EDUARDO MERAZ
Próximo a llegar a 170 mil asesinados, cuando se comprometió a reducir a la mitad las muertes dolosas y a volver hombres de bien a los delincuentes desde el primer día de su mandato, el presidente totalmente Palacio Nacional no es garantía de cumplir ninguna promesa.
En lugar de tractores, el crimen organizado está cada día mejor pertrechado en armamento y cuenta con una fuerza de más de 175 mil personas a su servicio y, al igual que las fuerzas armadas, ha diversificado sus «actividades productivas».
Tan sólo en las recientes semanas los asesinatos políticos han crecido de manera importante. Es altamente significativo que estos crímenes aumentaron una vez iniciado el proceso electoral 2023-2024 y al ritmo que llevan pueden superar a los de hace tres años, cuando asesinaron a 102 políticos y hubo más de mil agresiones.
Pero como esta realidad no es del agrado del mandatario sin nombre y sin palabra, porque queda demostrada la inutilidad para la población de la política de abrazos no balazos la cual, por el contrario, favorece la impunidad de los grupos delincuenciales.
Y si algo gusta al habitante temporal del palacete virreinal es recibir manifestaciones de agradecimiento de grupos y sectores, sobre todo si se traducen en respaldo a sus decisiones y le ayudan a ganar las próximas elecciones federales.
Pero como eso ya no lo encuentra en el Poder Judicial como sucedió durante cuatro años con Arturo Zaldívar, le resulta más cómodo y con menos costos políticos debilitar a la Suprema Corte a encarar al crimen organizado, obligado por las exigencias de Estados Unidos.
Mientras el narcotráfico y demás negocios sucios no vean mermadas sus ganancias de manera sustancial, harán patente su apoyo al régimen, sobre todo si logra tener el control de los tres poderes.
Por tanto, no debe extrañar la intensa campaña en contra de la Corte, pues prácticamente constituye el último obstáculo a derribar antes de establecer un nuevo pacto social, donde grupos hasta ahora excluidos de la toma de decisiones serían el baluarte.
Tales sectores, por supuesto, no son el pueblo bueno y sabio, sino aquellos sectores a los cuales no confronta y merecen su respeto, así sea de dientes para afuera.
Sin embargo, la falta de apego a compromisos y promesas tan propio del ejecutivo innombrable, hacen dudar de las garantías ofertadas, salvo que le sean impuestas.
He dicho.