ROBERTO CIENFUEGOS J. @RoCienfuegos1
Los electores tendrán la última palabra el dos de junio próximo. Allá la conciencia de todos y cada uno de los ciudadanos mexicanos que sufraguen en los comicios que desde ahora se vislumbran como un genuino parteaguas para México.
Serán los electores quienes decidamos si dejaremos pasar o cerraremos los ojos ante tanta marrullería, desilusión, corrupción, engaño, insulto, frustración, ineptitud, muerte, desidia, indolencia, intromisión, desequilibrio, manipuleo, cinismo, burla, desperdicio, demagogia, enconchamiento en perjuicio del papel y aún de las obligaciones de México en la escena internacional como la décima cuarta economía del mundo, así como una enorme pérdida de oportunidades, despilfarro, truculencias maquiavélicas, militarismo, irrespeto, embestidas frontales y evidentes contra los poderes constitucionales del país, y aún la institucionalidad, entre otras muchas otras prácticas y conductas cotidianas que el país ha registrado en los últimos años, a cambio y sólo a cambio de unos cuantos pesos en los bolsillos de nuestros viejos, la única si acaso -aunque muy electoralmente interesada – decisión en beneficio de un sector de México, pero que se hará insostenible sin una reforma fiscal a corto plazo.
Tres, sólo tres asuntos registrados en las últimas horas revelan y/o trasuntan el perfil de gestión gubernamental que se asume como infalible, impoluto y, peor aún, totalmente reacio a la convocatoria nacional para abordar soluciones amplias a los problemas más graves del país, muchos de ellos recrudeciendo como por ejemplo la embestida del crimen organizado y el narcotráfico.
Pero esas vías de solución se cierran y se rechazan ante el convencimiento de que se marcha bien y mejor, y se opta por la entronización en sólo un segmento poblacional, así se le cancelen a éste una serie de derechos humanos y las oportunidades de construirse un futuro ciudadano.
Veamos, en las últimas horas se han registrado tres hechos noticiosos que nos sacuden: la vacuna patria, anunciada como un hecho casi histórico para combatir el Covid-19, todavía no está lista, dos, la reducción de 20 a nueve destinos de la militarizada nueva Mexicana de Aviación aun antes de que ésta despegue, y el asesinato del séptimo periodista mexicano en lo que va del año. Y sin embargo, nada parece conmovernos en México, así estos sucesos revistan una alta gravedad por trasuntar en los dos primeros casos anuncios falsos, y en el tercero, una embestida sostenida contra la prensa de este país.
¿Qué tendría que pasar en México para que los ciudadanos reaccionemos frente a hechos tan graves por sí solos como la descalificación y el insulto continuo desde el primer atril del país? ¿Se vale que prácticamente cada mañana se recete a muchos mexicanos toda clase de improperios, insultos y agresiones, que no se reducen a la prensa y sus oficiantes en particular, sino a miembros de poderes del Estado mexicano? ¿Se vale que con el argumento de combatir la corrupción, se demuelan instituciones completas? Corrupción que dicho sea de paso se reduce a un asunto verbal para la descalificación y estigmatización porque hasta ahora no se procede en tribunales como debería hacerse si en verdad se tratara de una cruzada auténtica.
México no está dando pasos hacia la construcción de un nuevo modelo de desarrollo institucional, político, económico, de infraestructura y social y mucho menos a un genuino estado de Derecho como venimos sosteniendo hace años.
Conforme a numerosas evidencias, el país perfila la restauración de un modelo ya superado, donde las decisiones fundamentales quedan en manos de un actor omnímodo, avasallante y autocrático, que ha desarrollado un esquema de premios y recompensas para quien se someta acríticamente a sus designios y propósitos.
En caso contrario, viene la descalificación sistemática y demoledora cuando no la asfixia financiera y hasta el chantaje o la amenaza.
En esos términos, será cuesta arriba para México construir un modelo económico, político y social suficientemente sólido para avanzar hacia una democracia, un estado de derecho pleno y una estructura económica que detone las potencialidades de todos los sectores y que ayude a la construcción de ciudadanos responsables, exigentes y que rechacen un sistema patriarcal, que sólo engendra docilidad y servidumbre. Esperemos que en junio próximo hablen las urnas.
@RoCienfuegos1