HISTORIAS EN EL METRO/ El bueno, el malo y el feo

Ricardo Burgos Orozco

Ciudad de México, 06 de noviembre (entresemana.mx). Cuando viajas en el Metro todos los días encuentras usuarios con diferentes actitudes, tal vez por su educación, por su cultura, por su carácter. Hace algunos días se me ocurrió hacer una especie de manual del buen viajero como orientación para todos los pasajeros que usan las líneas del Sistema de Transporte Colectivo. Esta historia la llamé El Bueno, El Malo y El Feo, como un homenaje a esa excelente película de 1966, ambientada en el viejo oeste con Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef.

EL BUENO

Toda la gente en la mañana tenemos prisa para llegar a nuestro trabajo o a algún compromiso y sin embargo, he observado que la mayor parte de la gente respeta la fila para ascender en las escaleras eléctricas como sucede en la Línea 7. Pocas son las personas que intentan colarse hacia adelante. Me ha tocado ser cortés y alguien que veo desesperado, le señalo que avance por delante de mí para que gane tiempo y pueda llegar  bien adonde vaya.

En la Línea 12 en la mañana he visto personas muy amables, que abren el espacio para que te acomodes en medio de los pasillos o en las orillas, sobre todo en la mañana, en donde los trenes van sobresaturados.

Me gusta cuando en cualquiera de las líneas el avance de los vagones es constante sin los desesperantes paros, que lo ponen a uno nervioso y ansioso, sobre todo cuando ya se nos hizo tarde y estamos viendo constantemente el reloj y volteamos a ver nos cada uno de los usuarios como buscando una solución entre nosotros.

EL MALO

El otro día me subí en Zapata y un tipo como de 1.80 metros de estatura estaba entre la puerta de entrada y el pasillo; le pedí por favor que me hiciera un espacio hacia el fondo del vagón, me puso una cara de molesto y me contestó de mala gana ¿Adónde quieres que me haga? Moví la cabeza en señal de desaprobación y me soltó un grito: ¿No, de qué? Preferí no tomarlo en cuenta.

En uno de los vagones de un tren en la Línea 7 comenzaron a discutir dos señores de unos 50 años cada uno. Uno porque había empujado al otro al entrar y como yo iba de Barranca del Muerto a Mixcoac, me bajé y ya no supe en qué quedó ese pelito verbal entre los dos usuarios.

EL FEO

También encuentras de estos usuarios en todas partes: aquellos que se sientan en los asientos reservados y se hace los dormidos para no dar el lugar, quienes se quieren colar a los lugares reservados para las mujeres, aquellos que estorban en las puertas de salida y no dejan salir ni entrar, quienes rebasan la línea amarilla y quienes van comiendo en el vagón. Lo peor es que me el otro día me encontré a un pasajero que se iba cortando las uñas en la Línea B. Aunque no lo crean.

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