EL OTRO DATO/ 5 años para reconstruir a Acapulco

JUAN CHÁVEZ

Al gobierno deshumanizado, que no siente la tragedia, le importa un comino que más de 800 mil habitantes de Acapulco, estén sufriendo la secuela más grave del huracán que destruyó el puerto: el hambre.

Dicen los empresarios de la industria de la construcción, que reconstruir Acapulco se llevará 5 años, los mismos que padecerá esa población pobre, porque no tendrá ingresos para vivir.

En otras catástrofes, los presidentes que las vivieron, implementaron de inmediato la mano de obra para limpiar las ciudades afectadas. Por levantar los escombros y propiciar la rápida reconstrucción, esos gobiernos, a los que López Obrador no cesa de denostar, pagaron a los pobladores que de tal suerte tuvieron para el sustento diario.

Acapulco, aparte, dejará de ser, por ese tiempo, el destino turístico nacional y extranjero, que más dinero aporta al erario nacional.

Habrá un hueco financiero en las finanzas públicas, no tiene remedio.

Los destinos turísticos guerrerenses –Taxco y Zihuatanejo, junto con el devastado Acapulco–registraron en este verano 2023 un incremento del 10 por ciento, con relación a la misma temporada del año pasado. La derrama económica ascendió a 6 mil 319 millones de pesos.

Acapulco surgió como destino turístico en las décadas de los años 30 y 40 del siglo pasado cuando contaba ya con algunos servicios urbanos y de comunicación (campo de aterrizaje, agua potable y carretera desde la Ciudad de México), cuando empezó a ser realidad la idea de convertir al lugar en el primer desarrollo turístico de México.

Miguel Alemán le dio un gran impulso al puerto construyendo la avenida principal que corre a lo largo de toda la bahía, ahora la Avenida Costera Miguel Alemán.

Ahora, tras el devastador “Otis”, 800 embarcaciones dañadas, 28 hundidas.

Acapulco está sin gobierno. Ni la Federación ni el Estado se han puesto de acuerdo en el número de muertos y desaparecidos. La secretaría de Marina ya reportó que una nave, con 20 marinos abordo, se hundió.

El desgobierno de López Obrador, el 24 de octubre a las 8:25 p.m., tuiteó lo siguiente: “Atento aviso a toda la población de la Costa Grande de Guerrero: De acuerdo con la información disponible se pronostica que el huracán “Otis” entrará al territorio con categoría 5 entre Acapulco y Tecpan de Galeana de las 4 a las 6 de la mañana. Están en marcha el Plan DN-III-E y el Plan Marina en coordinación con el Gobierno del Estado. Acepten trasladarse a refugios, mantenerse en lugares seguros, alejados de ríos arroyos, barrancas y estén alerta sin confiarse. Nosotros también estamos pendientes”.

Así se informó a Acapulco de la catástrofe que se aproximaba a una velocidad insólita. Sin un sentido de urgencia, sin un entendimiento de la emergencia, sin una estrategia para informar masivamente a la población. Así, en un tuit, quedó exhibido el fenómeno transformador de la 4T. El país se ha ido quedando sin Gobierno.

No hubo gobierno que diera seguimiento a aquello que el Sistema Meteorológico estadounidense y el National Hurricane Center venían monitoreando muchas horas antes de que “Otis” arribara a la costa acapulqueña.

No hubo advertencias del escalamiento y sus implicaciones «devastadoras» y «catastróficas». No hubo coordinación entre las autoridades federales, estatales, municipales y el Ejército. No se promovieron refugios de manera masiva, ni se ordenó un cese total de actividades o el resguardo de la población. No se enviaron convoyes militares con lo que se necesitaría el día después y ahora escasea. No hubo capacidad de respuesta. Lo que sí hubo fue ignorancia o indolencia o incompetencia o indiferencia.

Es cierto que “Otis” fue un fenómeno meteorológico sin precedentes, que superó las capacidades de los modelos meteorológicos y sacudió a la comunidad científica. Es cierto que la veloz intensificación con la cual se transformó de tormenta tropical en huracán nivel 5 dejó boquiabiertos a los expertos más avezados. Pero también es cierto que los tres niveles de Gobierno no reaccionaron como debieron haberlo hecho. AMLO tuiteó, Evelyn Salgado desapareció, Protección Civil se escurrió, el Ejército se paralizó, y Acapulco pagó el precio.

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