaboradores de cierta importancia que mas les valdrá irse de ahí cuanto antes. Llegar a los extremos a los que llegó Beatriz no es una mera violación a la libertad de expresión. Es un delito porque expone una acusación falsa. Y esa si tiene cabida en las leyes penales. No se sabe que pensarán esos personajes como José Woldemberg, Lorenzo Córdova entre otros, de los extremos de la señora, cuando con miles en el Zócalo escucharon sus diatribas y sus posturas insulsas. La libertad de expresión que merecen por su calidad moral miles de periodistas en el país, no se puede extender a oscuros y mediocres periodistas que solo la usan para degradar. Así la mencionada se haya arrepentido de su agresión Continuamente estamos leyendo, viendo y escuchando, cosas similares en medios opositores que rebasan el límite de esa libertad de expresión. El control que ejercen algunos empresarios sobre los medios de comunicación y la anuencia que les dan algunos comunicadores a su postura, es lo que lleva a estas lamentables situaciones. Lo que hay en el fondo no solo es el ejercicio de un poder, sino los recursos que recibían de otros gobiernos. Para ilustrar todo lo que gira en estas circunstancias, la opinión de alguien que vivió todo este tipo de cosas, que ya en otras ocasiones hemos mencionado.
AQUÍ Y EN OTROS PAÍSES, LOS MEDIOS,VIVÍAN DEL ESTADO; DE AHÍ SU ENOJO
El periodista español Rodolfo Serrano -décadas en los medios, 25 años en el diario El País-, relata en su libro Un oficio de fracasados ( publicado en México por Colección Kiosko, febrero de 2017 que tiene un prólogo de Juan Luis Cebrián, ex director del diario mencionado), sus experiencias en ese complejo mundo del periodismo y las vicisitudes que se viven cuando el periodista tiene otra concepción. Lo que sucede en estos momentos en México recuerda las experiencias de este destacado informador, también poeta y compositor de canciones, ante la exhibida reacción de una prensa que estuvo alimentada por los recursos públicos. Aquí hay cierta similitud, porque su posición se daba cuando las sombras del franquismo aún no se disipaban y se iniciaba lo que los españoles llamaron etapa de transición y otros sencillamente destape. La prensa mexicana está en manos de empresarios y sus periodistas y reporteros que en buena parte aceptan las órdenes sin poner enfrente la cláusula de conciencia, se convierten en instrumentos que creen que lo normal es vivir del estado. A ellos se suman muchas redes informativas que recibían publicidad oficial y que se vieron afectadas por un cambio que plantea moderar con criterio ese apoyo. Lógicamente, como se ha visto y dicho, los ataques cotidianos se exacerban y los periodistas que no tienen sus mismas posiciones son víctimas de los mismos ataques. Ciertos periodistas -mujeres y hombres-, que son independientes, siguen la misma línea porque su ingreso ha venido del erario. En el medio se sabe quién es quién.
LA CENSURA LA EJERCEN PODERES POLÍTICOS Y ECONÓMICOS Y ¡PERIODISTAS!
Verdades apabullantes contiene el libro de Serrano, verdades que todos conocemos, muchas centradas en el periodismo opositor. El periodista señala como fue descubriendo a través de las costumbres diarias, la forma como se utilizaban y censuraban las noticias y era el propio dueño, el periodista, o el encargado, los que las hacían según su criterio “El periodista es, en esos momentos Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Alejandro Magno, César, Napoleón, el rey del mambo. Todo el poder y la gloria en sus manos” Y puede atacar a quien quieren. Hay miles y miles de noticias que no se conocerán porque la censura ha entrado en el camino. Menciona como se iban aumentado en la lista de los medios, los nombres de empresas, personas e instituciones que estaba vedado tocar. Y la lista, claro, de los que había que tocar, ¡hasta el fondo!, como acaba de ocurrir aquí, contra la candidata Sheinbaum. Conocedor de todos los intríngulis de la profesión porque ha andado en todo y escrito de todo, Serrano hace una crítica arrasante de muchos periodistas -algunos reconocidos- insertos en la lucha por la noticia, las zancadillas, la doble moral profesional, las mentiras contadas cuando cambiaban sus posturas ante nuevos gobiernos que las propias hemerotecas desmentían, la exaltación de medios como la televisión y la radio que en realidad habían servido a los intereses de gobiernos pasados con información basura y detractores de las ideas que no convenían. Pero es justo con los verdaderos periodistas, los que conservan una ética a toda prueba y hacen del periodismo una profesión de fe.
Las páginas del libro dicen el prologuista Cebrián “suponen una denuncia de los excesos y las estupideces que se cometen en torno a la prensa y una defensa de la honestidad con que deben desempeñarse los medios de comunicación”.
SERRANO Y CEBRIÁN: NO A LA BASURA DE LOS MEDIOS. ADVERTENCIA A MÉXICO.
Un oficio de fracasados, título que se apoya en la frase de Mark Twain: “Habiendo fracasado en todos los oficio, decidí hacerme periodista”, fue una de las ediciones que lanzó Kiosco en México, dentro de su colección sobre temas periodísticos. Serrano menciona el cúmulo de periodistas que conoció que abandonaron sus propias profesiones para dedicarse al oficio de informar. Ese título -dice Cebrián -, “ya nos avisa que esta melancolía profunda que asalta a Serrano cuando contempla en que se ha convertido el antaño cuarto poder, abocado hoy a revolcarse en las inmundicias propias de la televisión basura y destinado a someterse a los caprichos de los poderosos”. Y agrega que pese a los avances en los medios informativos con mejores herramientas y gente mejor preparada, “persiste un sentimiento muy extendido de que también han crecido la corrupción y el fulanismo tan evidentes en otra especie de basura mediática en la que algunos radios ( y medios escritos). se han convertido…además, el recurso a la mentira y la difamación es ya habitual…” Ambos periodistas parecen estar haciendo una crónica sobre algunos medios de México, como el que hemos mencionado, que en circunstancias climáticas, como las que ahora vivimos, se han disparado.