VIOLETA DEL ANÁHUAC/ Acuérdate de Acapulco

ISABEL ORTEGA MORALES

Chilpancingo, Guerrero, 30 de octubre (entresemana.mx). Otis, el huracán, le cambió el rostro al puerto de Acapulco, bastaron menos de tres horas para mostrar la fragilidad que tenemos los seres humanos y mostrarnos, también, la dimensión de los gobiernos que tenemos.

Cuando esto escribo ya tengo comunicación con algunas compañeras y compañeros periodistas, y menos de 10 conocidos/as. De los y las demás no hay nada y ni cómo se acerquen a ellos nuestros amigos, simplemente la sobrevivencia les lleva al hoy, al momento, a resolver lo que es urgente y posponen para un después lo demás, no porque sea menos importante, no, sino porque temen que caiga la noche y queden expuestos al peligro de una ciudad que se está convirtiendo en un territorio sin ley.

¿Qué sucedió? ¿en verdad pueden decir que los sobrepasó el peligro? ¿decir que no se vio venir un fenómeno que, agregan, creció muy rápido?

No hay manera de enfrentar a la gente con esa argucia. No hay manera de decirle que, lo que hoy lloran sus seres queridos, la búsqueda de sus familiares, la pena de no tener agua que darle ni comida, porque la que hay o había, sin luz está echada a perder y se generará otro problema de salud pública.

Es el siglo XXI, un Presidente que no escucha y como el corrido de Gabino Barreda “no escucha razones andando en la borrachera” como ésta del poder que tiene el Presidente AMLO, Andrés Manuel López Obrador, a quien está desnudando OTIS al presentar a un tipo que todo lo quiere capitalizar hacia la política y centralizar a través de los chalecos morados de su partido la ayuda, para recordarles a quién le deben la mano que se extiende para ayudarlo y no la mano que debió prevenir el peligro.

Los tres órdenes de gobierno están sobrepasados. La Alcaldesa Abelina, al pedir ayuda, dio un golpe político, es decir, le hizo falta humildad; la Gobernadora Evelyn, no ha estado en el lugar donde debe, no importa que le griten, la vida no siempre son aplausos, y el Presidente y su Gabinete de zapatitos limpios nos muestran que para ellos lo más importante son… ellos, porque el lodo era pantomima.

No hay tiempo para el llanto, porque la mirada se pierde en la basura en la que están convertidas las calles, en una zona no de guerra, porque aquí se supone había paz y alegría, sino en una zona que nos muestra que la pobreza es la herencia de OTIS y no hay sabiduría para tomar el timón y direccionar la ruta.

Pobre Guerrero, no hay reactivación económica, hay rapiña; no hay alimentos, hay perifoneo para agradecer el amor con amor que obligaron a la Gobernadora a decir en la Mañanera para besar la mano al tlatoani, aunque el pueblo no tenga más nada que sus propias historias y luchas, porque la ayuda no ha llegado.

¿Habremos de tener conciencia para recordar esto cuando se tengan elecciones? ¿Para decirles a los demás políticos y políticas donde estaban en el momento de la emergencia? ¿Cuidándose? ¿Y el pueblo, a qué hora?

Cuando la luz retorne, cuando se restablezca la comunicación, las historias habrán de narrarse, mientras buscamos cómo solucionar la distancia que, ahora, está poniendo el gobierno federal con el ejército y el pueblo, finalmente sabe que ese pueblo lo necesita y le está mandando lo que deben hacer: someterse para vivir, así es el amor con el que quieren convencer, con pobreza moral. Acapulco, acuérdate de ti mismo para tu reconstrucción y levanta tu grandeza por sobre quienes te gobiernan.

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