PULSO/ Más pena que glorias

EDUARDO MERAZ

El sainete provocado por Samuel García en Nuevo León traerá para sus pobladores más pena que glorias -los famosos dulces de la región. Si el propio gobernador neoleonés califica de “silla maldita” el sitio donde se asienta el poder ejecutivo estatal y reconoce que “idiotiza” a quien la ocupa, poco se puede esperar del mandatario fosfo fosfo.

Aun cuando dice despreciar la vieja política, García Sepúlveda se aferra a prácticas “chicharroneras”, en franco desconocimiento de la vigencia de la Constitución estatal, a la cual los naranjas -por esas cosas extrañas de los “nuevos” políticos, tipo Dante Delgado- se niegan a llamarla por su nombre.

Hablar de legalidad y de respeto a la ley de parte de los voceros de Movimiento Ciudadano parece un contrasentido, cuando al más puro estilo del cuatroteísmo buscan darle la vuelta a la Carta Magna del estado, queriendo imponer al gobernador interino.

Según ha trascendido, el manejo de las finanzas estatales durante el mandato de Samuel García no reluce por su pulcritud, pues muchos de los contratos han beneficiado a familiares del aún -hasta este 1 de diciembre- gobernador y, al mismo tiempo, precandidato presidencial único de su partido político.

El último argumento del ejecutivo neoleonés de que 26 diputados pretenden imponer su voluntad a las 780 mil personas que le dieron su voto, es un sofisma pues, de acuerdo con los resultados electorales de 2021, los candidatos al Congreso local, por parte del PRI y del PAN, obtuvieron más de un millón de votos.

Esta circunstancia explica, en buena medida, la imposibilidad de convergencia entre los poderes ejecutivo y legislativo de Nuevo León, donde el carácter arrebatado de ambas partes no sólo impide llegar a acuerdos, sino las acusaciones y persecuciones son el pan de cada día.

El comportamiento de García Sepúlveda guarda un paralelismo extraordinario con el asumido por el presidente totalmente Palacio Nacional. La simbiosis en la forma de gobernar entre ambos, hablan de un vínculo maestro-discípulo, lo cual queda confirmado con el “destape” de Samuel a la candidatura presidencial, de parte de su mentor palaciego.

Lo cierto es que la elegibilidad del gobernador sustituto dada la polarización existente, la deberá determinar el poder judicial; hasta el momento las autoridades electorales ya han expuesto la supremacía de la Constitución neolonesa. Lo realmente válido es lo estipulado en la ley suprema estatal, donde claramente se estable la responsabilidad inalienable del Congreso neoleonés para designar a quien ocupe el poder ejecutivo estatal.

Al hacerse efectiva la licencia solicitada por Samuel García, pierde el fuero, por lo cual puede ser sujeto de indagatorias sobre su paso por la gubernatura y, de encontrarse elementos suficientes, puede ser acusado, lo cual anularía su candidatura a la Primera Magistratura del país.

Y la otra opción, tampoco le favorece, pues sería cancelar la licencia y mantenerse en el cargo de gobernador, con lo cual quedaría impedido para participar en las elecciones presidenciales de 2024.

La forma en cómo se resuelva este conflicto, sin duda, tendrá repercusiones importantes en los comicios del año entrante. Con más pena que glorias podría concluir la carrera política de Samuel García y de la “nueva política” de Movimiento Ciudadano.

He dicho.

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